Torni Segarra

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El cerebro automático, o el comportamiento a nivel animal, llegan cuando estamos desbordados. Ya sea por el estrés, la ansiedad, algún problema, qué no sabemos lo que es. Pero que está ahí dirigiendo nuestra vida.
Creo que hacer la división de la mente entre consciente e inconsciente, nos fragmenta. Y en vez de resolver el problema, nos deja en el mismo problema. Por tanto, uno tiene que estar conscientemente alerta a todo lo que sucede para que el inconsciente no nos divida. Pues si queremos atender y comprender el cerebro automático, el del nivel animal, el inconsciente, eso es algo no tiene fin. Pues, los recuerdos y las imágenes de todo lo que hemos sido, durante miles de miles de años, están ahí. Por lo que no es posible verlas ni investigarlas ni comprenderlas.
 
No basta con decir ‘apostaré por el bien para siempre’, eso suena bien. Pero puede ser una superficialidad. Mira lo que hacen los católicos, con sus papas, sus palacios del centro de las grandes ciudades, sus cardenales y obispos -que actúan como una aristocracia-, mira como bendicen las armas, son corruptos e inmorales, etc. Y todos los días dicen y repiten incansablemente, lo mismo que tú: apostaré por el amor de Jesucristo toda la vida. Y las demás grandes agrupaciones religiosas dicen lo mismo: mencionan a dios sin cesar, su paraíso, su cielo. Los beneficios de obedecer a su dios y a su ley, que ha escrito el enviado suyo, como representante de ese dios en la tierra. Pero son guerreros, violentos y crueles, viven en la riqueza de abundantes placeres, incuestionables para los seguidores que creen ellos.
Y todos dicen lo mismo que tú, Jose: estamos por el bien, estamos por el orden. Pero el problema es que ellos quieren imponer su orden, al orden de los demás. Por lo que dan pie a la división y al conflicto, al caos y al desorden, que se manifiesta en la violencia y la guerra. Y es desde ahí, desde esa división interna y su conflicto, donde nace el sufrimiento y el dolor. Eso es tan evidente, porque es lo que nos pasa a cada cual en sus vidas. Todos queremos el orden, pero queremos imponer el nuestro. Ahí están los políticos, los esposos, los hijos, los amigos, los vecinos, las autoridades, todos quieren poner orden. Pero esa imposición se convierte en desorden, que es lo que hay en toldas partes.
Es uno mismo el que tiene que ver la causa del desorden, para llegar al orden de manera natural y sencilla, sin presión ni coacción alguna. Y eso sólo puede ser, cuando uno ve el desorden y el caos, como el peligro que es. Y ante un peligro –ante un gran acantilado bajo nuestros pies- actuamos instantáneamente, de manera que el ver y la acción sean la misma. Sin que intervenga nada del pasado, como lo que digo la autoridad, el especialista, el que dice que sabe que hay que hacer ante un peligro, etc. Y es de ahí donde nace la libertad. Porque uno es una luz para sí mismo, que también alumbra a los demás.
 
Humberto, el inconsciente es todo lo que hemos sido hasta ahora -divididos, en conflicto, crueles y guerreros, violentos-. Y nos va a traer todo eso que ya hemos hecho y no sirve para vivir la vida de otra manera que no sea con la absoluta indiferencia, la indolencia, por los demás y por nosotros mismos.
 
Todo lo que sea que nos divida del presente, del ahora, es negativo. Por tanto, JeXu, si uno quiere vivir del pasado -ya sabes, del romanticismo de cuando éramos pequeños, cuando la tierra era una inmensa selva, etc.-, está muy bien que se juegue con el cerebro automático, o el inconsciente. Pero, si queremos llevar una vida dinámica, ágil, que atienda a los retos, desde una manera en que uno tenga la base psicológica del no sé, de manera que en el ver haya la acción total, uno tiene que descartar todo el pasado que acaba de pasar, ya sea el de hace un segundo, como el de hace unos días, unos años, diez o diez mil.
 
Para Giovanni Maria Vian, director de ‘L’Observator Romano’. He leído tu entrevista de hoy en el diario… Gracias, por las informaciones y comentarios.
¿Tiene algo de religión el adorar a una persona como todas, que tiene dolores, que se hace viejo con sus achaques, que odia y le odian, que tiene miedo y temor? ¿O, es paganismo e idolatría? Casi una semana saliendo todos los días en las primeras páginas de los principales periódicos, para tratar un tema tan banal y superficial como es un cambio burocrático de un cargo directivo -aunque sea el papa-, demuestra lo deteriorada que está la secta religiosa católica.
Dices ante la pregunta, de si ¿la cohabitación de dos papas vivos -aunque uno haya dimitido- puede provocar problemas?, ‘no provocará problemas, como un cisma, ya que ahora no estamos en los siglos XIV o XV’. Pero, aunque los siglos han pasado, el ser humano sigue siendo el mismo que vive dividido, en conflicto, que es avaricioso y codicioso, para alimentar su vanidad, su ‘yo’. Como lo demuestra la corrupción y la inmoralidad de cardenales, obispos, sacerdotes, pederastas y ladrones, personas sumisas ante las autoridades civiles o militares, como le sucede al papa, a cualquier papa.
Nunca ningún papa ha excomulgado a nadie por hacer la guerra, ya fuera Hitler, Franco -al que los católicos españoles, no hace mucho, querían beatificar o hacer santo- Fidel Castro, Pinochet, los Bush, etc. Solamente una tibia referencia, diciendo que la paz es lo mejor, para consumo interno de los inocentes e ignorantes seguidores. Porque, en realidad, en el fondo y la base, el establishment y sus necesidades, son las mismas que las de la Iglesia católica. Los dos necesitan que todo siga como siempre: los ricos y poderosos que lo sigan siendo, aunque para poder seguir siéndolo tengan que hacer una cruel y sanguinaria guerra.
Y por eso, es que el futuro de esa secta religiosa católica -pues la verdadera religión es la del amor, la de Jesús, Buda, y otros, de la que os separasteis sectariamente, desde hace veinte siglos-, no tiene futuro ninguno como religión. Uno mismo, nacido en una familia católica, con varios parientes monjas y sacerdotes, etc., bautizado, vivido toda esa parafernalia de idolatría y paganismo de imágenes de piedra, etc., y superstición, del fanatismos de la fe -cosa que jamás he tenido aun yendo a las iglesias- todo eso ha sido descartado radicalmente desde hace cincuenta años. Aunque en realidad nunca he creído en todas esas tonterías de la misa, la comunión, la confesión, los rezos y las plegarias, los santos ni en dios. Sólo he creído en el amor, en la armonía y la concordia, en la compasión y la observación de la belleza, que lo acompañan.
Así que ustedes siguen perdiendo el tiempo en idolatrar a una única persona, con las supersticiones, haciendo actos de brujería, como es la misa, diciendo que el vino se convierte en sangre y una oblea en el cuerpo de un hombre, que se supone que vivió hace dos mil años. Mientras, el mundo está en llamas, seguimos con el hombre contra hombre, las divisiones nacionalistas y las religiosas, las divisiones entre pobres y ricos, entre la mujer y el hombre, entre el comunista y el capitalista. Prueba de ello, es la actual situación provocada por la crisis económica, donde casi todos los días hay desahucios, que provocan el terror de dejar en la calle a las personas, a las familias. Que ante ese terror, dolor y sufrimiento, algunos deciden suicidarse. ¿Qué hace el papa, y su anquilosada y decadente Iglesia católica, ante esa amargura provocada a los humildes, por su voracidad y avaricia económica de unos que, como no podría ser de otra manera, ya son ricos y quiere serlo más, por el deseo de vanidad que necesita cada vez más y más de todo? No hace nada, porque el papa y los dirigentes de la Iglesia católica, necesitan ese mismo sistema corrupto e inmoral para poder seguir viviendo como lo hacen en palacios, en mansiones, en los lujos y la riqueza. Y ese es el hecho donde la Iglesia católica, al igual que todas las religiones organizadas, está empantanada hundiéndose cada día más.
Los cristianos y los comunistas tienen el mismo error, ellos pregonan algo que no se puede vivir, dicen que lo den todo, que sufran por los demás, que renuncien a su egoísmo, que den la vida por los otros. Pero, ahí está el truco y el engaño, ellos mismos que lo pregonan no lo pueden vivir, hacer realidad en sus vidas. Y como eso no es un hecho -tú mismo lo puedes comprobar con la vida que llevas de rico y poderoso-, generan división interna, lo que hace que las personas sean neuróticas -falsas y mentirosas, contradictorias, con miedo y temor de no hacer lo que se les dice que tienen la obligación de hacer-.
Cuando lo que es más conveniente para las personas, es la libertad total para poder mirar e investigar en todas direcciones, Porque, esa es de la única manera que podemos ser libres, no dependientes de autoridad alguna. Pues ya sabemos que los hombres somos egoístas, dominantes, siempre en busca del placer. Y todo eso nos domina, nos hace adictos a ese placer de la vanidad, de la riqueza, del más y más. Y de un hombre así, uno no puede fiarse de él, por bueno y santo que parezca, por fama y renombre que tenga -pues santo que respira no lo es, porque nadie lo puede ser-.