Hay algo que decimos creyendo que es adecuado, lo correcto, cuando pensamos que llegaremos a ser libres mediante una serie de situaciones, etapas, prácticas, etc. Pero eso, es falso; es inadecuado. Porque la libertad, está al principio y no al final. Si tú ves la absoluta necesidad, como el aire que respiramos, que la libertad es precisa para ser un ser humano completo y entero; tienes que ser libre en ese preciso instante. Porque, en el ver hay acción; y en esa acción está la libertad. El ver, es de lo más importante, para poder actuar adecuadamente. Si cogemos algo, que habíamos puesto en el hornillo microondas, que está muy caliente, verdad que al tocarlo y nos quema, instantáneamente lo soltamos. En esa acción, el ver y actuar es lo mismo. Eso es, libertad. Porque, la libertad es sin elección. Si lo trasladamos al ámbito de la relación, cuando vemos que ciertas palabras ásperas y desagradables, van a traer malas consecuencia y la posibilidad de enfrentamiento y agresividad, ¿por qué no lo vemos; y si lo vemos, no es de manera factual, directa e instantánea? No lo vemos, porque tenemos nuestras mentes embotadas, llenas de todo lo que nos han condicionado, con toda clase de ideas y teoría. Cada vez que nos identificamos con una idea, ya sea un país, mi familia, mi plan, nos estamos aislados, embotando y aturdiendo las mentes. Pero, es preciso que tengamos las mentes frescas, ágiles, nuevas, para poder actuar como un rayo: ver y actuar, ver y acción instantánea. No puede ser, ver y razonar. Porque, el razonamiento lleva tiempo, la mente manosea eso que quiere hacer, y entonces se hace torpe y descuidada. Y mientras pasa el tiempo, no se responde al reto; a la urgencia que siempre es el reto. Y la respuesta, tiene que ser lo nuevo; es decir, lo que es generado por la percepción directa.