Cuando vemos todo lo que está pasando, en cualquier parte del mundo, con sus rebeliones motivadas por la crisis de turno, o de siempre; con su insensibilidad de los políticos y dirigentes, con el hambre y la miseria, las epidemias, la violencia y las guerras. Uno se pregunta, ¿por qué toleramos todo esto? Porque, aunque no se dé cuenta, todo esto sucede, porque las personas con nuestra insensibilidad no lo vemos realmente como es; y por eso, lo toleramos. Lo consentimos, por pereza, porque queremos vivir cómodamente sin ningún problema; lo que quiere decir, porque somos insensibles, a lo que le pasa al otro, al sufrimiento de las personas. Y por eso, es que vivimos divididos, cada uno por su cuenta, enfrentados y listos para la contienda. No queremos, que hayamos de ser mártires, sufrir provocándonos daño; pero desentenderse de todo, demuestra lo egoístas que somos, lo poco que nos importa la vida de los otros.
Una persona, que no tenga una visión de la vida, y de qué manera funciona, que no sienta que el sufrimiento del otro es exactamente igual al suyo, al mío, no ve la necesidad de hacer algo. Ni tampoco ve, cómo funcionamos psicológica y mentalmente. ¿Por qué no tenemos esa sensibilidad, que nos abre la percepción? Es porque somos irreflexivos, nuestras vidas son monótonas, trabajando largas jornadas, distrayéndonos y entreteniéndonos para aliviarnos de los daños que hemos recibido y nos hemos infligido. Y, después de esto, ya no queda nada, porque usted se ha convertido en una persona necesitada de ayuda, también para poder sobre vivir. Y, así seguimos hasta la vejez y la muerte. Pero, uno ve toda esta manera de vivir tan pobre y mezquina, tan aburrida, que siente la necesidad de hacer algo.
Y, ese hacer algo genera otro problema, porque si antes no tenemos orden, todo lo que hagamos seguirá generando más desorden, será una continuidad de lo mismo. Por tanto, es primordial poner orden en nosotros, en nuestras vidas. Y, orden quiere decir, vivir sin conflicto, tanto interno como externo. Aunque todo conflicto, nace y se genera internamente. Y, como lo interno siempre ha de salir, se impone y manifestará externamente en todos y cada uno de nuestros actos. Por mucho que se dedique a ayudar a los necesitados, a los servicios sociales, si no tiene paz internamente, ausencia de conflicto, todo lo que haga seguirá generando conflicto y desorden.
Por eso, el principal y único problema al que nos tenemos que atener, enfrentar, es a nuestro conflicto interno. Si estamos en conflicto, haremos algo y creeremos que lo hemos hecho bien, que hemos hecho un gran favor a la humanidad, pero será otra ilusión. Es como, si a ti te pide un favor el vecino, que tú no puedes responder ya que no tienes la posibilidad, si por el deseo de ayudar accedes a atenderlo, el resultado será el desorden para él y para ti. Ahora puede que preguntes, ¿y cómo sabemos, si es adecuado o no lo que vamos a hacer, cuando se nos pide alguna cosa? Donde hay esfuerzo, no puede haber amor; ya que el esfuerzo, nos hace brutales y crueles. Pero incluso, esta misma afirmación, es un impedimento para que llegue el orden y el amor. Porque, el amor es en todas direcciones, lo abarca todo, no tiene ningún impedimento ni obstáculo, no mira el más ni el menos. Además, el orden que, es amor, no quiere decir que lo que hagamos es lo mejor para los demás y para nosotros. Porque, lo perfecto no existe, es un invento nuestro, una ilusión. Lo perfecto, vendría a ser la máxima seguridad y el máximo beneficio, dentro del orden de la naturaleza y de sus leyes y las de la vida. Y, todo eso nada tiene que ver con nuestra visión de lo prefecto; que es, lo que yo quiero, deseo y necesito, según mi parecer; es decir, según mi egoísmo.
Por eso, si estamos en orden, si hay paz y no conflicto, ya nada tiene que preocuparnos de hacer o no hacer, de ir y de venir de un lado a otro. El amor y el orden que genera, está más más allá de las palabras, de las ideas y teorías, de los prejuicios y perjuicios. Por tanto, lo que queda, lo que procede, es estar alerta a nuestro estado interior. Si hay división interna, lo que vendrán serán problemas; y, si descartamos y solucionamos la división interna, el conflicto cesará. Y, lo que llegue será una bendición: lo sagrado.