¿Cuándo nos relacionamos con una persona que la tenemos delante, nos damos cuenta que tenemos la posibilidad de hacer que nuestra relación sea armoniosa y plena? En la relación es donde nos vemos realmente quienes somos. Al estar con la confusión, que genera la ansiedad, de querer ser tan activos de hacer esto o aquello. Nuestras relaciones, no son felices, es decir son irrespetuosas, porque la división es la norma de nuestra vida. Cuando uno quiere más y más, se divide y abre la puerta al caos. Y, ese caos se manifiesta en cada cosa que hagamos. Y, por supuesto, que nuestras relaciones son todo menos armoniosas y agradables. Nos falta tiempo, nos sobra actividad. Y, ¿en nombre de qué tanta actividad? Esa es la gran ilusión: creer que todo se resolverá hacia fuera. Y, hacia fuera significa querer cambiar y transformar la realidad conforme a nuestras necesidades momentáneas. Pero, no se pregunta ¿por qué tanta actividad? ¿Es por los demás o es una actividad egocéntrica?
La trampa es, que si quiere ayudar a los demás en servicios sociales, ayudar a sus parientes, vecinos, etcétera, primero que nada tiene que estar en armonía, tiene que estar en paz consigo mismo, tiene que estar entero y completo internamente. Y, eso no es posible, porque cuando actúa y hace algo, lo hace como terapia para usted. Es decir, si me conviene hago esto a tal persona, si no me conviene no hago nada; pero aunque esto es adecuado para su cuerpo y sus deseos, no es amor en absoluto. Porque, se enreda de manera con esos servicios y ayudas, que pierde la libertad y se amarga, se agota, está medio neurótico o completamente, y vive en desorden y en confusión. Y, entonces todo lo que haga, generará más desorden y confusión, es decir, generará sufrimiento y dolor. Por tanto, lo que hay que hacer es poner en orden su casa, que es su interior, que es su estado divisivo y de conflicto. Y, esto es la religión. Atenerse y ver lo condicionados que estamos para ayudar; y, al estar condicionados no hay claridad, no hay libertad, que es inteligencia. ¿Cómo vamos a ayudar, si todo lo que hacemos tiene su origen en el egoísmo, cuyo resultado es el conflicto y el desorden que genera? Esto no es una teoría ni una opinión personal. En un hospital, ¿cuántos van a ayudar realmente? No pueden ayudar mucho, porque la mayoría va a ganar dinero; y otros van además a curarse la angustia de quedarse en casa sin salir a trabajar. Y, eso mismo pasa en todas las actividades y trabajos.
Por eso, hemos de ser muy sinceros, muy atentos para poder observar la realidad, lo que es; y, entonces, si es así, veremos, qué poco podemos ayudar realmente. Ayudar realmente, quiere decir poner orden en lo que hace; y, eso solamente puede suceder, si tienes orden en tu vida, si en tu interior no hay un estado divisivo. Y, como no tenemos ese orden, sino que vivimos fragmentados internamente, es porque hemos creado esta sociedad, esta manera de vivir, este mundo con sus conflictos y su sufrimiento. No busque un responsable, porque aunque crea que lo ha encontrado eso carece de importancia; pues, cada uno de nosotros es su propio responsable de su conflicto, de su desorden y su caos.
Si queremos orden, hemos de empezar muy cerca; y, lo más cerca que tenemos somos nosotros; cada cual tiene que encarar su problema que es su vida. Y, si resolvemos nuestro problema -nuestra división y conflicto interno-, entonces ya está ayudando a toda la humanidad. Porque, ese orden que tiene y genera, es amor, es compasión por todo lo que existe.