Torni Segarra

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 2691. Las leyes las inventan -escriben- para dominarnos, para que seamos obedientes: aunque las leyes están para intentar que haya orden en la sociedad, donde vivimos, en el trabajo, en la autopista, carretera, en la diversión.

Pero, la mejor ley es la que no existe; de la misma manera que la autoridad. que quiere imponer orden, es la que no existe. Porque eso quiere decir, que cada uno es su autoridad, tiene su ley, que le hace un ser humano completo, total, libre. Y un hombre libre, al estar fuera del ámbito del conflicto, vivirá en orden, generará orden; que es la ausencia de división interna, tanto como externa; lo que quiere decir que tendrá compasión y amor por todas las personas, todo lo que existe.

 

 

2692. Como todos sabemos, todo lo que vivimos en el pasado puede que ya no sirva para el presente. Por eso, hemos de estar dispuestos a renunciar a ese pasado, a esa cosa que nos da seguridad, porque ya la conocemos, sabemos lo que es. De lo contrario, nos quedaremos atrapados en ese pasado, dividiéndonos del presente, del ahora, generando división, desorden, conflicto.

 

 

2693. Sólo voy a decirte que la libertad es el orden, porque actuamos sin ninguna careta, sin escondernos, siendo vulnerables. Por cierto, ¿puede haber amor sin ser vulnerables? No puede. Porque la vida engloba a la muerte, al error, al matar y al morir; cada error que hacemos, cada distracción, es la consecuencia de esa vulnerabilidad. Pero, el problema es que nosotros no queremos ser vulnerables, queremos ser invencibles, siempre los ganadores, los campeones; y para ello, hay que ser brutales, crueles, violentos.

 

2694. Sin ser vulnerable no tiene sentido vivir, porque vivir es ganar y perder, estar alerta y ser sorprendido. Para nosotros la vida, que incluye la muerte, no la queremos tal cual está diseñada, organizada; pues no queremos morir, ni enfermar, ni perder, ni envejecer, ni nada que no se asemeje a la ‘perfección’. Pero eso es una ilusión que lo complica todo, ya que es una huida de la realidad, creando desorden; el mismo desorden que siempre ha existido en la tierra: el miedo que es ignorancia, y el deseo de cambiarlo todo según el ‘yo’, el egoísmo.

 

2695. Como en todo conflicto, toda guerra, hay dos bandos, que sus seguidores justifican sus violentos y crueles actos. Así que los dos bandos son igual: incapaces de resolver sus problemas, divisiones, conflictos, si no es mediante la violencia, la matanza. Cada uno lo hace como puede, ya que, aunque están en guerra, cada bando recibe presiones, quejas, protestas, apoyos, tanto a nivel local, como internacional.

 

2696. Ser vegetariano se supone que es para evitar hacer daño a los animales que sacrificamos para alimentarnos. Ser vegano es lo mismo, pero más profundamente, ya que por no hacer daño a los animales no queremos nada de ellos; es decir, no les robamos nada.

 

2697. Tal vez, si hubieran abrazado, como la casta siempre lo ha hecho, al nacionalismo centralista español, no hubieran tenido el batacazo. Hay que ser muy demócrata para aceptar que España es más que eso que se dice; un lugar donde hay varios países mantenidos unidos a la fuerza por una dictadura militar y sus herederos.

 

2698. El comunismo lo ‘inventó’ el cristianismo: todos somos hijos de dios, todos somos iguales, todos nos tenemos que respetar; no robarnos, no ser injustos, ni crueles ni violentos.

Ese es el comunismo -o como quiera que se diga- que necesita el mundo, la humanidad, todos nosotros.

 

 

2699. La libertad es orden porque cuando somos libres no mentimos, ni actuamos con doblez, hipócritamente, maquinando. La libertad nos hace puros -aunque seamos agresivos, o como una fiera-, porque estamos informando de lo que somos en realidad. Y no como la mayoría cree que somos: personas buenas, santos, colaboradores caritativos, no violentos; cuando todo eso es una ilusión, un invento para creer que vamos a cambiar la realidad de lo que verdaderamente somos. Y, por tanto, en esa libertad de acción -de vivir- hay orden; es decir, una información directa y clara.

 

 

2700.  Lo más feo de la vida es que las personas, según sus circunstancias de sus vidas, pueden ser capaces de hacer lo más malvado y atroz. Esperar la santidad, entregarse a los demás incondicionalmente, no es posible. Porque siempre hay un motivo que es nuestro motivo; por lo que empezamos a luchar por conseguir ese motivo. De ahí aparece toda la miseria humana, que es la que nos hace capaces de realizar cosas espeluznantes.