Torni Segarra

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Por eso, había advertido diciendo: ‘Para los que creen en dios’.
 
Joan. La conciencia es su contenido. Es decir, todo lo grabado por la memoria. Entonces, el pensamiento –el ‘yo’- se apoya en esa memoria para operar. Por lo que se divide. Porque al copiar lo que ya ha sido, se fragmenta y divide del presente, del ahora, que nada tiene que ver con el posado. Y mientras haya división, habrá conflicto, y todo seguirá como ahora: las agresiones, la corrupción, el hambre que mata millones de personas, mientras otras destruyen la comida sin darle ningún valor. Y por supuesto, ahí no se puede ver la belleza de un pájaro, ni el gozar de una tarde cuando baja el sol.
 
Primero que nada, Alfredo, uno ha de tener orden, que es el fin de la confusión. Orden dentro de él, ateniendo a lo que es, a lo real, la realidad nos guste o no.
Sin dolor, sin sentir dolor, no podríamos vivir pues la vida sería inviable: los que les gusta la comida siempre estarían comiendo; los que les gusta el sexo, siempre estarían en la cama. O sea, que el motor de la vida es el dolor, que a la vez es amor. Porque el dolor llega para que podamos transcender eso a lo que nos hemos aferrado, enganchado, o sea que es una herramienta de liberación.
 
No, no, Fernando, lo encauzas erróneamente. Uno es todo. Parte desde ahí. Y luego se separa de ese todo. Y verás como todo cambia. Y todo es más sencillo.
 
Es que no puedes huir de quien eres. Atente a quién eres.
 
El todo es el que está dividido y el que no lo está, el bien y el mal.
 
Ese es el problema, que tú quieres convencer y que te convenzan. Cuando uno ve, no quiere ganar ni perder, se atiene a lo que hay. Si pierde, no lo ve como una pérdida; si gana, tampoco lo ve como una victoria. Solamente vive, ve y comprende.
 
Crhis. Cuando nosotros queremos hablar de dios, es como si las hormigas quisieran hablar de los hombres, sus máquinas, sus viajes espaciales, los trasplantes de órganos, etc. ¿Verdad que parece ridículo, absurdo? Pues nosotros somos como las hormigas, y menos aún, ante lo que conocemos como dios.
 
He leído tu entrevista de hoy en el diario La Vanguardia de Barcelona. Gracias por las informaciones y comentarios.
¿No sé por qué decimos que Alfred Hitchock fue un voyeur, como si fuera algo excepcional? Si una persona no le gusta observar y mirar lo que hacen las personas, a ¿quién tiene que mirar entonces? ¿Habrá algo más apasionante y extraordinario que los seres humanos, ver cómo se mueven, cómo visten, ver cómo tienen el cuerpo, ver cómo hablan y gesticulan, etc.? Y el cine de calidad sabe que eso es algo que a todos, de una manera o de otra, nos agrada, y es como un filón de oro. Por eso, algunos directores hacen de la cámara un microscopio de la vida de los hombres.
 
Creo que hemos de saber a dónde queremos ir a parar: si queremos la verdad. Para intentar ir hacia ella, todos los caminos, sean quienes sean, están abiertos. Y ahí se acaba todo. Pero si queremos cavar, hurgar, hablar y hablar, eso es otra cosa.
Creo que el principal problema que tenemos es que hemos de vivir en este mundo. Y para vivir se necesita tener los menos problemas posibles. Entonces, es ahí donde nos hemos de encarar: en ver cómo viviré de manera que no genere problemas. Y los problemas se generan cuando estamos inatentos a lo que hacemos, pues nos dividimos de eso que hacemos u observamos. Y entonces, se genera el desorden y la confusión, el sufrimiento y el dolor. Es decir, más problemas.
Ahora bien, si uno quiere especular diciendo que lo real puede que no lo sea, que hay otros ámbitos, niveles de conciencia, planos, etc., creo que todo eso es muy infantil. Porque el problema es que la casa se está quemando.
 
Crhis. Creer en algo es tan superficial e irreal, porque el pasado no nos sirve, sólo nos sirve el presente, el ahora. Además, cómo me voy a fiar de alguien si es como yo, que fallo, miento, soy incompleto, que soy lo que quiero y no puedo.
Por eso, ningún libro sirve para guiarnos, ni nadie tampoco, solamente tenemos la percepción de lo que sucede que son los retos. Y cuando la percepción más clara y diáfana, más sensibilidad, más compasión y más amor. Y todo eso llega con total y absoluta libertad en todas direcciones.
 
Joan tienes razón y no la tienes. Porque, cuando hay atención total con lo que observamos o lo que hacemos, el ‘yo’ no está. Pero, luego al cabo de un tiempo, cuando esa atención total desaparece, vuelve a operar el ‘yo’. El ‘yo’, que es la división, el conflicto, las disputas y su vanidad, los enfrentamientos, la contienda, etc.
Así que, el problema está en que este ‘yo’, perturbador, vuelve y se va recurrentemente. Ahora la pregunta es: ¿Puede este ‘yo’ desaparecer definitivamente? Hay algunos que dicen que sí. Que es cuando viven en la liberación total, están iluminados, viven en unión con el ser o con lo que llaman dios.
 
Esa es una explicación teórica, Fernando, porque tú no vives de esa manera –no vives fuera del tiempo, al menos siempre-. A ti te pasa como a todos -recuerda que el observador es lo observado, tú eres yo y al revés-, lo que explicas es una proyección en el tiempo, por tanto no es real. Es una explicación informativa de algo que se supone que pude suceder. Por eso, es que hay que encarar las cuestiones, los retos  negativamente. Porque asertivamente, como todo es irrealizable definitiva y para siempre, damos las oportunidad para que el ‘yo’ opere. Así que si encaramos negativamente todo lo que hacemos, el ‘yo’ desaparece porque no puede funcionar.
Por tanto, seguimos con que el transcender el ‘yo’, haciendo las cosas de manera para que no funcione, eso es a lo que nos hemos de atener. No especular, hablar teóricamente, exhibiendo la astucia mental, etc., que son todas huidas de la realidad.
 
El viento no paraba de soplar, suave y seco, del oeste, terral. El frío no era molesto. Pero estaba ahí, preparándose para mañana que viraría del norte, frío y más seco.