Las palabras son una reacción a un reto. Y pueden ser verdaderas o no. Pero en definitiva, a la larga, son el resultado de lo que tenemos dentro, de cómo somos internamente.
Para hacer algo realmente interesante -no superficial ni banal- uno tiene que haber sentido el dolor en todo su ser, con toda claridad, verlo y comprenderlo. Y ese es el mayor reto que tenemos los hombres si es que queremos ir más allá de ese dolor y del caos que genera.
Muy bueno y real. La torpeza a veces es muy difícil de salir de ella. Por lo que hay que tener paciencia para poder dejar que se vaya. Porque el mismo deseo de salir de la torpeza, va a generar más desorden y caos -torpeza-. Los que se están ahogando en el mar, si se acerca alguien para salvarles, lo pueden hundir con él, por el pánico que tienen en ese momento de vida o muerte. Por eso, se les echa algo a que agarrarse –un flotador, una cuerda-.
Gracias, Humberto, por un dibujo tan fresco, sencillo y pedagógico.
Habrá algo más tonto, con tan pérdida de tiempo, que realizar un mándalas para destruirlo en un instante. Y es que la superstición, la fe, hay que alimentarlas para que sigan funcionando sus efectos.
Por eso que la verdad no se vive, si no que la quieren enseñar, que estamos como estamos: condicionados a escuchar y a obedecer a alguien que dice que sabe. Haciéndonos dependientes, seguidores, seres de segunda mano, sin libertad, llenos de codicia por llegar a donde ha llegado el que dice que sabe.
Si decimos que alguien es superior o inferior, ya nos estamos complicando la vida. Porque todos somos iguales, la diferencia está en el destino de cada uno. ¿Uno en qué se nota que es superior a otro? Cada uno tiene su grado de superioridad e inferioridad en relación a otro, a algo. Por lo que la comparación, el cotejar, nos deja divididos, con todos los problemas de racismo, de clases, de castas, de razas, de nacionalismos, de religiones.
¿Puede que en realidad, las decisiones de uno sean realmente de uno? Primero, uno para tomar verdaderamente sus decisiones ha de estar libre de su condicionamiento. Segundo, cuando hacemos algo -aunque tengamos toda la libertad para hacerlo- hemos de ser conscientes que una acción dañina contra alguien va a generar conflictos y problemas. Uno puede insultar a otro -es su libertad incuestionable-, pero también es falta de inteligencia. Porque va a generar toda clase de problemas. Y lo que necesitamos es dejar de generar problemas.
Algo tan directo, tan claro, tan práctico, tan lógico como el Zen, no necesita las explicaciones interminables de lo esotérico. Porque el Zen, los budistas, saben que todo es infinito y por eso no especula. Cuando el esoterismo es una especulación infinita.
Dios no es la química que activa al cerebro. Si no que la química es un instrumento del universo -algunos lo llaman dios-, para seguir operando como lo hace, para seguir siendo el universo, infinito, insondable e inexplicable.
Podemos llegar a la verdad solamente negativamente, negando el deseo. Pues, al negar lo que creemos saber, lo que decimos que nos conviene, es cuando negamos el ego. Y así el ‘yo’, no puede operar. Porque el ‘yo’ es lo conocido y lo repetitivo.
Con los palestinos puede que pase lo mismo que les pasó a los indios, aborígenes de todo el continente americano -sur y norte-: después de un genocidio durante cientos de años, ahora son como una rareza, desposeídos de todo en su propio país.
El Cristo, no cura ni perdona al que se arrepiente. Ese es un prejuicio superficial, convencional, que le interesa al poder, al establishment. Para poder seguir detentando el poder y la fuerza, para condicionar y dominar a las personas. Las personas como Cristo, lo que hacen es transmitir no verbalmente, ese magnetismo que lleva consigo la inteligencia y la sabiduría. Y uno la recibe o no. Si la recibe, en esos momentos es sabio, inteligente, limpio de todo pecado.
Pero, al no haberlo comprendido de primera mano, sino que es un acto de fe, o una influencia, pronto se extingue eso que lo hacía sabio e inteligente.
¿Por qué no usamos una manera de hablar en que todos quepan y nadie se sienta ajeno a lo que se dice? Porque si cada uno habla de su tendencia de lo que está aferrado, entonces no habrá manera de facilitar las cosas para que podamos entendernos. Por eso en vez de usar nombres propios de personajes, que nadie sabe a ciencia cierta si existieron o no, en vez de usar palabras de una religión minoritaria o no, términos esotéricos, hinduistas o de otros sitios, no usamos una especie de lengua franca donde nadie queda fuera del entendimiento y comprensión -como escriben todos los diarios, que los pueden leer y comprender la mayoría de las personas-.
Es evidente, que cada uno es lo que cree. Si uno tiene una creencia deportiva, toda su vida está alrededor del deporte. Si uno es vegetariano, su vida gira en pos de esa manera de alimentarse. Si uno es un vendedor, las ventas marcarán sus vidas. Los adictos al sexo, a las drogas, sus vidas son sexo y droga.
Pero todo eso de la rencarnación, ¿qué importancia tiene? La reencarnación es algo parecido a la astrología. Donde se dice: este es géminis, virgo, etc., como si eso tuviera algún valor real y determinante para la vida. Para que lo veamos mejor: si uno dice y describe cómo son los colombianos, los chilenos, los venezolanos, los austriacos, los alemanes, los rumanos o de Nigeria, eso todo es superficial. Porque todos los seres humanos somos lo mismo, tenemos miedo, deseos imposibles, vanidad, etc.
De la misma manera la reencarnación cree en un fragmento que ni se sabe si es cierto o no. Escarbando y cavando en el pasado, cuando todo el problema, está en el presente, en el ahora. Por lo que todo es un entretenimiento, una vanidad y distracción.
Si no hay creyente no hay creencia. Porque si no hay conciencia no hay nada., es como la muerte, el dormir, la embriaguez por estupefacientes, el alcohol.