Torni Segarra

Seleccionar página
 
La rendición es una palabra que no se aplica a nuestra vida, tiene su sentido en el juego, en todo lo que hacemos las personas. Uno tiene la batalla perdida, porque la derrota, que es la enfermedad, la vejez y la muerte siempre está ahí. Por lo que sólo cabe esperar el final.
Sólo podemos dejar de pelear con ello, haciendo un conflicto, una guerra, que lo va a complicar aún todo más.
 
Sólo nos queda descubrir si eso que decimos amor existe, puede existir, y vivir con ello para resolver todos nuestros problemas, que son los mismos problemas que tienen todos los demás.
 
Un amigo es como tú. Y al amigo y al caballo no se le pude cansar. Ahí están los problemas: que queremos lo que no puede ser. Nos gusta creer e inventar otra realidad que me satisface más que la que hay.
 
El pasado ya está muerto. Y no podemos cambiarlo, ni saber realmente lo que sucedió y porqué sucedió o si se pudo evitar o no. Así que atengámonos al presente, al ahora, que con ello ya hay bastante, eso es lo que realmente importa.
 
Uno tiene libertad para hacer todo lo que crea necesario. Pero, eso que hacemos o vamos a hacer, si no es correcto, va a generar un caos. Y a ese caos, se le va a imponer un orden, que a su vez va a traer otro caos. Así por siempre. Hasta que nos demos cuenta que lo negativo siempre genera dolor y sufrimiento. Darse cuenta no como una teoría, como algo que no presta toda su atención, sino que lo encara y aborda con toda la sangre, todos los nervios, toda la energía, con todo nuestro ser.
 
Eso mismo les sucede a todos los seres humanos. ¿No nos damos cuenta que con todas esas expresiones haciendo hincapié en las originalidades, hay mucho humor, sorna o burla?
 
Las palabras no tienen importancia, lo que realmente importa son los hechos. Nos hemos acostumbrado a creer, a ser crédulos con los libros, los que dicen que saben, los políticos, los gurús, pero ellos tampoco son sinceros, verdaderos, nos cuentan sus cuentos llenos de ilusiones para  embaucarnos.
 
Todo lo que hacemos, lo hacemos para nuestro propio negocio, que es nuestra vida. Todos buscamos un beneficio, algo que nos consuele de nuestras miserias. Los que trabajan haciendo servicios sociales, también lo usan por el negocio de su placer, por vanidad, el exhibicionismo. Todo deseo, todo devenir, todo lo que nos llena se convierte en un placer, con su adicción. Y donde hay placer, con su incesante deseo de experimentarlo, no hay amor.
No lo aceptes, investiga, trabaja sobre ello, porque la dependencia, la repetición, no es inteligencia.
 
Todo lo que hagamos, investiguemos, o digamos, ha de ser tentativamente, sin ningún propósito definido y establecido de antemano. Y es de esa manera, como todo lo que hacemos se convierte en juego, un deleite, un gozo.
 
Todos somos básicamente igual psicológicamente. Y, ¿cómo me voy a fiar, confiar, con alguien que es como yo?
 
Si somos para la vida, es decir si no morimos, la vida misma nos dará lo necesario para poderlo hacer, para sobrevivir.
 
‘Mi cielo es tu cuerpo, mi sueño tu sonrisa, mi droga tus besos, mi obsesión tus caricias, mi camino tu felicidad y mi objetivo, tu amor’. Con esos ingredientes lo que conseguiremos será la esclavitud del aferrarse,  al sexo, a la rutina de la dependencia, al apego aislante.
 
Si tenemos claro lo que hemos de hacer, no habrá lugar a esfuerzo alguno. Al contrario todo será la dicha del vivir. ¿No se dan cuenta lo ligeros que van cuando les interesa algo? ¿Por qué es que llevamos una vida tan superficial, irreflexiva, tan llena de ruido y charlatanería?
 
Si hay elección, va a ver confusión y desorden. Pues cuando encaramos los retos sin renunciar, el ‘yo’ está operando, él elige y dice: esto me gusta, esto no. Cuando el orden es sin elección, es cuando uno ha visto tan claramente algo que la elección ya no existe, como cuando vemos el fuego quema y apartamos la mano.
 
Quien ama de verdad hace lo que puede y no más. Y en todo lo que hace está el amor.
 
Si fuéramos sinceros, auténticos, nos evitaríamos los problemas de si voy o no voy, de si hablo o no. El fin del conflicto es la llegada del amor.
 
Todos erramos, quien no yerra es porque no conoce la vida ni cómo funciona el pensamiento. El error es consustancial a la vida, por eso el no error, es un invento de las personas.
 
Si nos ponemos en las manos de los dioses, entonces estamos perdidos. Pues los dioses los han inventado las corruptas e inmorales personas.