Torni Segarra

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Todos nos enamoramos por necesidad, tanto biológica, psicológica, socialmente, es algo que se ha convertido en una cultura. El enamoramiento prolongado de las personas, es la continuidad del celo de los animales. Nosotros porque nos conviene, al pensar que con la seguridad de tener siempre al lado una pareja estable, nos va a ir mejor, lo hemos aceptado e incorporado a nuestra manera de vivir. Por lo que eso, que empezó como una necesidad física, se ha convertido en un acto cultural. Ya que, todos –los que quieren- estamos obligados a enamorarnos y convivir con la persona elegida.
 
Yo soy yo y las circunstancias, el condicionamiento, los apegos, los dolores y sus heridas, la esperanza y ver su fracaso pues no llega. Y todo eso y más todavía. ¿Podemos ir más allá de eso que somos, sin que nos afecte nada, ni el cuerpo, ni la edad, ni la enfermedad, ni los problemas, ir más allá de todo eso y vivir la vida como la dicha de lo que es, de lo que sucede a cada instante?
 
Cuando ya no decimos mañana lo volveré a intentar, es cuando ya estamos actuando adecuadamente. Porque, estamos más allá de lo que consideramos perfecto, correcto, lo que hay que hacer porque todos los hacen. Cuando ni lo perfecto ni lo correcto existen en realidad, pues es un invento nuestro, de la mente temerosa, con miedo, que se agarra a una idea de lo que debería ser. Pero la realidad, la verdad, no tiene explicación alguna, no hay un molde para la realidad de la vida, ella se mueve viva, dinámica, libre, siempre fluyendo como un río.
 
Desear y que venga lo deseado, no es una ley exacta y segura. Porque la vida no la podemos controlar, ni planificar como en un papel cuadriculado. La vida siempre puede ser algo más, o algo menos pues hemos de morir algún día. Por eso, por muchos deseos que tengamos, puede ser que no llegue eso que deseamos, o que sí que llegue.
 
Cuando nos insultan, si estamos completamente atentos a eso, a lo que está pasando, entonces nos movemos con la situación del insulto, o la agresión psicológica, sin que haya división entre lo que está pasando y nosotros. Y si no hay división, no hay nadie a quien hacer daño. Y por tanto, no hay herida, ni vencidos.
 
La vida es dolor, ahí no hay manera de huir. Hagamos lo que hagamos ahí estará el dolor. Por tanto, para qué huir de ese dolo, si es como nuestra sangre, la piel. Si lo vemos claramente, al no haber conflicto ni lucha entre el hecho del dolor y el deseo de deshacernos de él, podemos ir más allá del dolor. Entonces no hay dolor y no dolor, si no lo que está ocurriendo, lo que estamos haciendo.
 
Lo más grandioso que hay es la creación, nuestra vida, Por eso, nosotros como somos esa creación y vida, somos lo más grandioso y sagrado que existe. Pero, toda la existencia, todo lo que es y existe –sea visible o  no-, es igualmente importante y sagrado.
 
Una mujer inteligente sabe dónde hay amor, porque ella misma vive en el amor.
 
¿Podemos vivir sin paciencia? Solamente lo podemos hacer, si vivimos en la inteligencia, que nos hace comprender cada cosa que sucede, ya sea agradable o no.
 
Cuando estamos perdidos en la inmensidad de la vida y sus maneras, sólo el amor, que hace de brújula nos puede guiar.
 
El hierro, todos los metales –relojes, pulseras, anillos, pendientes, aros en los pies, percigs, etc.-, nos restan la sensibilidad del cuerpo, y por tanto, también de la mente. Pues, todos esos metales, excepto el reloj, son una herencia de la esclavitud, son una herramienta identificativa y de sujeción que el amo ponía a los esclavos. Y lo mismo era los tatuajes.
 
Creerse más especial que los demás, nos divide de los otros, que también lo creen. Por eso, todos somos especiales, lo más importante. Creerse solamente lo más importante, es ignorancia, y va a generar desorden y confusión.  
 
Si nos identificamos como mujeres, como hombres, como colombianos, venezolanos, como campesinos o de la ciudad, europeos, africanos, asiáticos, etc., eso nos divide y nos lleva al enfrentamiento, que es lo que está sucediendo. Miremos lo que sucede cada día: unos quieren hacer la guerra contra otros, porque se identifican en una idea o teoría, que creen que es lo verdadero.
Pero nosotros no somos una idea, un concepto, ni una teoría, somos seres humanos. Y para poder vivir, sin división, sin crueldad, sin violencia, sin guerra, hemos de estar libres de toda esa identificación, que nos hace insensibles, indolentes al sufrimiento, al daño que hacemos a los otros.
 
Las personas, somos demasiado importantes y sensibles para tratarlas como juguetes. Si las tratamos como juguetes, esa falta de sensibilidad, que es la ausencia de compasión, va alterar de manera todas nuestras vidas, que serán todo desorden y confusión, enfrentamientos y contiendas.
 
Hay algo se nos escapa, pero para que los problemas desaparezcan de hoy para mañana, hemos de hacer algo al respecto, ¿no les parece? Si no ponemos orden en nuestra casa, el desorden persistirá allí. Así que, primero hay que empezar por nosotros, poner orden en nuestras vidas, nuestra manera de vivir
 
Probablemente no, toda persona busca en el otro a alguien perfecto -aunque no lo sea, creemos que si lo es porque la necesitamos-.
 
Un amor imposible, como no lo hemos consumado, conseguido, puede que siempre esté ahí queriendo realizarse. Pero todo eso, es romanticismo y autocompasión, pues el pasado está muerto.