¿Por qué damos por hecho lo que no sabemos? Cada persona tiene un potencial diferente a otras. Hay algunas que solamente con una mirada tiene toda la fuerza de mil abrazos. Y así en todo. Es porque ya hemos establecido un plan de cómo ha de ser la vida, cómo han de comportarse las personas, que vivimos amargados, en la miseria de querer y no poder.
Lo importante no es lo que yo quiero, sino lo que es, la realidad. Pero a nosotros nos gusta la seguridad de nuestras invenciones, de nuestros planes y deseos egoístas. Y por eso es que nuestras vidas no tienen belleza, son feas internamente.
Así tal cual somos. ¿Puede haber verdad cuándo queremos cambiar la realidad a nuestro antojo y manera? ¿Por qué huimos de esa realidad que no se puede cambiar? Es por el miedo a ser diferente, original, único. Ya que al seguir unas pautas, motivadas básicamente por intereses comerciales, nos hacemos vulgares, sin belleza, como si fuéramos personas de plástico, sin vida propia, sin sensibilidad. Solamente hemos conseguido convertirnos en animales vestidos, capaces de leer y escribir, de manejar máquinas, etc.
¿El deseo de humildad, nos hace humildes? ¿No es eso una contradicción puesto que ese pretendido deseo de ser humilde, ya lo impide? ¿Podemos ser humildes de verdad o es otra ilusión?
Cuando nos damos cuenta que todo lo que hagamos para ser humildes, no nos va hacer que lo consigamos, es cuando me atengo a ese hecho sin hacer nada. Y entonces, eso que llamamos la humildad está ahí.
En la inacción está toda la energía concentrada que nos lleva al orden. Pues en la inacción, es de la única manera en que el ‘yo’ no puede operar, Pues el ‘yo’, que es el pasado que busca seguridad para poder ser, necesita una certidumbre, la busca, se revuelve contra lo que no le gusta para huir de ello, cambiarlo. Y es ahí donde está la raíz de nuestros males y miserias, ya que eso que quiere no lo puede conseguir: la seguridad de obtener eso que quiere.
La infinitud del Universo –que abarca a todo lo que existe-, se puede ver y entender en cualquier cosa. Pues cada cosa, desde un planeta, hasta un grano de arena, albergan la capacidad de experimentar tanto en lo macro, como lo micro, infinitamente. Cosa que a los superficiales humanos, en su pequeñez, nos perturba y altera, nos confunde al no poder ir más allá con esas posibilidades infinitas.
Si ya tenemos un canon de lo que ha de ser la belleza, ¿es eso belleza o es hacer un negocio diciendo lo que ha de ser la belleza? Inventar lo que me gustaría que fuera, inventar otra realidad que más me interesa y satisface, es corrupción, que nos hace viejos y feos, repetidores desde hace un millón de años. La belleza es lo que es, toda la realidad, lo que está ocurriendo, nos guste o no. Inventar otra belleza –la que yo quiero- es la incapacidad, la falta de inteligencia para vérnoslas con esa realidad.
Esas son las tonterías –por incongruentes y fanáticos- de los carcas colgados con unas ideas estrafalarias, divisivas e inviables, a la hora de liberarnos de la estupidez, de la miseria y el dolor.
La solución es la libertad total y absoluta para poder ver y mirar, indagar en todas direcciones. Y esa libertad nos llevará al orden. Orden que no es el mío ni el tuyo ni el de nadie, sino la realidad tal cual es, nos güiste o no.
Para ser feliz hay que estar libre de conflictos. Aunque esto también puede provocar un conflicto, al que habremos de entender y comprender, para poder ir más allá de él.
O insiste en abrirla –la puerta- para ver lo que hay allí. Y así verás de primera mano todo lo que hay allí, de manera que eso se acabó para nosotros.
Que la madrugada se vuelve día, que el martes se vuelve sábado, porque nos interesa, ¿eso es una realidad o es una ilusión, un delirio? Hay unos cuantos explotadores que nos han dicho que lo que queremos, que en lo que creemos, eso lo conseguiremos, se nos concederá. Pero si son inteligentes, despiertos y libres, se darán cuenta que eso nos lleva al desastre de la confusión y el desorden, que es como vivimos.
Todas esas imposiciones por el que no quiere que haya divorcio, son las aberraciones de los tiranos dictadores. Es lo mismo que sucede ahora con la oferta laboral, tan abundante y favorable para los empresarios, que tienen tanto poder ante los trabajadores que están en paro. Los empresarios pueden imponer, con la ayuda del gobierno carca de derechas, cuantas aberraciones, barbaridades indignas de un ser humano, quieran o tengan la necesidad de más ganancias.
O sea, que el problema es de tiranía, de falta de humanismo, de sensibilidad. De falta de modernismo, en el sentido de hacer las cosas de manera que haya los menos problemas posibles.
Las fronteras son internas, están en la cabeza. Si uno es un tirano dictador y habla en contra de las fronteras de los otros -no de las de él- es que está confundido o es un subdesarrollado mentalmente, espiritualmente.
Digamos lo que digamos, lo que queramos decir, la madurez y la vejez han de llegar. Y cuando están ahí empeñarse en negarlo, lo va a complicarlo todo aún más. Por tanto, uno ha de vivir con eso, de la misma manera como vivimos el invierno o el verano, que también tienen sus dificultades. ¿Podemos ir más allá de todo, del cuerpo, de las circunstancias, de la enfermedad, del lugar donde vivimos, sin que nos condicione ni nos afecte?
¿Las personas podemos darlo todo por otra persona? ¿Cuándo nos damos a otro, a los otros, no es por una satisfacción nuestra, para satisfacer el placer que sentimos en esa entrega, al sentirnos que somos útiles, que servimos para algo? Entonces, esa entrega que parece total no lo es, pues está contaminada por el propio egoísmo. Para que la entrega sea total, no ha de haber motivo ni deseo alguno en ninguna dirección. Ese es el reto. ¿Por qué exigimos a los demás que hagan lo que nosotros no podemos hacer?