No nos engañemos, no vivamos en la ilusión, cuando más edad, ganamos en conocimiento y experiencia. Pero el cuerpo es una pesada losa, que nos condiciona de manera que hemos de hacer cosas que nunca hubiéramos pensado que haríamos: hacer cosas de ‘viejos’.
Si decimos que hoy somos más fuertes que ayer, ¿es cierto eso, no es mucho decir? Físicamente la fortaleza tiene un tope, de lo contrario no podríamos vivir con los demás, pues lo arrasaríamos todo –incluidas a las personas-. Psicológicamente, una vez hemos visto cómo funcionamos, cómo opera el pensamiento, cuando vemos donde está lo falso y lo verdadero, ahí no hay más o menos. Solamente hay la percepción de lo que sucede y su respuesta.
Cuando respondemos a una aportación, publicación o comentario, podemos decorarlo, ponerlo más bonito, etc., pero el resultado será el mismo: la respuesta según nuestro condicionamiento. Por tanto, hemos de comprender nuestro condicionamiento –de mujer o de hombre, de americano o europeo, de guapa o fea, de gruesa o delgada- y librarnos de él.
Para que el amor sea, hemos de ser nada. Y desde esa nada, que es morir a todo lo que somos. a todo lo hemos hecho, a todas nuestras proyecciones, es cuando el terreno está preparado para que el amor pueda ser.
¿Qué necesidad hay en ese exhibicionismo de superioridad del domador y el animal siempre inferior? Todo lo que no sea una necesidad vital, es preciso que genere dolor, antes, en el presente o después –domar y dominar a un animal es brutalidad, crueldad-. Es lo mismo que hacen algunos que son muy fuertes, que lo demuestran arrastrando un camión, o una pesada carga, con su sola fuerza, donde sólo hay exhibicionismo y espectáculo.
Pero si somos serios, sensibles, veremos que la vida no es un espectáculo, porque a cada paso que damos vamos a generar más sufrimiento, dolor, o no. La vida es la necesidad de subsistir, haciendo el menor daño a las criaturas y a todo lo que existe.
Los hombres son mujeriegos, ¿pero las mujeres no son también adictas a los hombres, ninfómanas en la medida de las posibilidades de cada cual? ¿Por qué ese interés de dividirnos de los demás –mujeres y hombres-, si somos básicamente iguales? ¿Es la costumbre, los celos, el folclore que hace de ello risa, es la amargura que cada cual lleva consigo? Mientras haya división, la fealdad estará con nosotros, la amargura y la desdicha de los enfrentamientos y la guerra.
Si hay lucha, esfuerzo, el resultado de lo que hagamos va a ser más de lo mismo: conflicto, crueldad, brutalidad, violencia y guerra. ¿No lo ven en el mundo, como siempre hay nuevas luchas, guerras entre países, donde se asesinan, se bombardean las ciudades y se destruye todo lo necesario para sobrevivir?
El más y el menos en el ámbito psicológico, no tiene cabida. El más y el menos sólo sirve en el ámbito de lo material –más fuerte o menos, más lluvia o menos, más dinero o menos-. Pero en lo psicológico no existe eso de más amor o menos amor. Porque el amor es o no es.
Donde hay amor, no hay perdón ni no perdón, sólo hay comprensión de lo que sucede, de lo que está sucediéndonos. Y si hay comprensión no hay ofensa ni necesidad de perdón. Es cuando no comprendemos, que buscamos excusas, argumentos, exigimos o pedimos perdón.
¿Nos olvidamos que todos vamos a morir cuando nos toque? Y de eso no hay dios –ni dioses- que nos puedan excluir ni ayudar. NI tampoco pueden hacer nada dios, los dioses, para librarnos del paso de los años, de la enfermedad, de la decrepitud y la vejez. ¿Por qué le damos tanta importancia a dios, si es nuestro propio invento para huir de la realidad, del miedo?
¿Por qué es que somos tan pedigüeños, siempre suplicando a los dioses, si eso que pedimos lo hemos de hacer nosotros, si es que eso es posible, no algo imposible? Pedir a los dioses es como escribir la carta a Papa Noel en navidad, pidiendo algo, sin darnos cuenta que somos nosotros lo que lo hemos de ir a comprarlo y pagar.
Es porque siempre tenemos sueños que vivimos como lo hacemos: proyectando todo hacia el futuro, desatendiendo el presente. Por eso los sueños son una ilusión, algo que podría conseguir en el futuro, pero perdiendo lo real y verdadero que es el presente, el ahora, la vida en directo a cada instante.
Cuando decimos que algo nos interesa, o no nos interesa, eso es que todavía estamos dentro del ámbito del egoísmo, del ego, del ‘yo’. Y ese ámbito del ‘yo’ todo lo que hagamos nos va a hacer daño a nosotros y a todos los demás. La sociedad, el establishment, los ricos y poderosos, dicen lo contrario: se egoísta, un triunfador, busca tu seguridad –que por cierto no la hay en absoluto-, lucha, esfuérzate y vence. Y es por eso que hemos creado entre todos esta sociedad corrupta e inmoral, que está arrasando esta hermosa tierra, con tal de sacar beneficios para satisfacer el deseo infinito de placer. Pero el placer siempre nos lleva al dolor, por lo que seguimos estando encerrados en el círculo de a más placer, más desorden, caos y dolor.
La vida es destrucción, amor y construcción, en una dinámica que no tiene ni principio ni fin.
Cuando nos faltan a nuestra dignidad es cuando nos hacen algún daño, ¿no es así? Así que la dignidad es cuando no dejamos que nos hagan daño. El problema ahora es: ¿podemos vivir sin hacer ningún daño? ¿Podemos vivir sin que nos hagan ningún daño?
El alcohol es una de las drogas peligrosas que se consumen, que destruyen tanto el cuerpo, como las células cerebrales, las neuronas. Y por ello hacer toda clase de tonterías, molestando a los demás con nuestras actitudes pasotas e indolentes.
¿Cuándo estamos realmente cansados verdad que no podemos más y tenemos que descansar y reponernos? ¿Por qué detenerse y descansar está tan mal visto, lo consideramos como una derrota? ¿Por qué siempre hay que exigirnos el seguir el impulso de dar un paso más? Esa actitud nos hace brutales y crueles, tanto con nosotros, como con los demás –ya que exigimos hasta hacer daño-.