Torni Segarra

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1. Las emociones no las podemos manejar, ellas al ser pensamiento son ingobernables. Además, como nos proporcionan placer aún tienen más poder. Por lo que hay que encararlas sin huir de ellas, sin querer cambiarlas. Porque el conflicto que eso desencadenaría, sería la continuación de esas emociones.
 
2. Todo lo que hacemos si lo planificamos no va a ser auténtico, libre, entero, total. Porque ese plan que ya tenemos va a matar lo nuevo, que nadie ha tocado, que el amor y su belleza que no se puede destruir.
 
3. En el ámbito psicológico, los maestros y artesanos que dicen que saben, no nos sirven. Sólo los aprendices, que actúan de una manera nueva, que se enseñan a cada segundo cómo han de actuar, son los que tienen el orden, que puede traer la paz a la tierra. ¿Puede un especialista tener amor, si vive sólo para eso a lo que sea especializado, y no sale de eso, sin poder ver toda la realidad y sus infinitas posibilidades cambiantes, siempre nuevas?
 
4. Pero todas, todos, somos iguales. La ilusión, es creerse diferente, especial, el preferido y protegido por la vida. Cuando todos pasamos por lo mismo: la soledad, la impotencia de cambiar la realidad, nuestra realidad, el deterioro, con algunos momentos de alegría.
 
5. La verdad no está en las palabras, está en una buena relación con las personas, con la naturaleza, con todo lo que nos rodea. Si vamos tropezando y dando patadas a los muebles, si queremos que el tráfico, los coches se muevan más rápidos de lo que pueden hacerlo, si queremos que los aparatos –el ordenador, los mandos a distancia para que funcionen- lo hagan con más rapidez que su capacidad que tienen, todo eso quiere decir que estamos en desorden, que somos un peligro para nosotros mismos, para los demás, y para la vida.
 
6. El amor para que sea, ha de haber ausencia de división interna que nos separe del otro. Si la división nos existe, todo lo que hagamos será el resultado de esa unión: el amor. Ya sea que lo que hagamos sea el caminar, trabajar, sexo, comer, dormir, no hacer nada, ser muy activo o pausado, cariñoso o menos cariñoso, serio o simpático. Porque el amor lo abarca todo, abarca toda la vida entera.
 
7. Si no nos olvidamos del pasado, de todo lo bueno y lo malo que nos proporcionó, seremos  feos, viejos, sin belleza. Pues vivir con el pasado es como vivir con una pesada carga, como un muerto, a cuestas que nos amarga, nos divide y separa del presente. El pasado y su romanticismo, es propio de personas superficiales., infantiles, siempre deseosas de rememorar todo lo que nos proporciona placer. 
Pues, el placer y su persecución, hace que desatendamos a lo que tengamos entre manos, que son los retos que nos llegan sin cesar, a los que hemos de poner toda nuestra atención y energía para así poder ir más allá de todo el fastidio que es nuestra manera de vivir.
 
8. Lo que es, la realidad, es lo que cuenta, lo verdadero, lo sagrado. Todo lo demás, como el querer y desear algo que nos gustaría que fuera, es una pérdida de tiempo. Pues cuando no nos atenemos al presente, estamos perdiendo la energía necesaria para que haya orden en nosotros. Y sin orden hay confusión, indolencia, indiferencia. Es decir vivimos de las cenizas, del humo. Cuando la vida para que tenga sentido y belleza, ha de tener una llama sin humo.
 
9. Y, ¿por qué habría de sorprendernos de que alguien nos diga que quiere hablar con nosotros? ¿Tan deteriorados estamos, tantas cosas debemos a los demás que tenemos miedo y nos escondemos? ¿O, es que esperamos algo a lo que damos mucho valor e importancia y vivimos pendiente de eso?
¿Nos damos cuenta que en todo eso está implicado el tiempo psicológico, como el ayer, el hoy el mañana? ‘Hoy no tengo eso que quiero –que ya lo hemos convertido en el pasado-, pero mañana tal vez lo tendré’, y entonces todo lo que hago, toda mi vida, la invierto en eso que quiero conseguir. Por lo que me separo de lo que estoy haciendo, de lo que hago.
¿Y sabe eso por qué es? Porque no somos felices, siempre estamos creyendo que la felicidad está en revivir el pasado, o está en el futuro. Cuando la felicidad, para que sea siempre es ahora, en el presente, en el ahora que está ardiendo con todo lo que es la vida.
 
10. Si es que queremos a los demás, o a alguien en particular, ¿por qué nos tendríamos que entristecer que las cosas les vaya bien, deseando que todo les fuera un fracaso? Eso demuestra lo confundidos y deteriorados  que estamos, decimos que amamos a alguien pero a la vez lo que queremos destruir, que nada de lo que haga le salga bien.
Por eso, es preciso que las personas estemos en orden tanto interno como externo. De lo contrario seguiremos haciendo toda clase de tonterías, como decir que amamos y a la vez odiamos.
 
11. La falta de respeto llega cuando nos creemos que somos mejores que los demás. Pues entonces se establece una relación entre la imagen que yo tengo de mí, que la comparo y contrasto con la del otro, en la que ya he hecho de ello una conclusión. Y, entonces ahí, sólo hay división, fragmentación, separación, con todo el sufrimiento, la crueldad, el dolor. Porque actuamos con racismo, como pertenecientes a una clase, a una élite que hemos inventado, ya sea la de uno solo o con un grupo.
 
12. La dependencia es el origen de todas las amarguras, pues ellas nos esclavizan, nos confunden. ¿Podemos dejar de ser dependientes? No digamos ni que sí ni que no. Porque las  palabras no van a traernos la verdad. Ya que la verdad, es de instante a instante, siempre cambiante.
Para estar libre de toda dependencia, uno ha de ser libre de todo lo que es. Ha de estar dispuesto a perder todo eso que es. Y en ese perder es cuando llega lo nuevo, la libertad de todo lo conocido.
 
13. Sí, Amelia, cuando hay amor empieza a tener sentido lo cursi. Ahora falta que ese amor sea una realidad. ¿El sexo es amor? ¿La dependencia, el estar poseído por alguien es amor? ¿O, el amor es la negación de todo lo que decimos que es? Porque el amor no tiene nada que ver con el pasado, con las palabras, con el ego, el ‘yo’.