Hay algo que nos iguala. Y es que el observador -yo-, que te observo a ti por lo que escribes, es lo mismo que lo observado –tú-. Es decir, todos somos iguales, cada uno a un nivel más exagerado, agudo o no. Por eso, te entiendo, porque a mí me pasa exactamente lo mismo contigo. Y eso, es lo que llamamos empatía, o el amor. No haber diferencias entre las personas, porque todos experimentamos lo mismo: miedo, afecto, alegría, preocupación, sensibilidad o indolencia, odio o compasión. Y ver todo eso, es el gozo del vivir, más aún si eso es compartido por los otros, Carmen.
Mnemonic. Tú puedes decir que la empatía es una cosa diabólica y millones de cosas parecidas. Pero, si eres sincero y cabal, lúcido y sano mentalmente, sabes que la empatía, como el amor, es la ausencia del ‘yo’. Y no hay más, pasa a otro tema, porque si no estás girando dentro de un círculo cerrado, es decir estás especulando.
Al final de todo, uno puede ver que lo que hace es el resultado de lo que uno por su cuenta hace, pero también que hay algo que se escapa para que en un accidente tan grave se salve y esté con vida sin apenas daño. Porque nosotros no somos los únicos constructores de este entramado que son nuestras vidas, de todo lo que es la vida, todos los acontecimientos que suceden tanto físicamente, como psíquicamente.
Por tanto, uno hace lo que tenga que hacer y que la suerte haga lo que tenga que hacer. Hay personas que han estado en la guerra, en combates, y lanzarles una bomba, donde cinco hombres que había, todos juntos, se murieron en el acto tres y dos vivieron. ¿Tiene esto explicación por palabras, por la razón?
Si uno sabe ver lo negativo allá donde esté y lo descarta, ¿para qué quiere lo esotérico?
El problema del cristianismo, y las religiones que se sostienen por la fe, es que ésta fe está construida como un inmenso dique para contener la investigación psicológica. Por eso, la teología cristiana es tan pobre, porque su fe en los dogmas y creencias, los detienen para que no vayan más allá de eso que se cree que es inamovible. Por eso, esas religiones por donde pasaron y pasan, dejan un reguero de muertes, de guerras, de destrucción.
Los que creen en los misterios, como cosas fantasiosas, siempre verán cosas anormales, excitantes y que pueden dar miedo. Pero una persona que pone cada cosa en su sitio, no da importancia a nada, porque sabe que sea lo que sea, no va alterar su manera de vivir: ver lo negativo allá dónde esté y descartarlo radicalmente.
Cada uno tiene una capacidad, que se convierte en necesidad. Por tanto, cada uno que haga lo que tenga que hacer.
Si todo es conciencia, habrá que entender ¿qué es esa conciencia? La conciencia para que sea plena y pueda operar completamente, no ha de estar dividida. Pues la división le resta la energía suficiente para responder a los retos, los hechos.
Y, ¿qué es lo que divide a la conciencia, la fragmenta y le resta toda su capacidad? Son nuestras mentes, que son divisivas, con su ‘yo’. Por tanto es esa mente con su ‘yo’, lo que hay que entender, comprender cómo funcionan, de qué manera es su proceder. Para que así la conciencia sea en toda su esplendor.
Todo esto es verdad. Pero es que somos tan cómodos, necesitamos tanto la seguridad, que necesitamos seguir a alguien, aferrarnos a él. Para así sentirnos seguros, con todo lo que dijo, juntándome solamente con todos los que creen en esa persona que sabe. Pero, paradójicamente, esa manera de querer vivir seguros nos deja en la inseguridad, esa persona que nos da seguridad, y esas personas que nos dan seguridad, nos lleva a la inseguridad. Porque solo existe la inseguridad absoluta. Y todo intento de huir, de inventar algo para poder estar seguro, nos sigue dejando en la inseguridad. Por tanto, no hagamos nada, viva con la inseguridad, compréndala, ámela, y ella le contará su secreto.
Por eso, sin uno ser afortunado y sensible, la verdad no se le muestre nunca.
Para decir: ‘Las cosas están cambiando, nosotros también’. No sé en qué te basas. Porque, salvo la manera de vestir, el conducir toda clase de máquinas, que nos hacen inventar más, que nos hacen viajar por todo el mundo y el espacio cercano, todo sigue igual como siempre: división conflictos, violencia y guerras. ¿Hay cambio posible? Primero eso lo tiene que descubrir cada cual. Y si lo constatamos nos daremos cuenta que todo cambio pasa por descubrir qué es eso de la división, que es violencia, que hay dentro de mí, que al exteriorizarse y salir fuera, en cada acto que hacemos, genera está manera de vivir con su sociedad tan caótica, desordenada y cruel.
Pero toda organización lleva en sí la semilla de la corrupción. Por tanto, las religiones organizadas, dividen a las personas de manera que se creen que su institución religiosa es la mejor, la única, la verdadera. Así que viendo, que la religión no es corrupción, uno descarta radicalmente toda institución o religión organizada.
Vamos a poner los pies en el suelo, si una persona tiene hambre, mucha hambre, y no tiene nada que comer va a robar donde hay comida, ¿no? Todas las palabras, los argumentos legales, la falsa moral, no sirven de nada ante el hecho de tener hambre. Pues la moral, ahí está de su parte. Porque esa es la manera como está constituida la vida: el que no come, muere.
Ahora dejemos la comida, porque nosotros afortunadamente comemos cada día, dos, tres veces o más. Si tengo la necesidad de hablar, de investigar, de inquirir, etc., ¿por qué no lo tengo que hace? Pero, ahora viene otro y dice: el inquirir hasta cierto punto tiene su sentido, pero llegado un momento todo se convierte en una especulación, en un cavar un pozo que no tiene fin. ¿Estamos participando de lo que estamos diciendo? Participando totalmente. ¿Qué haremos entonces?
No, no, Martín. Hay que ser humilde, realista, nosotros no podemos saber dónde está el principio de todo. Por lo que no podemos saber todo, cómo y cuándo empezó todo.
Las explicaciones pueden ser infinitas, con su razonamiento, su lógica, pero no podemos verlas como ciertas. Porque al existir el infinito, también está el infinito para verlas como no ciertas. Por eso, solo sé que no se nada.