Torni Segarra

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Ciencia es todo lo que usa la ciencia para un ejercicio, purgamos la medicina. Si tú eres médico y dices a un paciente: yo no te quiero curar porque no puedo o no quiero, ¿qué sucede? Dirían que eso no es ciencia. Pero, eso es falso. Porque ese médico actuaría de acuerdo con su ciencia,  y no como la ciencia convencional. Por eso, estoy hablando desde el principio de la ciencia convencional, dogmática, rutinaria, vieja y conocida. Cuando la ciencia es llevarlo todo hasta el extremo en su lógica, hasta que la capacidad ya no pueda proseguir: la antimateria, lo que está más allá de la mente y capacidades.
 
Pero, olvídate de tu ciencia a la que adoras. Ciencia es todo arte para hacer algo.
 
¿Por qué siempre estamos diciendo que según el científico tal, dijo que eso era así y no de otra manera? Pues si hacemos eso, sin verlo nosotros mismos, nos convertimos en personas seguidoras personas sin criterio propio, superficiales, manejables.
 
El amor es o no es. No hay término medio ni excusas ni ideación sobre él. El amor es tan radical  como la misma m muerte. Y dentro de esa radicalidad está sus infinitas posibilidades.
 
Eso quiere decir que uno sea como sea –analfabeto o no-, en todo lugar y condiciones, puede ser libre.
 
Enric, tú lo planteas como si el hombre fuera dios omnipotente. Pero no lo somos. Sólo sabemos, que no sabemos  nada, si salimos de uno más uno hacen dos. Y a partir de ahí todo cae para volver a empezar, lo nuevo. Por eso, la vida es destrucción, amor y construcción. Pero los científicos dicen que ellos lo van a construir y solucionar todo: la salud, vencer a la vida y a la muerte, para vivir siempre, eternamente con un cuerpo, gozando del placer. 
Los científicos, como personas condicionadas, tienen miedo a morir, a aceptar la destrucción de ese imperio que están construyendo toda la vida –derrotar a la muerte- que nunca tendrá fin y por el que se gastan millones y millones en ese empeño. Mientras la humanidad prosigue con su desorden y caos, las hambrunas, la violencia y la guerra, a los que ellos no se oponen radicalmente, sino que participan en ese drama de la injusticia, de la falta de respeto, de insensibilidad e indolencia. Que es todo la manifestación de su ignorancia.
 
Todo deseo en cualquier dirección, por favorable y buena que nos parezca, es una proyección de algo que ya ha sido. Cuyo resultado ha de ser el karma (las consecuencias), por lo que habrá de haber frustración o placer. Y así, siguiendo dentro del ámbito del devenir, del llegar a ser, en contraposición a lo que es, a la realidad.
Sólo cabe mirar y observar todo lo que hay en la mente, todo lo que llegue a ella, sin tocarlo ni huir ni querer cambiarlo.
 
Eso lo dices tú. Yo no digo que los científicos sean una casta Estoy hablando del paradigma del estamento científico, como lo haría del estamento judicial, de los militares, de los futbolistas, etc., ya que cada uno tiene sus maneras, su dinámica. Y si uno se sale de la dinámica, lo tiene que demostrar con sus actos. Y eso quiere decir estar solo, para así poder cuestionar todo lo que sea negativo.
 
El que tiene que cuestionar somos nosotros. Y por eso, te he dicho, Javier, que si hacemos de lo que ha dicho, el científico tal, sobre el universo o cualquier otra cosa, algo incuestionable, como un dogma, eso no es ser científico auténtico en absoluto, verdadero. Uno ha de verlo por sí mismo. Ha de ver todo de primera mano, para así comprenderlo.
No hacemos eso, miramos un pájaro según lo que dicen los libros de él, miramos los hechos siempre con referencia a lo que dicen los otros que les hemos dado la autoridad. Y aquí incluyo también a los maestros y gurús, que son unos científicos del comportamiento y el funcionamiento de las personas, de la mente, que hay quienes se entregan a ellos convirtiéndose en seguidores, en personas de segunda mano.
 
Tú puedes tener una opinión de lo que pueden hacer los otros, pero eso no tiene ningún valor, porque no es un hecho. Otro problema que tenemos: no queremos atenernos a los hechos. Dejemos al futuro y atengámonos al presente, al ahora.
Si tú vieras toda la humanidad como una unidad, como una misma familia que vive en la misma casa, sí que te importaría en qué se gastan los recursos, el dinero, la energía. Es porque somos insensibles e indolentes que nos distraemos con toda clase de ideas y teorías. Y no vemos el hecho real de lo que está sucediendo: el hambre y sus muertes que causa a cada momento, toda esa absurda violencia con sus matanzas, con el armamento cada vez más perfeccionado para asesinar. Por eso, sin antes poner orden en nosotros, todo lo que hagamos va a ser la continuidad de ese desorden. Uno, y cada uno, es el responsable de todo lo que pasa en el mundo, porque entre todos hemos construido esta manera de vivir.
 
Pero, ¿por qué eres incapaz de cuestionar lo negativo, lo que provocamos a los demás con nuestra actitud egoísta y cruel, es que eres insensible, indiferente? Por eso, es preciso poner orden en nuestras vidas, que es nuestra manera de vivir. Mientras no tengamos orden, todo lo que hagamos será un arañar en la superficie de los problemas. Pregúntate por qué no tienes orden: ¿es por pereza,  porque vivimos con todo cubierto, vivimos instalados en el placer, en nuestra torre de marfil, porque hemos hecho de la superficialidad nuestra manera de vivir?
 
¿Pero no te das cuenta que un ser humano cualquiera es un científico? Un científico es el que quiere hacer las cosas bien. Es lo mismo que un maestro: solamente ha de hacer las cosas adecuadamente para que los demás lo vean si quieren, no hace falta un título académico que lo certifique un organismo del estado o la autoridad académica. Por supuesto que existen los maestros y profesores académicos, pero a esos -como los científicos- no nos referimos. Estamos hablando de las personas corrientes, como tú y yo, como las que son como nosotros. Y por eso, todo el problema eres tú y lo que haces con tu vida. Y si tú resuelves tu problema,  que es cómo vives, qué haces con tu dinero, con tu tiempo, con tu juventud, con tu energía, entonces estás influyendo en toda la humanidad, en el científico reputado y premiado, halagado, y en el oficinista o el carpintero, en la persona que limpia las casas, los muebles, en el catedrático o en el padre de familia, etc.