Lo más importante es ir más allá de la palabras para poder comprender la realidad, no lo que se decimos. Pues lo que se dice, se narra o describe, no es lo narrado ni lo que se dice.
La indiferencia para los que hacen de su vida un espectáculo, es el fracaso. Pero, la indiferencia hacia lo que hacemos es una respuesta ordenada. Pues, ¿a qué tiene que ir una prostituta a la iglesia o una beata a un prostíbulo? La indiferencia, es negativa cuando negamos la importancia que tiene todo ser humano, no lo que hace que nos puede gustar o no.
El problema es cuando vivimos pendientes de lo que dicen los demás de nosotros, porque hemos convertido nuestra vida como un culebrón, con sus esperadas entregas para que siga el espectáculo, la distracción.
Para Sílvia Congost, Psicóloga y Coach Personal. Especialista en Autoestima y Dependencia Emocional.
He leído tu entrevista en el diario… Gracias.
Creo que todo lo que necesitamos es conocernos realmente como somos. Y para ello, uno ha de ver la manera cómo funciona el pensamiento. Y el pensamiento, necesita seguridad para poder actuar adecuadamente. Y cuando le falta seguridad, es cuando llegan los problemas. Y es entonces cuando surge el miedo.
Así que todos buscamos seguridad. Pero, la seguridad no existe en absoluto en el ámbito psicológico. Por eso, es que siempre vivimos en conflicto entre lo que quiero y lo que realmente es, la realidad nos guste o no.
Cuando dependemos de alguien o de algo, ¿no es porque hemos inventado algo que no es, algo que no es real –que es vivir creyendo que estoy seguro-? Por tanto, uno ha de mirar los hechos, atenerse a ellos. La huida no nos sirve. Hemos de estar con el problema, sin querer cambiarlo, tocarlo, huir de él. De manera que no haya división entre el problema y nosotros. Y si no hay división, no hay conflicto, sino la inteligencia que está operando. De manera que ese problema nos cuenta su secreto.
Cuando estamos dentro de una tormenta o un remolino, uno tiene que entrar completamente en ello. Los animales, cuando hay tormenta y llueve no pelean ni maldicen contra eso, solamente están quietos y aguantan los truenos, los rayos y el agua, que les cae encima.
Eso demuestra lo peligrosa que puede ser la mente, inventando lo que ella quiere ver, pues tiene esa capacidad por descabellada y absurda que sea.
¿Esa desesperación es por un solo hombre o es por la desesperación por la impotencia por no comprender la vida y sus maneras, la realidad cruda, tal cual es?
La charlatanería se convierte en placer, cuando agredimos a los demás, exigiéndoles lo que nosotros no podemos hacer: cambiar nuestras actitudes egoístas, divisivas, perjudiciales para todos, que nos generan tanto desorden y confusión, como el que hay en nuestras vidas, en cualquier lugar del mundo, vayamos donde vayamos.
¿Podemos ver en un instante lo que son todos los dioses? Cada religión tiene sus dioses preferidos, sus historias favoritas que los describen, con sus hazañas y proezas, etc. Pero, ¿tienen los dioses algún valor real, salvo hacernos vivir en la ilusión? Cuando hablamos de los dioses en realidad estamos hablándonos a nosotros mismos, es como un monólogo donde no hay nadie salvo nosotros. Es algo así, como cuando sales a la calle en invierno y hace mucho frio y decimos: ¡Qué frio que hace! Como si alguien estuviera con nosotros y se lo comentáramos, pero no hay nadie más que nosotros.
Como el amor no se puede describir, cuando amamos a alguien, solamente hay que amarle. Y lo que salgo de eso, eso es el misterio y el secreto del amor.
Ante la incertidumbre del futuro, no hay débiles o fuertes, cultos o incultos, pobres o ricos. Todos hemos de pasar por el aro que la vida nos da a todos: vivir en la más absoluta y completa inseguridad. Pero cuando no huimos de esa inseguridad, es cuando estamos realmente seguros.
La felicidad, como la paz y el amor, se van y vuelven caprichosamente. Porque la vida no es lo que nosotros queremos y creemos que es. Si no comparáramos, si no miráramos atrás, siempre viviríamos en el ahora. Pero al no hacerlo, al comparar lo que nos sucede con lo que éramos en el pasado, es cuando nos dividimos y perdemos la felicidad.
Cuando somos libres no tenemos ningunas responsabilidades, ¿verdad? Solamente cuando no hay comprensión, es que dejamos de ser libres y llegan las responsabilidades que nos desbordan y abruman. Cuando todo eso es el juego del ‘yo’.
El error y el no error, es fruto de la mente dual, que contrasta y compara el presente con el pasado o proyecta en el futuro. Si comprendemos el tiempo psicológico, como una ilusión que es, todo es una continuidad indivisible, donde todo está relacionado. Donde el perdedor y el ganador son lo mismo, ya que se necesitan, donde el que consideramos muy importante y el que no lo es, son la misma cosa igualmente importante.
El aburrimiento o la tristeza, son como una ola que nace muy lejos, pero ella ha de llegar a la orilla y desaparecer. ¿Podemos hacer lo mismo con todo lo que nos llega, sea la tristeza, la frustración, la ociosidad, dejarlas que se manifiesten en su totalidad para así comprenderlas? Nosotros, como tenemos miedo, huimos de lo que nos llega, dividiéndonos de eso sin poderlo comprender, vivir hasta el final y desaparezca? Para resolver un problema, hemos de estar con él, amarlo, sin miedo, y él nos contará su historia y secreto.
Nosotros somos muy poca cosa, y sólo podemos vivir la vida que se nos ha concedido. Solamente hay que vivir adecuadamente, sin conflicto, y todo lo demás que nos llegue, no está en nuestras manos.