¿No nos damos cuenta que cuando nos miramos como algo diferente y más importante, es como mirarnos el ombligo, creyendo que solamente existimos nosotros? Lo más feo y viejo que hay –ya que tiene millones de años- es creerse diferente y mejor, con más valor e importancia, que los otros.
¿Ahora veremos las ganas y el interés que tienen de cumplir las leyes de la ONU? Ellos que son tan escrupulosos para hacer cumplir las leyes para los demás.
Primero que nada, tener un hijo es un acto bilógico. Después están las necesidades de ese hijo que ha nacido, que cada cual según sus posibilidades va a responder.
Todo puede pasar en todas direcciones y posibilidades. La vida es algo que no se puede dominar, manejar a nuestro capricho e interés. Y la vida somos las personas, también ingobernables, sorprendentes, ilógicos para nuestros intereses y los planes. Pero lo que nos hace vulgares y previsibles, son nuestras mentes que tienen miedo, y por eso, nos hacen egoístas y crueles.
Yo quiero, yo puedo, yo soy capaz de hacer cualquier cosa. Pero siempre dentro de los límites de lo posible. Si nos cortan una pierna, ¿puede volver a crecer? Si tenemos noventa años, ¿podemos hacer como hacíamos a los veinte?
¿Puede esa dicha de relación ser definitiva, para siempre? Como no lo es, si hay apego y nos aferramos a esa persona, nos va a llevar al dolor.
Prometer que jamás lastimaremos a una persona, ¿es eso real, es eso posible? Cada uno tenemos el ego, el ‘yo’, con sus deseos y necesidades de seguridad, de miedo, de evitación del dolor. Si hay dolor, y la necesidad de que cese, ¿puede haber una relación sin daño alguno? Mientras exista el deseo de evitar el dolor, sin ir más allá de todo lo que es la vida, siempre hemos de hacer algún daño a los demás.
Solamente muriendo a mi deseo de seguridad, deseo de placer, deseo de devenir, que uno va más allá del dolor y del placer.
Si tu vida no tiene orden, por mucho que le pidas a tu dios, a los dioses, eso no va a tener ningún efecto. Pues lo que va a determinar y a marcar lo que les suceda a tus hijos está relacionado, con la vida que lleves, con la manera como vivas cada momento de tu vida cotidiana.
Y el orden, es la ausencia de división y conflicto, la comprensión del ego, del ‘yo’. Que son los causantes de todos los problemas, la confusión, de todos los males.
Los hijos no nos enseñan a amar, nos lo exigen. Porque sin esa exigencia, ¿los atenderíamos, los cuidaríamos en sus necesidades, o nos olvidaríamos de ellos y vendrían los desastres y perecerían?
En la vida, todos estamos expuestos a los mismos peligros, dramas, calamidades. Es una ilusión creer que mi dolor es más doloroso e insoportable que el tuyo, el de Esther M. Y es por esa actitud tan insensible hacia los demás, que nos dividimos de ellos, de los otros, de mi pareja, de mis vecinos, de mis parientes, de los compañeros de trabajo, de mis amistades. Por lo que, vivimos enfrentados, en conflicto. Como sucede entre la mujer y el hombre, entre el negro y el blanco, entre el pobre y el rico, entre el que cree y el que no creen en nada.
Para ver todo eso, hemos de entrar en los problemas mirarlos realmente como son, y no como me gustaría a mí que fueran. Pues el ver claramente algo, genera la acción que es el orden.
Las obsesiones con lo que sea, nos van a generar toda clase de problemas. Hay quienes están obsesionados con su país y se hacen nacionalistas fanáticos dispuestos a matar y a que los maten por esa idea; hay quienes creen que su creencia, ya sea política, religiosa, o de otra manera de vivir, es la mejor. Y todo eso nos divide y enfrenta, nos genera contienda, como creer que el hombre es más que la mujer, o la mujer es especial y diferente con más atributos que los hombres.
Esto no es mi idea, una opinión personal, eso es el hecho de nuestras vidas, la de cada cual, sea rico o pobre, feo o guapo, educado para vivir y enfrentarse a las maneras de la sociedad o un salvaje. Si lo ves, Esther M, entonces eso es tuyo. Y eso te libera de las tonterías de ser mujer u hombre, de ser de una gran ciudad o un pequeño pueblo, de ser culta o inculta.
¿Dónde venden esas alas para poder volar? ¿Por qué no somos serios y dejamos de vivir en nuestras fantasías y delirios? Pues eso, nos lleva al desorden, a la confusión y al caos.
Es ese valorar a alguien, ya sea un niño, un joven, un viejo, ¿es eso amor? ¿O es miedo de perder a alguien, con el que hemos acoplado nuestra vida, y la idea de que desparezca nos llena de incertidumbres e inseguridades?
La manera que demuestra que hemos cambiado, es si vivimos en conflicto o no. Pues la evolución para ser mejor, etc., es una ilusión es irreal. ¿Puedo decirte que hoy no te quiero, no te puedo querer, pero que mañana te querré un poco más y así sucesivamente? ¿Tiene esto sentido es una ilusión, una superficialidad?
El amor es tan radical como el nacer o el morir: o es o no es.
Yo soy yo y mis circunstancias. Depender de lo que son los otros, ¿tiene eso sentido para la liberación? Si no vamos más allá de lo que somos todos, entonces la liberación no será posible. ¿Qué es lo que somos? Miedo. Y por eso, egoístas y crueles, dominantes brutales, expansionistas, llenos de vanidad y de exhibicionismo. Creyendo que siendo así nos liberaremos del miedo, que es dolor.
Pero eso no es así, el miedo solamente desparece cuando cesa la división entre nosotros y eso que nos causa miedo. Ese es el reto de nuestras vidas, ver y comprenderlo, e ir más allá de todo ello.