Torni Segarra

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1. He leído tu entrevista de ayer. Gracias.
Los profesores -catedráticos- como tú de ética, y todo los demás profesores, deberíais de informar, que la sociedad donde vivimos tiene su base y sostén en la competitividad, en ganar, vencer. Todo se consigue compitiendo: un empleo, una pareja, un campeonato deportivo, etc. Y, luego al que lo consigue, se le encumbra, ensalza, es puesto como modelo. Por lo que, lo que impera es la vanidad de lograr, lo que sea. Pero eso que conseguimos compitiendo, genera división, brutalidad, crueldad.
Y como no queremos tener una mala imagen nuestra -mala conciencia-, hemos blanqueado, hecho que esa brutalidad y crueldad sea bien vista, como algo normal, natural, a base de ruido, exhibicionismo y vanidad, toda la maldad que hemos generado.
Pero eso que parece tan sencillo -el que los profesores informen de lo negativo de competir, ya que provoca corrupción e inmoralidad- se complica porque ellos lo tienen que vivir en cada acto de sus vidas. Y ahí es donde estamos estancados. Por lo que la solución de ese problema de la inmoralidad, la competitividad, se vuelve a su vez en otro problema. Porque al ver que no podemos ser honestos, no corruptos, etc., nos deja impotentes y frustrados, nos hace cínicos y buscadores del placer para huir de nosotros mismos.
Los cristianos y los comunistas, les pasa lo mismo, exigen a los demás que sean honestos, sin codicia ni avaricia, sin deseos materiales egoístas. Y como eso no puede ser, viven con el sentimiento de que son hipócritas mundanos, burgueses capitalistas.
Eso es debido porque somos superficiales, no hemos profundizado en la raíz de los problemas Y la raíz de los problemas está dentro de cada uno, que el mismo lo tiene que ver, comprender, resolver.
Con afecto y con cariño.
No sé a qué te refieres sobre esa historia de Jhavé, conozco poco sobre ese nombre.
 
2. Hay algunos que dicen que el mundo material es una ilusión. Y por tanto, el cuerpo también es un invento de esa ilusión. Pero, ¿qué hacemos del dolor al darnos un golpe cuando tropezamos? ¿Qué hacemos con los que se están muriendo ahora de hambre, con los que están ahora siendo torturados, tratados con toda la crueldad posible?
El hecho es que existe el dolor nuestro y el de los demás. Y que cada uno para vivir ha de hacer algún daño. Pero, ahí está la diferencia, siendo consciente de ese daño que provoco, intento que sea el mínimo. Y para ello he de comprender el deseo, cómo opera, dónde está la parte falsa de él.
 
3. La cuestión es: ¿Cómo te liberas del dolor?
 
4. "Todo lo que comprende o percibe no es real, no es usted’.
No es usted, pero está ahí. Esa es la locura en que vivís.
 
5. Tu actitud es como el que está más allá del bien y del mal. Pero siempre cayendo la balanza a tu favor, por egoísmo. Pues hay algunos que están más allá del bien y del mal, pero entregan su energía y su vida intentando ayudar a los demás.
 
6. El problema no es que a las cosas complicadas les llamemos infantiles. Los infantiles, son los que les dan vueltas sin parar, cuando el mundo está ardiendo de asesinatos, de violaciones, de millones de personas que mueren de hambre.
Eso es como si delante de nosotros, por la acera de la calle, una persona cayera al suelo y no hiciéramos nada, diciendo que ese que ha caído es una ilusión. Eso cómo lo calificaríamos, ¿de locos, chiflados, semidementes, sonados?
 
7. No pararás, pero seguro que estás más aislado, y preso del grupo pseudo espiritual, que al final no podrás ni salir a la calle. Porque huirán de ti, te verán como una persona perturbada, enferma mentalmente, como los drogadictos.
 
8. No tienes huida ni salida ni te puedes quedar. No sé la edad que tienes, pero si no cambias tus delirios, puede que acabes  en manos de psiquiatras, en una institución para enfermos mentales.
 
9. Si te afecta lo que digo, es que tú ‘yo’ está enrabiado, está operando.
 
10. No se trata de cinismo sino de locura, los estoy tratando y niegan el cuerpo y la realidad, justificando todas las estupideces, diciendo que todo es una ilusión. Lo malo es que se creen los más intelectuales. Pero también que están realmente mal. Parece que se han dado cuenta que están en un hoyo; y algunos ni lo saben. Y si lo saben, dicen que les gusta. Creo que todo eso es esnobismo y sobra de dinero, comida y ropa. Están ociosos.
 
11. Estábamos en el corazón del invierno, no por los días que ya iban creciendo en luz, donde se notaba al amanecer y al atardecer. Sino por el frío que ya se había metido en todo: en las paredes, en las calles, en el agua, en el cuerpo. Los días eran claros y llenos de luz, sin ninguna nube que ocultara al sol, pero el frío era el dueño del lugar, obligando a todos a abrigarse el cuerpo con ropa adecuada –abrigos, chaquetones, bufandas, guantes, botas, gorras y gorros-. Los animales, parecían estar al margen del frío. Pues ellos, siempre van en el mismo abrigo. Un gato, blanco con una mancha negra difuminada, tenía la suciedad que dejan los coches y sus humos. Estaba sucio por estar por la calle confiadamente.
Hay gatos que son ciudadanos como las personas, se han adapto y arreglado para vivir en las calles. Ahora había en cuanto apenas, pero hace unos años cuando había solares y descampados, los había en abundancia. Algunos, durante la noche, los coches los atropellaban y mataban. Y a la mañana temprano se les veía en medio de la calle, inertes y con el rigor de la muerte. Ya no eran gatos, eran otra cosa. La muerte acaba con todo. Solamente tenemos el consuelo que todos han pasado por ahí y todos vamos a pasar. A los animales la muerte no les importa, nada saben de ella. Por eso, no la temen ni les importa el futuro. Viven cada instante plenamente, como si vivieran sin tiempo –que es así en realidad-. Su vitalidad está toda enfocada a la supervivencia y la reproducción, son esclavos de eso. Y por eso dan la vida en luchas, disputas del territorio, en defender el derecho de aparearse con las hembras que ellos, cada uno, creen suyas.
Los hombres hacemos lo mismo, pero más refinadamente, más civilizadamente. Pero las pulsiones vitales son las mismas: tenemos que comer, defender el poquito espacio que tenemos, también nos creemos que hay personas que sexualmente son para nosotros.
No hay manera de vivir de manera diferente a cómo lo hacemos, pues el cuerpo es el que impone su autoridad. Solamente la diferencia es que nosotros podemos ser menos crueles, menos obedientes a las pulsiones corporales. Por eso, los astros nos inclinan pero nos arrodillan.