La única manera de descartar algo, ya sea un sistema, una costumbre, una adicción, etc., es viendo realmente lo negativo que es. Sintiéndolo de la misma manera como cuando tenemos sed o hambre, o como cuando vemos un peligro y somos conscientes realmente de él. Entonces, la acción es sin esfuerzo, sin voluntad, pues la misma acción de ver es la misma respuesta de descartarlo, de ir más allá de eso a lo que hemos de responder, sea lo que sea.
La resonancia mental, como la mente misma, es global. Y nadie está libre de esa resonancia. Por lo que, hay que estar atentos a todo lo que nos llega, En un niño, eso es un problema porque él es más vulnerable. Evidentemente, el ambiente familiar eso lo va a moldear de una manera o de otra. Por eso, el trabajo siempre es de uno: verlo, comprenderlo y, de esa comprensión, llegará la acción adecuada, correcta.
Los pensamientos, las palabras, nos destruyen unos a otros, porque ellas tienen toda la energía que nuestra intención les dan.
Primero que nada, Jiddu Krishnamurti sólo se dio cuenta de lo que ya estaba ahí, y otros muchos también lo habían visto.
Cuando un ruido fuerte se escucha, ¿qué pasa con la atención? ¿Por qué la atención concentrada no es atención también? ¿Acaso no es natural? ¿La atención, es solo un estado de plena consciencia de la totalidad?
El problema no está en la concentración, el problema está en que hay que morir de instante a instante a esa concentración. Porque de lo contrario llega la división y el conflicto. Así que si uno es libre, puede hacer lo que quiera porque esa libertad, que es inteligencia, le guiará y llevará del orden a orden, siempre en orden.
¿Puede vivir el organismo en una constante atención plena? ¿Quién es el que hace esa pregunta, no es el pensamiento, el deseo de más control, que es concentración, etc.? Por tanto, el pensamiento no puede llegar a lo que está más allá de él.
Gracias por las publicaciones, Ovidio. La narración es impecable correcta: del mal sale o llega otro mal. Aunque ahí no se acaba todo, porque ese mal se puede convertir en algo diferente al mal. Tú puedes estar enfadado e insultar a alguien, pero si te das cuenta al ver la reacción del que has agraviado, puedes cambiar esa actitud y dejar el mal, que es lo inadecuado. Por tanto el mal y el bien, están relacionados, son las dos caras de la mima moneda. El mal no puede ser sin el bien y al revés. Porque nos damos cuenta, tanto del bien como del mal en relación a su contrario. Tú no eres consciente de lo bueno que eres hasta que te comparas con uno que no es tan bueno como tú. Y al malo le sucede lo mismo cuando se compara, se contrasta, con el bueno.
Respecto de los EEUU y la antigua Unión Soviética, como no puede ser de otra manera su problema no era político ni estratégico, etc., su problema era humano, psicológico, de diferencia en la manera de vivir. Eso es lo mismo que les pasó a los judíos y a los árabes cuando los expulsaron de España los católicos, o cuando los europeos invadieron América y tropezaron y se enfrentaron con los aborígenes, nativos. Nuestro problema está en no poder convivir los unos con los otros. ¿Un católico convencido, puede convivir con un comunista ateo? ¿Un hombre mundano, puede convivir con alguien que vive austeramente, retirado de la vanidad y del exhibicionismo?
Por eso, todos los problemas que tienen las naciones, los bloques políticos, las religiones organizadas, etc., son los mismos problemas que tenemos con los vecinos, compañeros de trabajo, con los que convivimos. Es un problema relacional, que está más allá de todo lo que es o deja que ser –ya sea comunista o capitalista, mujer u hombre, joven o viejo, creyente o no creyente, etc.-. Y ese problema relacional, siempre ha existido y existirá hasta que nos demos cuenta que nos puede pasar como a las dos águilas en vuelo, que se hirieron mutuamente en su lucha por dominarse, vengarse, etc., de manera que cayeron contra las rocas y murieron reventadas.
Ahora mismo, tú y yo, podemos disentir de muchas cosas, pero ¿por qué nos tenemos que querer enfrentarnos, guerrear, destruir, en vez de ver la manera de solucionar nuestras divisiones y diferencias? Ese es el reto a lo que nos hemos de atener y responder.
Y eso mismo, pasa en Palestina entre los israelíes y árabes, entre musulmanes y cristianos, entre los europeos y los africanos, entre los pobres y los ricos. Y ahí no hay soluciones políticas, sino soluciones humanas, de humanismo, psicológicas, de compasión y de amor.
El placer es lo más adictivo que hay. Pero, el placer está ahí. Hasta que no veamos que ese placer, del que generamos y sacamos la energía para poder funcionar, es realmente el peligro, que nos hace insensibles, indiferentes, faltos de inteligencia, el despertar, la iluminación, serán vistas como algo extravagante, cosa de reprimidos religiosos.
Gracias Abad por tu aportación. El poder de uno no depende sólo de él, también depende de los demás. Si los demás van ganando más poder, el mismo poder que tenía uno, es preciso que ese uno lo vaya perdiendo. Eso está sucediendo en todos los ámbitos, porque las personas cambian: unos que son débiles se hacen fuertes y otros que son fuertes se hacen débiles. El antiguo Egipto, perdió el poder que tenía, Grecia, el Imperio Romano, los imperios inglés y español, etc., les pasó lo mismo. Ahora ese mismo paradigma sigue funcionando y al que le toque subir subirá y al que le toque bajar bajará, en esa dinámica peligrosísima de ser el más poderoso. Porque el que manda, el poderoso, es una fábrica de enemigos.
Vamos a ver si lo aclaramos un poco más, Ernesto. Si estás frente a la chimenea y hay fuego y estás caliente, no habrá problemas porque lo puedes soportar. Pero si ese fuego es muy poderoso y te da demasiado calor saltarás de allí porque te está quemando. Y esto está más allá de sistemas o no sistemas. La realidad, los retos, necesitan respuestas concretas, porque son hechos. Y los hechos no pueden ser respondidos ni encarados con demoras, que es tiempo psicológico. Así que la demora, el tiempo, el pensamiento que genera un deseo, es lo que genera y provoca los sistemas.
Pero esas vivencias son el pasado, son recuerdos, Fernando. Y, ¿quién es sino el ‘yo’ el que recuerda? Por tanto, el pensamiento ha de seguir haciendo su trabajo que es emitir imágenes hacia el futuro o del pasado. Así que, si no lo podemos vencer, ¿por qué interferirnos con él, generando conflicto entre lo que él quiere y lo que queremos nosotros?
Mari Carmen. Cuando tú eres feliz al enamorarte, al vivir algo extraordinario, el pensamiento no está. Y si lo está, no estorba al contrario es un motivo más de gozo. Por tanto, hemos de ver por qué no tenemos esa intensidad en nuestras vidas, en las respuestas a los retos que nos llegan, que en realidad es toda nuestra vida, todo lo que nos sucede. ¿Es por qué estamos cansados, aburridos, llenos de repetición y de la amargura que le sigue? Entonces, es cuestión de poner orden en nuestras vidas. Y ese orden, es el que nos dará la energía necesaria para que eso que veamos, sea lo que sea, lo acojamos sin dividirnos ni hacer con ello un conflicto.