Todos no son una celebridad en el exhibicionismo, ni tienen fortunas para derrochar y gastar, ni están más allá del bien y del mal, para tragar todo lo que tiene que tragar alguien que triunfa. La mayoría somos personas normales, y seguramente atraeremos a personas como nosotros.
Y para casarse con una persona treinta años menos que su pareja, tiene que tener algo que es lo que tiene su pareja: mundanalidad, persecución del placer, estar pasado de rosca.
¿Pero, eres tan inocente e ignorante de creer que los hombres no saben hacer lo mismo? Las mujeres y los hombres somos iguales: tenemos miedo y temor a lo mismo, a quedarnos solos, a ser rechazados, a la decrepitud, a la vejez y la muerte. Así que todos estamos pisando por el mismo lugar que es la tierra y la vida.
La finalidad de la religión es que haya armonía y ausencia de egoísmo entre las personas. Y, creemos que eso va a suceder siendo supersticiosos, creyendo en personajes que nadie sabe a ciencia cierta si existieron, creyendo en libros antiguos que son como las novelas, creyendo que hay un dios hecho a nuestra medida y condicionamiento, ¿esperamos que así esa armonía y ausencia de egoísmo va a llegar?
El problema no es si hay o no hay dios, eso es demasiado infantil y superficial, el problema está en cómo vivo. Es tan fácil, que los mundanos se asustan, porque si vivieran así dejarían de ser mundanos, que es lo que necesitan: creer en esto o aquello, en ideas y teorías, dejándonos divididos y en conflicto.
El éxito mundano, el triunfar, proviene de haber tolerado y aceptado la manera corrupta e inmoral por la que funciona y se rige la sociedad, el establishment.
Lo que queda es el vacío, la nada. Pues, el pasado, todo lo que hemos hecho, todo lo que nos ha sucedido, está todo muerto.
Todo lo que has dicho no ha sido nada en concreto de lo que ha motivado el que me dirigiera a ti: ¿Quién es el que sabe quién está iluminado o no? Nadie lo puede saber. Es como querer saber quién es libre. O, quién es honesto, no corrupto. Al fin y al cabo, eso qué nos importa. Por eso, es tan ridículo hablar de eso. Cuando el problema, es mi vida, es cómo vivo mi vida, qué hago con esa vida que es relación con las personas y con todo lo que existe.
Y para que esa relación sea verdadera, uno ha de estar libre de división y de conflicto. Y para ello, no hemos de estar aferrados, ni condicionados, por ideas y teorías. Y eso es todo. No hay más. Sólo palabras y más palabras.
El que es de noche -lo que hacemos durante la noche-, también lo es durante el día. No hay escapatoria. Puede que nos escondamos, que nos pongamos una careta, pero todo lo que somos está ahí para el que sabe ver.
Nos enamoramos porque somos egoístas y necesitamos eso de lo que nos hemos enamorado. Todo lo demás es literatura, cosa del cine y las novelas para poder venderlas y vivir de eso.
¿Cuándo vamos a hacer ese cambio, para romper esta cadena de sucesos egoístas que nos hacen insensibles, brutales, crueles, violentos? Llevamos así desde hace un millón de años: el ser humano vive dividido, enfrentado con la naturaleza, con los animales, con las personas que viven con él. Así que ahora el reto es tuyo y es mío, Carmen. ¿Qué haremos para no reproducir ese paradigma de egoísmo, de división, que genera todos los problemas: pobreza, la crueldad contra los débiles, contra las mujeres, etc.? No pienses en lo que han dicho y repetido un millón de veces y no ha dado resultado.
Así que estamos solos, con nuestros problemas y tenemos que descubrir qué hacer para no reproducirlos nuevamente. ¿Qué harás? ¿Tienes la suficiente necesidad, porque ves el dolor y el sufrimiento de los demás como si fuese el tuyo, para poder hacer un cambio radical en el que no tengamos nada que ver con la corrupción ni la inmoralidad? Si es así, entonces esa pasión y necesidad, que es la atención total a todo lo que hacemos, te dirá lo que tienes que hacer. Y entonces, el orden, que es la inteligencia operando, está ahí contigo. Y eso que tienes es tuyo y nadie te lo puede arrebatar.
Somos seres humanos de carne y hueso, abocados al drama de la vida que es sufrir. Así que es el sufrimiento el que moldea nuestras vidas, el único freno que tenemos, que no falla.
No importa que seamos negros o blancos, mujeres u hombres, etc., lo importante es lo que hacemos en la relación con los otros. El que discrimina, es porque no funciona bien, está neurótico, amargado, dividido, en conflicto.
Para Francisca Serrano, ‘trader’ (operadora bursátil independiente). He leído tu entrevista en el diario…, de ayer. Gracias por las informaciones y comentarios.
Si el dinero abundante que ganas, lo repartes entre los pobres de África, de aquí, etc., entonces, ¿eso qué sentido tiene para ti? Pues, para conseguir ese dinero has de generar desorden, ir y venir, llamar por teléfono, gastar electricidad, desgastarte tu vida, contratar a personas y bregar con ellas, y todos los problemas que eso lleva consigo, etc. Pero si trabajas lo necesario para poder sobrevivir, entonces estarás en orden. Es como si fueras a cazar o a pescar y capturaras muchas piezas para luego repartirlas, con todo el desarrollo y el desgaste físico, económico, de la vida, etc., que supone. Y la responsabilidad de tener que repartir las piezas adecuadamente, equitativamente entre la mayor parte posible de personas.
¿No te has dado cuenta que todos los trabajos se sustentan en la corrupción, la llevan en si –que es la competitividad, que es hacer daño a otro a sabiendas-?
¿Estás de acuerdo, Francisca?