El karma es la manera cómo actúa la materia, la vida. Es implacable, sin compasión. Pero, cuando llega el amor el karma desaparece.
La mente, el pensamiento, sólo pueden operar dentro de su ámbito. Y su ámbito es su condicionamiento: el ‘yo’, lo viejo, lo conocido, lo repetitivo. Pero, en el ámbito de lo nuevo, del amor, no pueden participar.
En el caos, está el orden. Y ese orden nos vuelve llevar a otro caos. Y así hasta que lo comprendamos, y hasta que muramos.
El mejor divorcio, el verdadero, es la comprensión de lo que es lo negativo y descartarlo. Si lo vemos claramente, eso negativo, ya no lo es, no nos molesta, porque estamos más allá de él.
¿El enamoramiento de una persona qué es sino una ilusión, una inflamación, motivada por lo biológico y lo psicológico? La persona que aceptamos para enamorarnos es la que más nos conviene en ese momento, pero pasado ese momento todo puede cambiar. Los que se acoplan a una persona, lo hacen por miedo a la soledad, por tener a alguien como confidente, amigo., para poder tener un proyecto como vivir juntos, tener hijos, etc., y para tener sexo seguro con esa persona que hemos aceptado para enamorarnos. Pero la realidad, la vida no funciona así. Ese pretendido orden que establecemos cuando nos enamoramos, como todo orden trae el caos de la dependencia, el aferrarse, el identificarse, el estar poseído con una persona.
Si vivimos plenamente, la vida nos dará lo necesario para poder vivir. Vivir plenamente quiere decir sin ninguna seguridad psicológica. Para de esa manera ser libre, no dependiente de nadie ni nadie que nos siga.
Los enemigos, y los falsos amigos, no van a desaparecer. Así que hemos de ir más allá de esas personas, para no verlos como falsos amigos ni enemigos. Es de la manera que ellos no nos afectarán negativamente.
Cuando observamos profundamente, desaparee la división. Entonces, a uno no le afecta nada: ni los olores repelentes o agradables, ni lo llamado feo o bonito. En esa observación total, todo es aniquilado, sólo existe el ahora, libre de lo conocido.
Si comprendemos la vida cómo es y cómo funciona, nos daremos cuenta que no puede ser de otra manera: con sus sonrisas y lágrimas. Pero las lágrimas pesan más, nos aplastan y destruyen psicológicamente. Ahora bien, cuando lo vemos como un hecho, como vemos un peligro al que hay que eludir y apartar, es cuando vamos más allá de lo negativo:: todo lo que nos sucede y molesta porque nos identificamos en ello., Y así, ni nos afectan las sonrisas ni las lágrimas, ellas están aquí con nosotros siempre y a todas horas. Pero es tanto un gozo reír como llorar.
‘Si alguien no sabe darte amor’, entonces es que tenemos un problema. O es que le estamos obligando a que nos amen, o es que nosotros estamos poniendo impedimentos para que nos puedan amar.
Cada cosa que nos sucede, nos pasa, tiene sus consecuencias en nosotros. Los sueños, tienen su resonancia en nuestras vidas y por tanto nos condicionan haciendo que perdamos la libertad. Pues la libertad, es el vacío, la nada, donde nada nos afecta. Por lo que los sueños son un impedimento para la libertad, ya que nos relamemos en ellos si nos gustan, o peleamos con ellos si nos disgustan.
Los sueños son la prolongación de nuestra vida mientras dormimos, por algo que no hemos acabado –vivido completamente- durante el día. Por eso, quien pasa hambre puede y suele soñar con algo relacionado con la comida.
El amor no busca problemas, aniquila todo el pasado. El amor sólo puede ser en el ahora, donde todo sobra, ya sean las exigencias, los reproches, los halagos y las bonitas palabras, las explicaciones y la charlatanería infinita. El amor es o no es.
Para amar uno tiene que tener esa cualidad de vacío, de no ser nada, sin identificación alguna con conceptos, ideas o teorías, con el pasado o el futuro, ni el presente. Sólo con esa soledad, que no es aislamiento, el amor puede florecer.
Lo imposible, por serlo, no se puede conseguir. Sí que se puede investigar, discutir, platicar sobre ello, pero por ser imposible siempre llegaremos a ver que eso que queremos conseguir no es posible. ¿Podemos detener el sol, la salida o la ocultación de la luna, dominar nuestra biología, sin que nos desequilibremos y nos generemos toda clase de problemas?
Los dioses no necesitan nada. Por eso son dioses: se bastan así mismos. Somos nosotros, los ignorantes, primero los que los inventamos y luego, como no puede ser de otra manera, les ponemos nuestras palabras, conceptos e ideas.
¿Dónde hay esfuerzo, querer retener, obligar, puede haber amor? El amor lo incluye todo, pero él impones su orden que está más allá de nuestros deseos.
“El amor inmaduro dice: ‘Te amo porque te necesito’. El amor maduro dice: ‘te necesito porque te amo’”. De todas las maneras, el amor si lo es, está más allá de todos los deseos y estrategias, de las necesidades, más allá de las palabras.
Si decimos que los dioses están de nuestro lado, entonces los otros que también tienen sus dioses, dirán lo mismo. ¿Qué necesidad hay de tener o no los dioses de nuestro lado, cuando actuamos adecuadamente? Es porque llevamos una vida desordenada, confusa, deseando y maquinando lo que no es real, que hemos inventado a los dioses, a nuestra hechura y medida, les hemos puesto nuestras palabras y nuestras acciones absurdas e irreales.