1. No solo ese dios –los dioses- nos dejan caer, sino que cuando llegue la hora de envejecer, enfermar, la muerte, no harán nada por nosotros. Pues todo está dispuesto para que así sea, para que todos pasen por eso. Entonces los dioses no sirven de nada, ya que no nos van a quitar la angustia, el dolor de la enfermedad, la vejez, las miserias, la muerte –que aunque no lo veamos de esta manera, es liberadora-.
2. No solamente los ojos marrones son bonitos. Absolutamente todos los ojos son bonitos, si excepción alguna. ¿Por qué estamos tan obsesionados por seguir un patrón de lo que nos han dicho que es lo bonito, de lo que es la belleza, de lo que está de moda, ya sean que lo digan las superficiales empresas que inventan las tendencias, que inventan lo que se tiene que llevar, el color del cabello y de la uñas, el maquillaje, etc.? Todo eso es un negocio para enriquecerse y como tal necesita un movimiento imparable de compras, que cuando más acelerado más ganancia.
Así que todo lo que existe es bello, tiene su belleza, aunque esté fuera del circuito banal de la moda y su exhibicionismo.
3. Los socialistas españoltalibanes, deben tener cuidado. Para que no se les olvide que los nazis, se llamaban también nacional socialistas.
4. Uno de los grandes problemas que tenemos es que nos creemos especiales, libres de todo lo negativo que le atribuimos al otro, a los demás. Sin darnos cuenta que nosotros, también hacemos lo mismo que los otros a los que criticamos. Y de ahí nacen todos los problemas de los nacionalismos, divisivos que se quieren imponer con la crueldad, la brutalidad, la violencia.
Todo el problema de los nacionalismos está en su ausencia de libertad. Es el mismo problema que tenemos con los vecinos, con las personas con quien convivimos, ya sea la esposa, los hijos, etc. El nacionalista no admite las necesidades de los otros a quien domina. Es como una pareja que no acepta que se vaya, se separe o divorcie, la persona que vive y comparte su vida en una relación conyugal. Si es el hombre el que no quiere, puede ser cruel y brutal, violento e incluso matar a su pareja. Y también puede hacer lo mismo con su hijo, que se quiere independizar, poniéndole toda clase de trabas, amenazándolo con desheredarle, diciéndole que para poder marcharse han de acordarlo si están de acuerdo o no todos los miembros del grupo familiar.
Por lo que los nacionalismos han de ser, por la fuerza de los hechos, una máquina violenta, con sus ejércitos, sus policías, sus espías, sus jueces y tribunales todos al servicio de ese nacionalismo, opresor, insensible, indiferente y cruel. Por eso, lo primero que tiene que hacer un nacionalista es darse cuenta que el nacionalismo del vecino, que él no quiere darle nada de lo que le pueda corresponder, es el mismo nacionalismo odioso y divisivo, perturbador suyo. Resumiendo, el problema consiste en: ‘Yo sí que puedo ser nacionalista, pero tú no lo puedes ser y no te dejaré, usaré todos los medios que tengo, y más, para que tú no lo seas’. Ese es el drama de la vida, que nos aboca a la división, al conflicto, al enfrentamiento, a la violencia y a la guerra.
Por eso, cuando un nacionalismo amenaza a otro de las consecuencias que pueden suceder, si sigue con sus protestas y reclamaciones, se olvida que él, todo poderoso, también va a sufrir los problemas de ese enfrentamiento. Va a sufrir los enfrentamientos, la crueldad, la violencia. Y por eso, es que un hombre pacífico, que no quiere la guerra no puede ser nacionalista, tanto si es de un país grande o pequeño. El pequeño, si es abusado, si se le falta al respeto, si se le niegan sus derechos, si se le roba lo que es suyo -al igual como cualquier persona que pasa por esas mismas circunstancias- ha de cuestionar e informar sobre todos esos agravios y actitudes dictatoriales.
Es preciso para que haya paz, entender y asumir, ver y comprender, que yo soy exactamente igual que tú en lo psicológico. Mientras uno se crea que tiene más derechos, más autoridad, más fuerza, más influencias y dinero, y las use contra otro que no las tiene, la guerra y sus matanzas en masa seguirán ahí. No solamente se mata en el campo de batalla, sino en nuestros hogares, en el lugar de trabajo, etc., también. Porque no solamente se mata con las armas. También se mata de hambre, de problemas, de recortes en servicios sociales, de los crueles desahucios, de pensiones miserables, de echar a la calle a millones para que estén en el paro y tener mano de obra barata, aprovechase y abusar de ella con sueldos y derechos miserables. También matan y asesinan los ladrones, corruptos inmorales que roban millones y los gobiernos no hacen nada para recuperarlos, los que defraudan a la Hacienda pública no declarando sus ganancias. ¿Cuántos morirán por esas causas, un millón, dos millones, tres, que nadie les cuenta ni tampoco los que mandan quieren que se sepa? Y ahí entras tú y tu trabajo: denúncialo, cuestiónalo, protesta e informa sobre esa corrupción que asesina como los terroristas, pero sin hacer tanto ruido y aparato. ¿Lo harás? No lo harás porque no eres un hombre completo, no eres moderno, eres viejo, te gusta vivir como vivían tus padres y abuelos hace cien años. Pero como eso no puede ser, fuerzas las situaciones, las circunstancias, el presente, de manera que estás llenando de amargura tu vida y la de los demás.
5. Cuando nos damos cuenta que aunque consigamos algunos sueños superficiales, los verdaderos sueños (la paz, el fin de la violencia, de la corrupción y la inmoralidad, la igualdad entre la mujer y el hombre, y entre todas las personas, el fin de los conflictos, del parloteo de la mente) no pueden realizarse, es cuando llega la liberación y la tranquilidad. Y es entonces cuando la vida se hace realmente interesante.
6. Porque tengamos fe, no quiere decir que los sueños van a hacerse realidad. La fe puede hacer que uno haga toda clase de barbaridades y mate millones de personas. O sí que los consigue, como sucede, pero el precio es la locura desde el inicio hasta el final. Miremos los genocidas y sus sueños imposible, que ellos intentan realizarlos, los que quieren conseguir sus sueños por medio de la violencia y sus matanzas. ¿Cuál es su destino, su vida, su manera de vivir?
7. El problema es que somos nuestra mente. Y lo que la mente es, eso mis mismo será nuestra vida, nuestra manera de vivir. Y la mente no se puede gobernar, es ingobernable. Lo único que podemos hacer es comprenderla, sin huir de ella, sin querer cambiarla ni tocarla, de manera que no haya conflicto, entre lo que yo quiero y la mente.
8. Al final de todo lo psicológico es lo que tiene la última palabra. Porque las cosas no las vemos realmente como son, sino cómo nosotros las vemos. Uno puede vivir en una aldea y sentirse feliz, y otro de una gran ciudad allí se moriría de tristeza, y en una ciudad desesperarse.