“El placer depende de las cosas, la felicidad no”.
Porque el placer –su búsqueda- es un invento. Y la felicidad, es. Ha de ser por sí misma, donde sea y como sea.
El pez no puede dejar de estar en el agua, dentro del mar. Nosotros no podemos dejar de respirar el aire. De la misma manera, uno no puede dejar de estar dentro de la conciencia, de la mente global, universal, Por lo que las cosas, son como son: llega el invierno, llega el veranos, llegan las alegrías y satisfacciones, llegan las tristezas y desengaños. Pero, uno ha de estar más allá de todas esas eventualidades, comprenderlas.
Besarse en la boca lo único que nos exige es que tengamos un gran deseo de hacer sexo. Porque besar a otro en la boca, exige una gran confianza, afecto, o muchas ganas de conseguir sexo.
Pues, cuando dos personas se besan en la boca, todo lo que hay en ellas, se confunde y transmita al otro. Y la boca es algo que alberga toda clase de suciedad: sarro, restos de comida, malos olores -litiasis- si hay algún diente deteriorado, por si hay alguna alteración digestiva, etc.
Pero a pesar de todo ello, el beso nos da una información básica: si después de todo lo que en la boca hay de repelente, no lo experimentamos como repelente es que hay muchas posibilidades que el sexo pueda funcionar. Al contrario, si percibos, un mal aliento, eso es señal de que hay división, y las posibilidades de que el sexo funcione completamente son menos probables.
El que sueña no está limitado a las dimensiones habituales. Al soñar, estamos fuera de la gravedad, del tiempo y el espacio, del significado de las palabras, conceptos, etc. Solamente somos presos del pasado, la memoria de la mente. Pues, sin ese soporte del pasado, no podríamos soñar. Ya que, para que exista la mente ha de haber un pasado, ya sea que lo conozcamos o no, ya sea que conozcamos si hay un creador o no. Porque, para que algo exista ha de ser creado, generado.
Todos los problemas nos vienen tanto de la obediencia, como de la desobediencia. Tan culpable es el que dice que sí a una atrocidad, como el que se rebela contra la realidad que no se puede cambiar. En ambas situaciones, se genera división, desorden, desgracias y miseria humana.
¿La verdad se puede explicar con palabras, conceptos, prejuicios, valores? La verdad, que es lo que es, no es de nadie. Está ahí para ser vista. Solamente podemos hacer, tentativamente e informativamente, hacia dónde se encuentra, como una señal que indica la dirección. Pero, es uno el que tiene que llegar a ella, o ella venir. Y este es el problema para poderlo entender, que siempre puede haber una dicotomía, varias explicaciones. O, no.
Alguien que tenga una gran inteligencia emocional -empatía, amor, compasión, afecto y cariño extremos-, sea quien sea, es preciso que parezca un loco. Porque a los que no tienen esas cualidades, les da pánico -celos, envidia, deseos destructivos, agresividad, violencia, contra él- el ver lo que otro hace y ellos no lo pueden hacer. Y ese exhibicionismo de esas cualidades, ya es algo que corrompe y lo vuelve vulgar, como todos, nada excepcional, sagrado, santo.
Amigo, Ernesto, las creencias no son los hechos, esto mismo que te digo tampoco lo es, pues también forma parte de una creencia. Así que, descartemos las creencias y atengámonos a los hechos: hay una humanidad sangrante, tú y yo, y todos, que necesitamos resolver los problemas que tenemos. Y esos problemas todos tienen el origen, la raíz, en la división interna. Y, cómo liberarnos de esa división interna que es la que causa y genera la pobreza, la miseria, los hambrientos que van a morir ahora mismo, esa es la cuestión que debemos abordar. Si es que somos sensibles, con afecto a la vida, llenos de compasión y amor.
Para Arturo San Agustín, periodista, escritor.
He leído tu entrevista en el diario La Vanguardia de hoy. Gracias.
Cuando dices: ‘En lo esencial, Francisco piensa como Benedicto’. ¿Puede ser de otra manera? Es como cuando se cambia a un presidente de un país, todo va a ser básicamente lo mismo. Porque, ¿qué presidente sería capaz de deshacer el ejército, des violentar a la policía, subir desde abajo sin pisar a nadie, sin dejar ningún muerto por el camino, redistribuir la riqueza de verdad con expropiaciones, sancionando con gravámenes el exceso de dinero, romper la cooperación con los países corruptos, que promocionan y participan en guerras? Eso nunca se ha visto, no puede ser, porque todo el sistema se sostiene por el viejo paradigma de que hay que seguir cueste lo que cueste y haciendo lo que haga falta: los ricos y poderosos siguiendo con todas las ventajas en todos los ámbitos; y los pobres, a aceptar lo poco que les den. Pues, para que haya ricos, es preciso que haya pobres.
Así que el nuevo papa, está atrapado en la burocracia vaticana, por los poderes fácticos, por los fanáticos supersticiosos. Hace unos días vi un trozo de una película, en la que aparecía un rey –de hace doscientos años-, que tenía un amigo editor, que por publicar textos de escritores que iban contra dios, diciendo que todo era una mentira y falsedad –pues eran ateos- lo detuvo. Dando la explicación, diciendo que si dios no existe tampoco puede existir el rey, ya que ellos lo son por la gracia de dios. ¿Te das cuenta todo lo trabado que está, una cosa que sostiene a la otra? ¿Por qué ningún papa, ha excomulgado a los políticos que intrigan, promocionan y patrocinan las guerras, tienen fábricas de armas todas preparadas y diseñadas para asesinar en masa a las personas?
El papa, actual, Franciso, ¿será capaz de promulgar una homilía –carta- para que se lea durante unos años en todas las misas, todos los días, en las parroquias, monasterios, conventos, seminarios, escuelas religiosas, etc., en la que se diga que todo el que participe, maquine, atice las guerras será apartado, expulsado del catolicismo, así como todo fabricante de armas, distribuidor, vendedor, etc.? ¿Será capaz de romper las relaciones con los más asesinos carniceros, que no dudan en invadir un país, bombardearlo, destruir todo lo necesario para poder sobrevivir, matando millones de personas? ¿Lo hará, amigo Agustín, el actual papa, que tanto cartel tiene como un posible ejecutor para un cambio en la anquilosada, carca e inmoral iglesia?
Me temo que no va a hacer nada más que un lavado de cara, como pintar la fachada de un edificio. Porque si hiciera un cambio de verdad –vender las riquezas del Vaticano, por ejemplo y repartirlo entre los pobres- todo caería en pedazos. Los mismos católicos practicantes serían capaces de asesinarlo, como tal vez ya ha ocurrido con algún papa.
Por eso, se cuenta, que Jesús estaba en Roma paseando y vio a un pobre, y le dijo: ‘¿Qué tal te va?’ Y el pobre le respondió: ‘Va mal, muy mal, pues no me dejan entrar en el Vaticano’. A lo que Jesús, le dijo: ‘No te preocupes, a mí tampoco me dejan’.