Torni Segarra

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¿Se pueden hacer que los pensamientos sean positivos? ¿O los pensamientos son el resultado, la consecuencia, de nuestro condicionamiento que nos hace que actuemos de una manera determinada, que va a afectar nuestras vidas y por tanto a lo que pensemos?
 
¿Ese amor no es miedo a perder a alguien que nos da seguridad, que nos da placer, sexo? Mientras exista el miedo, el amor no puede ser. Toda la literatura superficial y chabacana, se ha inventado unos cuentos, unos relatos, que son falsos y patéticos, presentando a la adicción, al aferrarse a una persona, como amor. Cuando el amor es libertad de todo lo conocido. El amor va siempre a lo desconocido, pues él mismo lo es.
 
Esa es la reacción de miedo de la niña, que vive en un mundo y ambiente, que la ha condicionado a depender de su madre, familia, etc. Y cuando su madre desparece, se encuentra perdida, siendo que hay otras personas que se pueden hacer cargo de ella.
Todo lo hemos arreglado para que haya desorden. Nos hemos hecho dependientes de todo, ya sean las personas, la comida, la manera de vestir, del lugar donde vivimos, Y cuando eso desaparece, nos perturbamos, nos entra miedo, estamos perdidos.
 
Nosotros no sabemos nada de lo que nos puede llegar en el futuro. Así que, pretender planificar nuestras vidas, nuestras relaciones de pareja o matrimoniales, es tan ridículo e infantil, que por eso nuestras existencias están en desorden. Porque las forzamos, hay fracción y conflicto, se pierde la belleza, y llega la fealdad y las miserias.
 
El sol volverá a salir, mientras estamos perdidos en la negritud de la noche, no nos sirve. Pues ese volverá a salir, no es lo que necesitamos: liberarnos del miedo, del aislamiento de la noche.
¿Qué podemos hacer? No huir ni tocarlo, ni querer cambiarlo, solamente vivirlo, estar con ello hasta que desaparezca. Siempre es el miedo el impedimento. Y por eso, hay que comprender que el miedo es el resultado de nuestro condicionamiento, del pasado, de las experiencias que hemos vivido. Por lo que si morimos, descartamos, todo el pasado, el mido no tendrá el combustible para poder ser.
 
Mientras seamos competitivos, seremos agresivos, y ya estamos en el camino de la violencia y la guerra. Pues los otros también lo son. Quieren lo mismo que nosotros: ganar, triunfar, ser el más en todo para eludir el morir, el ceder, ya que no queremos –o no sabemos- comprender que esa manera competitiva está en el mismo plano y nivel que la guerra.
 
Hay mentiras y falsedades tan grandes y pesadas que nos pueden destruir: los espíritus, la reencarnación, el infierno, el más allá. Cuando aún vivíamos como los animales, sin la mente desarrollada, ¿dónde estaban los espíritus de los muertos, dónde estaba el más allá, ya sea el infierno, o el cielo? Eso quiere decir que todo es un invento de nuestras mentes, Por eso se dice que creer es ver. Y es que si creemos lo veremos, pero no será lo real, sino el producto de nuestra perturbación de la mente.
Los que han usado las drogas como una herramienta para ver, han visto lo que ni se puede describir, toda clase de barbaridades, toda clase de cosas bonitas y aclaradoras. Pero los que creen en las drogas –y viven con ellas-, los que creen en alguna idea o teoría espiritual o de la clase que sea, viven en la confusión y el desorden de los inventos, los delirios, las alucinaciones de la mente.
La pregunta ahora es: ¿De dónde nace, cómo nace la conciencia, que nos hace que podamos percibir, ser conscientes de que somos y de lo que nos rodea? Porque, un árbol que tiene vida, nace crece, se desarrolla y muere, ¿es consciente? O la misma tierra donde crece el árbol, ¿tiene consciencia, al igual que las piedras, el agua? Y la misma energía, que en realidad es lo que somos, ¿tiene consciencia? ¿O todo eso es un invento de la mente? Todo no puede ser un invento de la mente, porque este hecho de ser, no es un invento, es una realidad, necesita un soporte para poder ser. Es decir, la consciencia por el mero hecho de preguntarse si es un invento o falsedad, ya implica que es algo. El mismo hecho de decir que todo es la nada, es la negación de esa nada, porque el que lo dice, el que hace posible decirlo, es algo que es. La misma alucinación necesita el experimentador, un receptor. Y aunque no haya un experimentador, un receptor –que es el ‘yo’-‘, sí que existe el soporte de la consciencia.
 
Si queremos saber cómo son las mentiras, nada más hay que ver como son las nuestras Pues nuestras mentiras, más pequeñas o más grandes, son como las de todos.
 
El amor es como el fuego que si no tiene combustible se apaga. Y el combustible, es la conciencia, ser consciente de lo que es negativo, de lo que hacemos mal a causa de estar divididos, en conflicto. Porque sin ese ver lo que es negativo la relación no puede ser armoniosa, dichosa, con éxtasis, sino la amargura de las peleas, los malos tratos y los lloros.
 
Todos tenemos lo mismo, aunque aparentemente no se note, ¿no es así? Todos somos neuróticos, paranoicos, esquizofrénicos, psicóticos, pues todos sufrimos, estamos solos, aislados, tenemos dolor, tenemos miedo de que eso vaya a más, aumente y nos destroce. Y esto es así, porque vivimos en desorden, sin aceptar los hechos y la realidad de la vida. Cada cual quiere imponer lo que él cree que es la realidad de la vida, por lo que todos estamos contra todos. Por lo que vivimos como si estuviéramos en guerra. Por lo que la soledad, el aislamiento, las malas relaciones y los recelos, la indiferencia y la insensibilidad, la absoluta inseguridad, no hace que abonemos el terreno para que aparezcan toda clase de alteraciones mentales.
 
Santos y santas, que respiran, no valen nada. Pues, ellos son como nosotros: infelices, dolientes, mentirosos que dicen que pueden solucionar los problemas cuando no pueden. Ellos tienen los mismos problemas que todos los seres humanos, aunque son más despiertos y espabilados. Pero en realidad, los santos son como nosotros: queremos pero no podemos, queremos el cielo pero no lo podemos conseguir. Ya que hemos de sufrir. Solamente viendo toda esta trama he ilusión del querer y no poder, es cuando podemos ir más allá de todo esta agonía del dolor y las miserias humanas.
 
Sólo los ignorantes, los superficiales, confían y creen en los demás. Ese es el destino de la mayoría, es decir de todos nosotros. Pues al estar todas la mentes unidas, conectadas entre sí, todos recibimos los mismos retos, que nos llegan queramos o no. Retos de soledad, de desesperación, de alegría y felicidad, de querer huir o aceptar, de agresividad, de crueldad y violencia.
Por lo que, nadie puede confiar con nadie absolutamente. Hay que vivir como si conviviésemos con un asesino, pero que está adormecido, latente. Aunque si el reto nos desborda, nadie sabe lo que puede ocurrir, nadie sabe lo que puede ser capaz de hacer.