1. “En esencia todos somos lo mismo, las controversias son superficiales”.
Eso es tan obvio, tan esclarecedor, que contiene toda la sabiduría de todos los libros. Y todo lo que se ha dicho sobre la división, tanto interna como externamente.
2. La mente no se puede gobernar, pues no es posible. Trata de gobernarla y verás como no se puede. Otra cosa es embotarla, volverla estúpida, narcotizada. Pero, aun así en cualquier momento se puede descontrolar.
Por lo que, siempre está el conflicto entre el que controla y lo contralado. Y si hay conflicto, todo lo que hagamos estará mediatizado por el enfrentamiento y la contienda. Por lo que la división y el conflicto, proseguirán siguiendo y generando las condiciones para que ésta corrupta e inmoral sociedad, continúe con su manera de devorar todo lo que necesite. Para seguir con su búsqueda de placer que no tiene fin. Por eso, la persecución del placer no lleva al dolor.
3. Pero, ¿para qué queremos una mente controlada por un corrupto, que es lo que es el controlador? Pues el que controla no es más que el ‘yo’, deseoso de dominar, poseer, maquinar para ser más y más poderoso. Ese ‘yo’ que es el causante de la división, el conflicto, la violencia, la guerra. El causante de todas las miserias, el hambre, las muertes por inanición después de un alarga agonía.
Una mente controlada, es una mente peligrosa, dividida, capaz todas las atrocidades por la vanidad del triunfo de su nacionalismo, de su idea o teoría, ya sea política, religiosa o de otra índole.
4. La cuestión está clara: si hay esfuerzo, es porque uno está estirando de algo que no se mueve, o tal vez no se puede mover. Por lo que, todo intento de vencer esa resistencia está generando división y conflicto, que en el ámbito psicológico, significa desorden y confusión, la ausencia de inteligencia.
Gracias, Lucía por tu valiosa aportación.
5. Nosotros no somos libres en el sentido de hacer lo que queramos. Lo que quiere decir que hay un orden superior, por encima de nosotros y nuestros deseos, que nos domina.
6. Este juego, tan normal de la mentira y la falsedad, va con el hombre, Porque él hace las cosas de manera que luego tiene miedo. Y el que tiene miedo, piensa que lo van a atacar, a hacer algún daño. En realidad es una especia de demencia, una enfermedad mental, brotes psicóticos. Que nos han provocado todos los inventos como las pistolas, la metralleta, las bombas, los proyectiles, etc.
Así que, mientras uno no deje de tener miedo, hará lo que hacen todos los guerreros: atacar, defenderse, prepararse a todas horas para la guerra.
7. “Cuando la conciencia (ego y del mundo) llegará a su fin, no hay conciencia”.
Si es así, volvemos a vivir como los animales. Porque, ellos viven sin conciencia. Solamente actúan en una misma dirección que les dice su condicionamiento, su programación.
Por lo que ese darse cuenta que uno es, que uno es algo diferente de lo que ve, es una enfermedad mental, un error, la única y verdadera enfermedad que hemos padecido
8. Es lo que se llama: el observador es lo observado, el pensador es el pensamiento, no hay diferencia alguna. Por eso, orar, hablar con dios, es una ilusión, una alucinación, como todas las que genera la división interna. Este mundo, la mente humana, está mediatizada, contaminada por esa división. Y todo lo que haga, a partir de esa división interna, va a generar más locura, más alucinación. Es decir, más violencia, más guerra, con su brutalidad y crueldad sin fin.
9. Pensar que el sexo nos va a dar lo que necesitamos para soportar esta vida de rutina e insatisfacción, es el síntoma de que estamos enfermos mentalmente. Pues, cuando uno se identifica con algo –el sexo y su mundo tan adictivo-, es cuando empieza a volverse loco, un enfermo mental, con toda clase de alucinaciones, brotes psicóticos, visualizaciones, escucha de voces, etc. Pero, cada vez está peor. Hasta que no vea la ilusión en la que vive. Hasta que no vea que la realidad es lo que es, la que es, y no hay más.
¿Por qué uno no ve todo el peligro de la adicción? Que nos hace chabacanos, sucios, indignos y deshonestos. ¿Es qué todavía no hemos sentido todo el dolor necesario para responder radicalmente y descartar todo ese proceso de la adicción?
10. No se trata de los celos de dios. Si no de la arrogancia, la crueldad, de las personas –porque dios es el invento de las personas-. Porque, ¿qué persona religiosa va a robar lo que es de otro, lo va a destruir de manera para que no quede nada que reclamar? Eso es lo que hacen los invasores cuando llegan y lo arrasan todo, para que la humillación sea tan grande, que la depresión en todos los ámbitos debilite de manera que no hay manera de responder. Pero esos ladrones invasores, aunque juren y re juren toda su existencia que son religiosos, nunca lo serán, no tendrán el sentido de la religiosidad: el respeto y la armonía con cada ser viviente, con todo lo que existe.
11. El pensador y el pensamiento son lo mismo. ¿Por qué nos cuesta tanto de ver? Es porque tememos algo que perder que no lo vemos. Nos hemos acostumbrado a la charla, como si estuviéramos jugando a las damas u otro juego para distraernos. Por lo que todo es una huida, una reunión con los que dicen lo mismo que yo. Pero claro, el invento no funciona como nos gustaría: que fuera una fuente de dicha inagotable. Por lo que seguimos dentro del ámbito de la explicación. Pero la explicación, lo que se dice, se narra, nunca es lo real ni lo escrito. Pues, la realidad, lo que es, nos guste o no, está más allá de las palabras.
12. Los pájaros, ya vuelven a cantar en la madrugada. Una vez que el frío, parecido, casi invernal, ha desaparecido. Ha habido mortandad de los recién nacidos, que no han podido soportar el frío.
Pero, todos cantan felices, celebrando cada nuevo día, sin ver nada más que lo que tienen que ver, lo preciso e ineludible: comer, beber, huir de los peligros, limpiarse el plumaje, obedecer a lo que el cuerpo les exige.