Torni Segarra

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Los chismes son una distracción que perjudica a los otros. Solamente podemos hablar de los otros para poder conocerlos más, y si viene el caso, poder ayudarles.
 
Sin comprender la vida, cómo funciona, solamente la fuerza y el coraje no sirven para afrontar los hechos y los retos que nos traen. Entender la vida, también quiere decir ver y comprender cómo funciona el pensamiento, sus miedos, los problemas que genera. El miedo es división de lo que está sucediendo, cuando uno vive totalmente, sin ningún fragmento, con atención, el miedo no puede ser. Porque el miedo para que sea ha de tener una referencia para contrastarse: diciendo yo era eso antes, que me gustaba, ahora no lo soy, ahora soy algo que no me gusta. Y eso, nos pone inseguros divididos, contra todo.
 
Pues ese mismo hablarse a sí mismo, en la soledad, es lo mismo que hacemos cuando oramos, hacemos plegarias y rogatorios a los santos, decimos que hablamos con dios. Todo es un invento de la mente.
 
El amor no da ni recibe -esos términos son mundanos, inventos del pensamiento-. El amor sólo vive, es. Sin evaluar, ni calcular ganancias o pérdidas. Porque el amor no tiene miedo.
 
Para Eduardo González Calleja, Profesor Titular de Historia Contemporánea del departamento de Humanidades: Historia, Geografía y Arte de la Universidad Carlos III de Madrid.
 Hace unos días te vi en un noticiario de televisión, cuando informabas sobre el golpe de estado militar en Egipto. Gracias por las informaciones y comentarios.
No quiero añadir nada a lo que dijiste, pues es todo tan enrevesado que lo que digamos lo vamos a complicar más, tanto para ellos como para nosotros. Pues cualquier cosa que se diga va a perjudicar a unos o a otros, de las partes enfrentadas. Y en estos momentos se están jugando la vida en las calles, en las prisiones, en los cuarteles.
Creo que los que opinan en los grandes foros, televisiones, radio, diarios, etc., deberían de extremar la prudencia y dejar de defender a unos o a otros. Pues nunca una sola parte tiene sólo la culpa y responsabilidad de todo lo que pasa. Todo conflicto es cosa de dos o más. Donde el verdugo pasa a víctima -y al revés- a cada momento.
Sólo añadir, que se solucione de la mejor manera posible para todos.
 
A todos no los podemos contentar. Lo que hagamos, unos lo verán bien, estarán de acuerdo con nosotros. Pero hay otros que no lo estarán de ninguna de las maneras, les molestará y tal vez querrán destruirlo.
 
Los niños son lo que los padres, y lo que la sociedad, son. Todos estamos condicionados. Y ese condicionamiento, que nos afecta en todos los ámbitos, lo heredamos. Ese condicionamiento es el paradigma de vivir con esfuerzo, de contradicción, de conflicto, de ganar y vencer. Y ese es el destino de los hombres: o vivir con ese condicionamiento o verlo, comprenderlo e ir más allá de él.
Mientras no hagamos esa introspección para conocer cómo funciona el pensamiento, que da vida al ‘yo’, y así poder hacer algo al respecto, nuestros hijos, la próxima generación, seguirán fragmentados, divididos, con miedo, aislados.
La soledad no es negativa, porque en ella podemos aquietarnos, gozar de un descanso, estar en unión con todos, salir a la calle, participar de actividades. Lo negativo es estar aislado, porque ahí tenemos miedo a las personas, miedo a lo que está sucediendo, y nos volvemos neuróticos, amargados, agresivos.
 
El amor, esa cosa que puede que no exista, tal vez, si somos afortunados y sensibles, puede llegar cuando miramos a otro lado. Pues el amor es caprichoso, sorprendente. Por eso, el amor es la belleza, porque nada está manipulado, ni corrompido por los deseos.
 
La gente escucha lo que quiere oír (la vulgaridad, superficialidad, banalidad, chismes). Pero, también quiere la autenticidad, la ausencia de corrupción, la limpieza, el respeto, la honestidad, y la justicia. Porque, todo ello nos lleva a la libertad. Y no hay nadie que no quiere ser libre, para hacer lo que quiera.
 
El problema está en que hemos convertido el bien y el mal en dos conceptos. Pues, tanto el bien y el mal no existen, los hemos inventado nosotros a lo largo de los centenares de miles de años. Si vemos un árbol, ¿puede ser malo, feo, desagradable, al igual que una nube, un pájaro? Nosotros ya tenemos finados en el pensamiento todo lo que bueno y lo que es malo. Las personas, somos más complicadas, pero el paradigma es el mismo: cada cual es como es y eso es así, y tal vez, no va a cambiar. Por tanto, ¿por qué cuándo vemos a alguien con el pelo corto o largo, con tatuajes, con piercing, o demasiado aseado y bien vestido, lo hemos de rechazar, creyendo que eso es malo para nosotros?
Todo es a causa del miedo al diferente, a lo nuevo, porque pone en peligro mis ideas, a la manera como vivo. Pero, donde hay miedo no hay amor.
 
El dolor al ser lo negativo, que nos hace daño, deja una huella indeleble en nosotros, de miedo y de pavor, de horror. La risa, es superficial, festivalera, derrochadora, no da miedo de una manera tan inmediata como nos lo hace el dolor. Aunque esa risa nos lleva también al dolor.
 
Mirian es muy interesante lo que has dicho. El bien el mal existen como los países, que hemos inventado, pero en realidad no existe ningún país. Sólo existe la tierra, sin fronteras divisivas. Y una vez construidos esos países, se creen unas ideas y normas sobre lo que tiene que ser el vivir en ese país, etc., eso se deposita en la mente y queda ahí para siempre. Algo así pasó con la tribu, los clanes familiares, etc.
Y el bien y el mal, se inventó cuando se inventó el egoísmo, antes sólo había acción y sus resultados. Cada año en Escandinavia –al norte de Europa- los vikingos seleccionaban a una persona joven, varón, para que se matara públicamente, para infundir valor, y para los que lo hacían era un honor. ¿Estaba bien, estaba mal? Para los que creían en ese rito, estaba bien. Y también siempre, hay algunos que dan su vida en el campo de batalla por una idea o un país, homenajeándolos y presentándolos como héroes. Y también hay algunos que lo consideran una tontería, una especie de suicidio. Antes, hace sesenta años, no se podía entrar a las iglesias sin velo las mujeres, sin medias, con las mangas cortas de los brazos, para comulgar había que estar sin comer nada desde el día anterior, después lo rebajaron a tres horas antes. Por tanto, el bien y el mal, es cuestión de condicionamiento.
Y el condicionamiento es el que genera la conciencia de lo que está bien y lo que está mal. Ahora bien, el problema está en el que transgrede esas normas, pues las normas se hacen en ley. Que es lo que tenemos ahora, como cada época tenía las suyas, peculiares, brutales para unos y suaves para otros. Como la tortura violenta de los toros, por placer y diversión, donde millones se excitan y lo ven tan natural, cuando es un espectáculo macabro y cruel.