Todos somos responsables de lo que les pase a nuestros hijos, y a todos los demás. Pero, también cada cual es el responsable de lo que su vida es, o ha llegado a ser.
Por eso, es preciso conocernos quiénes somos, lo que somos, cuáles son nuestras necesidades. Y no inventar lo que nos gustaría que fuera, otra realidad que me gusta y satisface más. Porque, eso es hacer las cosas de manera para que prosiga la brutalidad y la crueldad, al generar con nuestra actitud divisiva de la realidad, más insensibilidad e indolencia, más desorden y confusión, más caos, sufrimiento.
¿No han visto la tolerancia de la sociedad, que es la nuestra, la indiferencia a los maltratos, a la tremenda brutalidad para forzar a alguien para que haga algo, que se ajuste y obedezca al patrón dominante, convencional, inmoral de la sociedad?
Esta sociedad, que es corrupta, deshonesta, que promueve y necesita la guerra, con sus carnicerías, las matanzas en masa, para poder proseguir con la persecución del placer al que nos hemos hecho adictos.
Por tanto el problema es de todos, pues todos tenemos responsabilidad. Pero, nadie va a resolvernos nuestros problemas de la vida. Así que, cada cual ha de hincar el diente en toda esa trama que es nuestra vida y hacer lo necesario para que el desorden y la confusión lleguen a su fin.
¿Qué diferencia hay entre un rebelde, que genera la anarquía, la destrucción, que quiere destruir el poder de un estado, y un terrorista, que asesina de todas las maneras posibles, como quiere y le da la gana?
Para que haya paz, y no las carnicerías de la guerra, hay que ser justo y honesto, usar las palabras de manera que describan claramente la realidad tal cual es.
¿Qué sucedería si en EE.UU., un grupo de jóvenes fanáticos organizados, respaldados por otros países, con todo clase de armamento para matar, dinero abundante, se dedicara a hacer explotar coches bomba, a asesinar, a querer destruir el estado, las carreteras, los cuarteles, los edificios oficiales, les dirían rebeldes, revolucionarios, patriotas, o les llamarían sin ninguna duda terroristas?
Pues, esta falta de honestidad, de justicia, de locura, por querer usar las palabras y los hechos como nos dé la gana, cambiándolo todo para que siempre vaya todo a favor de nosotros, forzándolo con brutalidad, crueldad y violencia, es el motivo de las guerras.
Ustedes saben lo que es el terrorismo en las calles. Pues saquen las conclusiones. Quien siembra vientos, puede cosechar tempestades, huracanes.
¿Para qué quieren algunas mujeres a los hombres tan fuertes y corpulentos, como si fueran forzudos guardaespaldas, una especie de sansones, si sexualmente las destrozarían con su brutalidad y su crueldad? Eso es algo peligroso para ellas, pues de ahí se empieza a tolerar el maltrato, se banaliza el daño que los hombres infringen a las mujeres. Y ya sabemos que en la vida todo es empezar, lo difícil sino imposible es acabar con eso que ya se ha arraigado como algo natural y de siempre. Que se convierte como algo folclórico, humorístico-satírico, pero que genera tantos lloros, dolor y sufrimiento.
¿El amor al poder, al fanatismo, a la dependencia, al estar poseído por algo, es eso amor? ¿El amor no es libertad total en todas direcciones posibles? Sí, el amor es libertad para poder hacer lo que tengamos que hacer. Pero esa libertad, generará el orden que no es de uno ni de nadie. Ya que solamente es el orden que está más allá de las palabras.
La libertad, es sentirse por dentro como uno quiere: podemos estar delgados y sentirnos gruesos, podemos ser deshonestos y crueles y sentirnos que somos personas de bien, honradas, haciendo lo que hemos de hacer para el bien de los demás.
Por eso, en la vida hay que ser afortunado y sensible, para tener una mente lúcida, capaz de ver lo negativo, lo falso, lo que nos genera sufrimiento y dolor, para descartarlo radicalmente.
Hay algo que los dioses –dios- no nos lo puede dar: tener un cuerpo sano y joven por toda la eternidad, viviendo felices y en paz, para gozar de la dicha de la vida, de la belleza, del afecto y del amor.
Eso quiere decir, que los dioses son el resultado de nuestros deseos, son el resultado de nuestra hechura.
Sí, la eternidad y el infinito es el escollo definitivo que nos pone en nuestro sitio como criaturas completamente vulnerables, igual a todas las demás criaturas que nos acompañan en la vida.
¿Por qué es que combatimos a los terroristas que nos atacan, pero defendemos a los terroristas, los apoyamos, los armamos, los justificamos, convirtiéndolos en ángeles inofensivos, cuando asesinan y lo destruyen todo en los países que decimos que son nuestros enemigos? De esta manera tan deshonesta, tan injusta y enloquecida de proceder, la guerra está asegurada por toda la eternidad.
Claro que la mayoría quiere y disfruta con la venganza, que es lo que son las guerras.
Por cierto, no han editado el video del ajusticiamiento por los terroristas, a sus prisioneros atados de manos en la espalda, de rodillas, la cabeza tocando el suelo y detrás los asesinos preparados y armados para dispararles, disparándoles a un metro de ellos, que algunas cadenas de televisión han emitido. ¿Ya estamos con la censura al estilo de las dictaduras?
Lo más sorprendente es ver como los amigos, se convierten en tu peor enemigo. Y, también los padres, hermanos, parientes, vecinos, compañeros de trabajo, la pareja o el esposo. Todos podemos pasar de víctimas a verdugos, o al revés.
Lo decimos sin amargura, solamente lo informamos.