El problema es que si George McGovern, que fue candidato a la presidencia de EE.UU., hubiera sido presidente, también hubiera hecho la guerra. Porque de la manera como vivimos es preciso que provoquemos la guerra. Como le pasa ahora a Obama, que muchos creían que era algo diferente, un nuevo mesías. Pero un político, un presidente, no pude ser diferente a los demás, pues han de hacer la guerra para poder vivir como lo hacen: han de contentar al lobby armamentístico, a los generales, a los israelitas, a las monarquías árabes, y a los locos, racistas, sanguinarios europeos, han de dominar y controlar todo el mundo para beneficiarse de sus riquezas.
Y luego estas personas tan confusas, fanáticas, inmorales y corruptas, hablan de paz, dicen que quieren la paz. Pero no se dan cuenta que viviendo como lo hacen con sus maneras medievales, machistas, indiferentes al dolor, a la crueldad y la brutalidad que provocan, tienen que tener ejércitos. Pero lo más desgraciado, es que los europeos y americanos, lo alientan, les venden las armas, porque son sus policías en la zona.
Los ideales, vienen de la palabra y su raíz que está en las ideas. Y todas las ideas nos enfrentan, nos hacen que nos dividamos cada cual con su ideal, ya sea político, religioso, económico, de pareja, el ideal de la vida –eso que se llama nuestro, ‘mi’ sueño-. ¿Podemos vivir sin ningún plan ni ideas, sin sueños, sin nada que sea motivo de en enfrentamiento y conflicto, tanto interno, como externo? Solamente lo podemos hacer cuando somos capaces de ver lo negativo allá donde esté y descartarlo radicalmente. Entonces, si descartamos lo negativo lo que quede va a ser lo positivo.
Lo positivo no sabemos lo que es. Lo positivo sólo es el resultado, lo que llega después de descartar, de negar el ego, el ‘yo’, que es el egoísmo.
Cuando una persona, un amigo, pareja, amistad, decide alejarse y abandonarnos, ¿dónde está el problema si esa persona así lo quiere? El problema está en nosotros que no aceptamos su libertad para que haga lo que cree más conveniente. Pero si no aceptamos esa decisión suya, vamos a generar desorden y confusión, peleas, malos modos. La libertad abarca, contiene todas las posibilidades para hacer lo que creamos que es lo adecuado, lo que más nos conviene. Y solamente encarando los retos con esa libertad tan total en todos los ámbitos y posibilidades, es cuando el orden, la dicha y la belleza de la vida pueden ser, está ahí.
La violencia es estar dividido del otro, de las otras personas. Y al estar dividido de los demás, les tengo miedo, no los comprendo, los rechazo. Si nos comprendiéramos completamente, tal y como somos en realidad, ni habría división ni miedo, ni violencia. Y es en esa falta de comprensión donde estamos atascados desde hace un millón de años. La comprensión no ha de ser superficial, ha de llegar hasta la misma raíz de lo que somos, de lo que es la vida y cómo funciona, cómo la vivimos, verlo como un hecho no como una idea intelectual, un concepto. Y en esa comprensión, descubrir lo que es la muerte, que es la otra cara de la moneda de la vida. Ya que si no hay comprensión de la muerte, tampoco podrá haber comprensión de la vida y de lo que somos.
Cuando pedimos algo a los otros, hemos de ver que eso pueda ser posible. Pues toda petición lleva en sí, la búsqueda de la seguridad. Pero como la seguridad no existe ni puede existir, toda petición es una posibilidad remota, por lo que no es seguridad en absoluto. Y entonces toda petición se convierte en un deseo vano, que nos hace vivir en la ilusión, dividiéndonos del presente, del ahora.
Cuando alguien toca algo que está ardiendo y le quema, la decisión de quitar la mano de eso que nos está quemando es irrevocable, radical, absoluta, total, donde no hay tiempo entre el ver y actuar. ¿Por qué no vivimos con esa radicalidad, encarando los retos cara a cara, directamente, sin que el pensamiento empiece operar con sus imágenes, deseos contrapuestos, confusión y desorden?
Ahí está la solución para los problemas: en la educación que recibamos. Pues esa educación, nos va a condicionar par que actuemos y encaremos la vida de una determinada manera. Así que si esa educación es correcta, adecuada, verdadera, sin corrupción ni inmoralidad, descartando radicalmente todo lo negativo, que nos divide, todo eso llega a nosotros.
El problema ahora es: ¿Quién vas a ser capaz de educar de esa manera tan total, tan ausente de conflicto, de corrupción? Por eso, uno ha de ser el maestro y el alumno, el discípulo a la vez.
¿Por qué no nos aceptamos tal cual somos? Es porque ya tenemos una idea de lo correcto y lo incorrecto, por lo que nos ajustamos a un patrón, a una idea preestablecida. Pero todo eso, el ajustarse, crea fricción, conflicto entre lo que es, la realidad de lo que soy y lo que debería ser.
Pero cuando vemos ese conflicto, esa batalla que hay dentro de mí, de una manera real, sin ilusiones ni inventos, es cuando nos liberamos y llega lo real y verdadero.
Cuando no hay división, los corazones laten a la vez sin ningún problema, porque el amor está ahí.
El que ha caído hay que ayudarle a levantarse, no porque nosotros también podríamos caer, sino porque el que ha caído, sea quien sea, es un ser humano.
Lo perfecto, lo bello, es lo que es, lo que somos, si es que estamos libres de conflicto entre lo que soy y lo que dicen que debo ser.
¿Por qué siempre tenemos un plan de lo que tiene que ser? La totalidad de la realidad de lo que es la vida, no la podemos abarcar. Por lo que, si nos inmiscuimos con la vida con los planes, proyectos, ideas y teorías de lo que debería ser la realidad, la vida, nuestras vidas o las de los demás, nos dividimos de esa totalidad, generando todo el caos en el que vivimos.
Todos por el mero hecho de existir, ya somos especiales, maravillosos, bellos y sagrados. Dignos de vivir cada uno a su manera y personalidad. Dignos para encontrar la manera de vivir en la que seamos lo menos dañinos posible a los demás, a todo lo que nos rodea.