Torni Segarra

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Todos los problemas terminan cuando no dependemos de nadie. Mientras haya dependencia, vendrán los celos, las envidias, los miedos y temores. Y todo eso nos causa amargura, nos hace feos.
 
¿Para un solo día, sólo unas horas ese vestido –de boda- no es un derroche, un escándalo?
 
Esa es tu opinión y parecer. Que no comparto, por razones morales y humanistas. Poner tanto énfasis en un solo día, demuestra lo infelices que somos, deseosos de experiencias fuertes, llenas de vanidad y exhibicionismo. Y a todo eso, las personas siguen muriendo de hambre en la miseria más absoluta.
 
Los seres humanos somos: quiero pero no puedo. Queremos querer, amar, pero ¿podemos de verdad?
 
El secreto de la felicidad es estar más allá del pasado, de todo lo que nos viene a la memoria. Porque, eso no va a desaparecer, va a llegar recurrentemente, caprichosamente. Por eso, uno lo tiene que mirar como lo que son: pensamientos, olas mentales como las que llegan a la orilla en la playa y se deshacen.
 
Alguien que se arrodilla ante otro ser humano para pedir algo, o es que está completamente desesperado para suplicar que no le fusilen, ya que está condenado y lo van a ejecutar, o es un pobre hombre sin dignidad, un estúpido.
 
Cuando nos sucede una cosa desagradable, ¿puede que sea que nosotros, sin darnos cuenta, lo atraíamos?
 
Cuando nos sucede una cosa desagradable, ¿puede que sea que nosotros, sin darnos cuenta, lo atraíamos?
 
Hasta llega al corazón, todo es psicología. Y la psicología es matemática: tu me ofreces yo te ofreces, tu me sonríes yo te sonrío, tu me odias nos separamos, tú me das yo te doy. Ahora lo difícil es ir más allá de es lógica matemática: tú me odias yo te amo, tu, tú me quitas yo te doy.
 
Por supuesto, porque cuando más lindos somos más libres e inmanejables ni manipulables. Y por eso, es que estamos solos. Pero, la soledad es una bendición, algo sagrado, para el que quiere ser libre.
 
Todo lo que es, está sujeto al cambio y a la desaparición -que no es más que el cambio de una forma de energía en otra-.
 
El origen del dinero es una ganancia, una seguridad, o una deuda, para en su caso reclamar y exigir una demanda por impago. Se originó cuando en el trueque, uno no podía presentar las especies o el objeto, en el momento de efectuarlo, teniéndose que extender un papel firmado para comprometerse en hacer efectivo eso que en ese momento no podía hacerse. Por eso, el dinero es negocio, como la vida misma. ¿Qué es lo todo lo que hacemos sino un negocio, un intercambio? Tú me das afecto, yo también te lo doy, tú me das un sonrisa yo también te sonrío, tú me haces un regalo, yo te lo haré. Y aunque no lo hagamos en el mismo nivel e intensidad, con el mismo valor, sí que hay una conmoción dramática en el el que recibe y el que da.
Por tanto, el dar y el recibir son la base de la relación, de la vida. Pues todo está intercomunicado, para que algo funcione ha de recibir y dar: las plantas reciben la energía solar, la energía de los nutrientes que hay bajo tierra. Pero, a su vez, esa planta da frutos, da hojas, de madera, da refugio y acogida a seres vivos, da semillas para que prosiga su especie. 
El problema está como siempre, cuando los seres humanos queremos manejar e intervenir en la realidad, en lo que es, que no nos gusta. Como uno no se acepta a sí mismo tal y como es, con su muerte siempre encima de nosotros, con su inseguridad total y absoluta, etc., es cuando empezamos a querer cambiar eso que no nos gusta: la realidad, mi vida de inseguridad. Y es entonces cuando aparecen los inventos, las herramientas, las máquinas, el dinero, los países con sus nacionalismos. 
Fruto de ese miedo a la muerte, al futuro, al pasado, y también al presente, inventamos la idea de un dios, todo poderoso, como si fuera el director ejecutor de todo lo bueno, pero no de lo malo. Pero ese invento no ha funcionado nunca, salvo para los más miedosos, los ignorantes, o para los que hacen de ese dios un negocio. Prueba de ello, es que si dios es quien es, como lo describen los materialistas creyentes en él, ¿por qué el mundo más desarrollado y culto -libres- cree menos en él, cree menos en los que se han auto proclamado sus representantes en la tierra? 
Por tanto, uno ha de ver dónde está la raíz de este drama que es la vida, la raíz del desorden y la confusión que todos tenemos en nuestras vidas, que es lo que genera la ausencia de sensibilidad, ausencia de amor, y nos hace vivir en la indiferencia e indolencia. Una persona que es irreflexiva no puede descubrir que está condicionado, que es como una máquina, un robot: condicionados por el miedo, por los que dicen que saben, por los políticos, por la raza y la cultura, por el sexo, por su ambiente familiar, cultural y también el religioso. Y ese condicionamiento, es el lo que hace que nos dividamos del otro, que también está condicionado.
¿Cómo podré ir más allá, comprender, todo ese desorden que genera la miseria, la pobreza, las muertes a cada instante por el hambre, ese desorden que genera la crueldad, la brutalidad, la violencia y las carnicerías de las guerras? Hemos leído toda clase de libros, conocemos las diferentes religiones, los sistemas políticos, ya sean fascistas o socialistas, etc., pero el conocimiento no nos ha otorgado la llave para solucionar ese desorden. Pero, uno quiere deshacerse de ese desorden inhumano y cruel, quiere vivir en paz con la persona que vive, con el vecino, con el compañero de trabajo, quiere estar en paz con el hombre que va por la calle, y con los que viven en la otra parte del mundo. Quiero gozar de la vida en su totalidad, al ver y oír un pájaro, gozar en los serenos árboles, los ríos, el mar, quiero gozar de toda su belleza. Y ese sentimiento de belleza, y la paz que la acompaña, hace que comprenda que si no descarto el desorden no podrá ser. Entonces, en esa comprensión misma está la acción de ir más allá, de descartar todo el desorden. Entonces, tengo roda la energía para hacerlo, ya que lo necesito como el pan, como el aire que respiro, ya que es mi alimento básico, esencial.