Torni Segarra

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Siendo esto o abominable, fruto de la tradición religiosa local musulmana, no hay que olvidar que cada día en Europa –y por todas partes- se matan a mujeres por sus maridos despechados o por otra causa, los malos tratos, los desprecios y las humillaciones. Y lo mismo es también al revés, algunas mujeres torturan, maltratan y humillan, matan a sus parejas.
Siempre está el peligro -que se convierta en moda- de culpar al vecino, al otro como el maligno, sin darnos cuenta que nosotros también llevamos la maldad dentro.
 
Es muy bonito el lugar. Pero no nos olvidemos que cuando llueve varios días sin parar, nieva, hace un fuerte viento, la oscuridad y el frío invernal, ese lugar tan maravilloso se convierte en una pesadilla. Las fotos y los documentales elogiosos son una cosa, pero vivir allí varios años es otra. Aunque la belleza, de cualquier manera, siempre está allí, como en todas partes.
 
Siempre es más importante lo que somos internamente que lo que hagamos, sea lo que sea.
 
Creerse de una élite es la ignorancia que no comprende la totalidad de la que formamos parte. Da igual que sea una élite de maestros e instructores, de místicos, de servidores sociales, de listos, como una élite de tontos, ignorantes e incompetentes. Porque, todos están divididos de la totalidad de la que forman parte.
 
Creerse de una élite es una reacción, una huida de lo que realmente uno es: muy poca cosa, nada. Y como no queremos vivir sin no ser nada, me junto con los que están en mi misma situación donde me siento seguro, a gusto. Y eso es lo que son los nacionalismos, las religiones, los partidos políticos, los diferentes grupos que se constituyen para un fin planificado, etc.
 
Eso es lo que pretendía decir: cuando no hay nada con que identificarme, entonces hay la acción que no es acción. Y ahí es donde está la libertad, porque no hay ninguna referencia con lo que ha sido, el pasado, porque somos esa nada, que solamente es nada, el vacío.
 
Luego, si ver claramente algo es el fin de la separación, no puede haber élites de cualquier ámbito. La élite más grande, es la del ‘yo’ que se cree diferente. Pero, si nos damos cuenta comprendiéndola claramente, entonces vamos más allá de eso que nos divide. No acabamos ni con el ‘yo’ ni con nada, solamente es que no nos afecta. Es como ver el peligro que hay en ser nacionalista e ir más allá de eso, el país con el que me identificaba, sigue estando ahí con los que lo adoran, y lloran por él, entregando sus vidas para defenderlo, pero a uno todo eso no le afecta.
 
He leído tu entrevista en el diario…, de hoy. Gracias.
No sé si se podrá contener o invertir la actual tendencia a arrasar y destruir la naturaleza, los árboles, y con ello el agua, el aire, los alimentos, El problema es de sensibilidad, no es ecológico ni naturista, ni político, pues va más allá de todo eso. El verdadero problema es psicológico. Pues para una persona tener sensibilidad ha de tener paz interna, no vivir fragmentado de todo lo que es la vida.
Vivir en las ciudades nos hace que les faltemos el respeto a la naturaleza, a los animales. Y por supuesto, hace que les faltemos el respeto a las personas. Por lo que el círculo se cierra.
Siendo la vida como es un conflicto con las personas, con los animales, con la naturaleza, ¿puede así generarse sensibilidad, que es el más alto respeto? No solamente un país, una civilización, un imperio arrasó los bosques de un país, sino que fueron todos. Y si eso que ocurrió hace unos cuantos siglos atrás, si los que vivían entonces hubieran tenido las mismas posibilidades -herramientas, máquinas, etc.- hubieran hecho lo que nosotros estamos haciendo. Porque, internamente somos iguales como hace un millón de años.
Por eso, sin cambiar internamente -liberándose del conflicto- todo lo que hagamos será superficial, que es como vivimos, sin llegar a la raíz del problema.
 
He leído tu entrevista de hoy que publica el diario… Gracias.
Nunca te he leído, no solamente a ti si no los que son parecidos como tú, os encuentro superficiales, convencionales, ávidos de compradores y clientes. Prueba de ello, es que he entrado en un página tuya y no proporcionaban tu e-mail. Ni tampoco se podía poner un mensaje en tu página de Facebook. ¿A qué tienes miedo? ¿Ese es el precio de la fama, del triunfar: vender, vender y vender? Y luego a hablar y hablar, a hacer un espectáculo de divismo y vanidad. ¿Cómo te voy a leer si eres tan materialista, convencional, tan previsible?
 Eso demuestra que tienes miedo, que vives con miedo. Porque, tú eres muy exigente, como lo soy ahora yo contigo, cuando exiges en el hotel donde te hospedabas en Barcelona todas las prestaciones que necesitas. Es decir, tú quieres la comodidad que necesitas, pero tú no das la comodidad para los otros poniendo complicaciones a los que quieren escribirte algo a ti personalmente. Y ese es el drama de la vida: queremos la facilidad para nosotros, no queremos que hay obstáculos para conseguir lo que necesitamos, pero nosotros a los demás no damos esas facilidades.
¿Es eso democracia? Sí, es la democracia de los idiotas que se lo creen -la de EE.UU., Inglaterra, Alemania, Francia, España-. Cuánta mentira y superficialidad. Y ese es nuestro paradigma, nuestra manera de vivir: la del egoísmo, la del ‘yo’. Y es por eso, que la violencia, la insensibilidad -que es falta de respeto por el diferente, el que no es como yo-, está en todas partes. Ser sensible es tener empatía, ser con el que tenemos delante y el que está en la otra parte del mundo. Pero para ser así, uno ha de ser vulnerable, flexible, no dogmático, no egoísta ni cruel ni violento ni guerrero. Y eso no es posible porque nosotros sin los policías y los ejércitos no podríamos vivir.
 Los hombres armados, son los guardaespaldas que nos defienden para que los pobres, los menos afortunados, no nos asalten y nos hagan la vida imposible. Por eso, para ser realmente pacífico y no-violento, uno tiene que hacer un cambio radical, donde todo lo viejo -la avaricia, la codicia, la envidia, la vanidad, el querer triunfar a toda costa, donde el devenir, sea comprendido-, ha de ser descartado. No descartado mediante la reacción, sino por la comprensión de que esa manera de vivir es realmente un peligro, el verdadero y único peligro.
 
Lo primero es uno y cómo vive. Después todo llegará como consecuencia de los hechos. Pero, mientras vivamos en el desorden, ¿qué sentido tiene el embobarse con lo que diga tu vecino o el nuevo instructor del mundo?
Por cierto, que lo que dice Jiddu Krishnamurti es de lo más sublime que se puede leer u oír.