Es el pensamiento, que es la memoria en acción, el que nos impone la realidad de lo que creemos que sucede. Cuando la realidad de lo que sucede es la propia nada del vacío. Si no supiéramos que algo es un veneno, no le tendríamos miedo. Pero el veneno seguiría siéndolo, sin afectarnos a nosotros.
¿Eso es verdad, falso e imposible? Cada cual lo tiene que descubrir para saberlo. Lo que digan los otros, sean quienes sean, no tiene ningún valor. Pues ellos, también están confusos y viven en desorden.
Para que haya amor, ha de haber un empate, sin ganador para que no haya vencido. Aunque el que pierda lo viva como si fuera un empate. Por lo que, ¿el amor es una realidad o algo que nos gustaría que fuera, algo que nos interesa, un negocio aunque sea para sobrevivir?
Cada vez todo lo hacemos más feo y macabro. Lo único positivo, es que ahora toda la basura la sacamos fuera para que se vea. Pues antes, todo eran falsas apariencias de refinamiento, de buen gusto, de paz y serenidad, de orden y control. Cuando en realidad éramos crueles, brutales, violentos guerreros que asesinábamos en masa. Exactamente igual como lo somos ahora.
Cuando el amor sucede todo se coinvierte en una maravilla, en un éxtasis. No importa lo que se haga: hacernos la comida, pasear, leer, escribir, hablar, sexo. O, también es como un viaje donde todo es nuevo, imprevisto y a la vez familiar, nuestro.
El rogar, suplicar, el pedir a los dioses que nos liberen de las tentaciones, de nuestros enemigos y maldades, eso no sirve más que para un consuelo, para consolarnos. Porque a esos dioses que pedimos y rogamos, son nuestros inventos. Por lo que todo lo que conseguimos es fruto de nuestra voluntad. Aunque digamos y creamos que es un suceso de la voluntad de los dioses –de nuestro dios-.
Dios, si se es que podemos usar esa palabra, está más allá de todo lo que digamos o no digamos, más allá de lo que creemos y necesitamos, más allá de las creencias, de las ideas y conceptos, de las palabras. Porque es todo. Y como nosotros somos la parte, no podemos ni comprender ni acceder a ese todo. El todo es lo inescrutable, lo que parece torcido y es recto, lo que parece recto pero es torcido. Es el misterio que engloba al bien y el mal, los acepta como una dinámica, el juego de la vida, del nacimiento y la muerte.
El amor como lo abarca todo, se le puede mendigar, se le puede comprar, se le puede ganar, todo se puede hacer, hay total libertad para hacer. Pero, el resultado final ha de ser el amor, esto es, estar libre de división y de conflicto.
Una persona libre no necesita ser dependiente de otra, sea en una noche oscura o estrellada, en la congoja o en la alegría.
¿Por qué es que tememos olvidar a alguien, si siempre hay otras personas para relacionarnos, para amarlas? ¿Es qué tenemos miedo de ser libres para poder mirar a todas las personas por igual, por estar aferrados y poseídos por una en particular, a la que nos hemos esclavizado, aunque sea voluntariamente, a sabiendas o no?
El silencio no es ensordecedor, es perturbador. Porque siempre estamos con ruidos, charlando, escuchando música o la radio, viendo la televisión, rodeado de personas. Y cuando todo eso desparece, no lo podemos soportar. Si alguna vez se despiertan en la madrugada y empiezan a hacer algo, como leer, ver televisión, o estar quietos, verán que el silencio es muy profundo. Se está solo, y si es en invierno cuando hace frio, y hay una gran quietud, uno lo siente como si fuera la muerte, donde todo se muestra y aparece a la mente.
Hay unas personas que nos cuidan, pero hay otras que no lo hacen. Y es por eso, porque queremos que nos cuiden, que inventamos el más allá, que no sabemos lo que es. Todo eso es el resultado de no comprender lo que es la realidad, lo que está pasando. Como no nos gusta lo que es, esta realidad, que es nuestra vida cotidiana, inventamos otra realidad, lo que me gustaría que fuera.
Pero eso es crear y depender del devenir, el llegar a ser, que no es un hecho, sino un no hecho. Cuando lo realmente importante, no es el llegar a ser, sino lo que soy ahora en realidad, nos guste o no.
El rasgo que más definiría al ser humano es querer y no poder. Queremos no hacer daño a nadie ni a nada, pero no podemos, queremos estar libres de dolor físico y psíquico, y no podemos. Así que somos, quiero y no puedo. Solamente viendo todo esto claramente como un hecho, que podemos ir más allá de todo este drama que es la vida, con sus momentos de belleza, de alegría y de plenitud.
Tú expone lo que creas para que los demás se enseñen, pues tal vez ellos no comprenden la verdad. Ni tampoco ellos se dan cuenta dónde están. Hay libertad total, absoluta, para poder mirar en todas direcciones. Pues sin libertad nada tiene sentido ni valor.
A veces estamos encima de la montaña y preguntamos, ¿dónde está la montaña?
Lo que nosotros queramos o no, eso no es lo importante, no tiene ningún valor. Pues lo que realmente es importante son los hechos, la realidad, lo que es, y no lo que me gustaría que fuera. Y nos hemos de tener a los hechos, que es lo que nos sucede a cada cual en nuestras vidas cotidianas.
¿Si alguien quiere irse, por qué retenerlo a la fuerza? Eso va a engendrar más división y conflicto, toda clase de problemas, ¿no es cierto? ¿A cuántas mujeres se han matado por los conflictos con sus parejas? ¿Cuántas mujeres se van a matar, como se hace cada día, hasta que comprendamos que la división, el conflicto, las peleas y enfrentamientos, las guerras que generan, están en su origen de las matanzas?