Torni Segarra

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1. No se trata de querer hacer -tú dices imitar, Gabo- lo que hace otro, ya sea el líder, el maestro o el salvador, lo que se trata es de no poder hacerlo. Porque, cada uno tiene un destino. Entonces, ese mismo hecho de ver realmente quiénes somos, es lo que libera la mente de la ignorancia de querer o no querer.
Y si no hay ignorancia lo que hagamos será lo correcto, lo ordenado, que es encarar los retos sin división ni conflicto.
 
2. He leído tu artículo, ‘Mi revolución sin mí’, en el diario…, de hoy. Gracias por las informaciones y comentarios.
La historia es lineal, aunque haga curvas siempre va en una misma dirección, que le viene impuesta por los acontecimientos que se nos escapan. Podríamos prevenir los hechos, pero estos resultan imposibles a largo plazo. Que se convierten en corto plazo cuando estalla una crisis, que desencadena toda clase de acontecimientos imprevistos. Y por eso llamamos una crisis al momento en que no sabemos qué hacer, porque es obvio que lo que hacemos no funciona en ese momento tan crucial.
Las personas buscamos la tibieza, que tratamos de encontrar en la rutina, en la repetición de lo conocido. Y por eso, es que las crisis se suceden. Y por eso nuestras vidas son una constante crisis, aunque sean de baja intensidad. El problema está en comprender el mecanismo mental -el patrón- por el que queremos esa tibieza de la rutina y la repetición. Indudablemente, es el mido a lo nuevo, a lo desconocido, el que nos hace conservadores, burgueses, aceptando todo lo dañino y corrupto de la vida.
Hay que ser muy valiente para vivir desafiando la vida, descartando todo lo que tenemos cada vez que conseguimos algo. Esto libera la mente del pasado. Pues el pensamiento se agarra, aferrándose al pasado, por lo que no puede atender al reto que siempre es del presente. Y si no va muriendo a todo lo que está sucediendo a cada instante, es cuando llegan los problemas de la rutina y la repetición. Por tanto, uno tiene que comprender la manera cómo funcionamos, cómo vivimos la vida diaria, la relación que tenemos con los objetos, con las personas. Y de ahí veremos cómo funcionan el pensamiento y la mente.
El pensamiento necesita seguridad para poder operar. Pero él cree que está seguridad está en la repetición y la rutina. Por lo que está encerrado en un círculo dando vueltas sin poder salir. Esto se ve claramente con la manera cómo vivimos: cada invento y avance que generamos va contra la naturaleza, contra la tierra, pero sin esos inventos no podemos vivir. Entonces, ¿qué hacemos? Nos alarmamos momentáneamente, pero al tiempo seguimos con esa destrucción que nos lleva al abismo.
Por tanto, todo el problema es de corrupción -hacer un daño a sabiendas-. Pero el reto no termina en la descripción, el reto uno lo tiene que comprender, entender, ver claramente. Y eso sólo puede ser si nos acercamos a él, si no huimos del reto, que es el problema de nuestra vida. Pero nosotros somos superficiales, nos gusta la banalidad, queremos distraernos y entretenernos con pasatiempos, y por eso huimos y desatendemos a los hechos. De manera que no prestamos toda la atención, por lo que la energía que tenemos es fragmentada. Y para resolver cualquier reto, cualquier problema, necesitamos la totalidad de la energía que nos pueda llegar. Posibilidad que solamente puede ser si no estamos divididos ni fragmentados internamente.
La fragmentación interna es lo que ha motivado los nacionalismos con sus fronteras que nos separan, ha generado los diferentes grupos políticos, las diferentes religiones organizadas, todos enfrentados unos contra otros. Por lo que, el cambio, o la capacidad de anticiparse o resolver una crisis, es inexistente. Por lo que, desafortunadamente, seguiremos en este círculo dando vueltas, lo que quiere decir enfrentados, ya sea con la naturaleza, la tierra, enfrentados entre nosotros. O lo que es lo mismo viviendo en conflicto, en violencia y en un estado permanente de guerra. Como lo demuestran los arsenales llenos de armamento, los cuarteles, donde se practica como ser un buen soldado, dispuesto a matar y a que lo maten.
 
3. Martín, cuando eras jovencito no te dabas cuenta que no te podías fiar de los amigos, de los parientes y familiares, etc. No escuchabas a las personas mayores que decían entre ellos: ‘No me fío ni de la camisa que llevo’. Pues todo está ahí para el que lo ve o lo tiene que ver.
Por eso, el que cree en alguien que ha existido o existe, que deseche esa actitud porque es negativa, porque todos fallamos. E incluso fallando, hay personas que se agarran a otras aun sabiendo que no son de fiar. Porque la vida implica dolor y donde hay un bálsamo las personas lo cogemos, sin importarnos lo que nos digan de si es negativo o no. ¿Por qué crees que las personas se drogan, creen en las religiones, en los santos, en imágenes de piedra y madera, en toda clase de supersticiones patéticas? Creen en políticos corruptos e inmorales, creen en el fútbol, en los viajes costosos. Creen porque no pueden soportar el dolor de la vida, el dolor existencial de ver morir a un vecino, a un hijo, a su pariente. Ven la brutalidad de la autoridad, cruel y despiadada. Y ante eso, un personaje que tenga cierta apariencia de buena persona, cierta capacidad para hacer el bien, que informe sobre la libertad y convenza, las personas se entregan. ¿Qué hay de malo en ello? Podrían ir al psiquiatra, al psicólogo, al gimnasio, a un club de tenis o deportivo, al templo, a la sinagoga, a la iglesia, a la mezquita, etc. Y todo eso es lo mismo: escapes y huidas.
Ahora vienes tú u otro y dices: no creas en esas personas, no creas en nadie, todos son un fraude, todo es un escape y entretenimiento. Entonces, ¿qué he de hace yo? Me dicen que me decepcionaré, me enrabiaré o deprimiré. Pero, ¿por qué he de creer en ti, que eres un ser humano común como todos, y no puedo creer en quien yo quiera?
 
4. A la ignorancia que me refiero, es a la estupidez de los poderosos. O de los no poderosos, que se consideran poderosos circunstancialmente.
 
5. No has entendido bien, Elena, pues no me refiero a la religión organizada, con una estructura piramidal, sino a la esencia de la religión, Que como ya he dicho busca la libertad de la persona en todos los ámbitos. Espero que no confundas la esencia de la religión, con supersticiones, idolatría y paganismo, que adora los llamados santos, vírgenes, pinturas, retratos, figuras de madera o de yeso, etc.
 
6. En esas personas estamos de acuerdo hasta cierto punto. Porque, también hay buenas personas que son parecidas como las que tú has mencionado. Aunque creo que el problema es que solamente actúan a un cierto nivel superficial, sin adentrarse en el verdadero problema de la vida, que es el condicionamiento. Y si se pueden desacondicionar y cómo se puede hacer. Porque ser una buena abuela, que es creyente y asiste asiduamente a los oficios de la iglesia. O ser buena persona teniendo varias casas, propiedades, terrenos, etc. O alguien que es un bendecido sensiblero, bonachón, pero sin ir a la raíz de los problemas. Creo que eso tampoco nos sirve.