Hagamos lo que hagamos, seamos quien seamos, siempre habrá algunos a los que agradaremos y a otros que molestaremos. Porque la vida está constituida de manera para que así sea, pues mi triunfo y satisfacción es tu derrota. Por eso, uno hemos de ir de todo lo que nos sucede y la mente genera e inventa.
Por eso, ¿puede haber amor cuándo hay esfuerzo, con su contradicción y conflicto? Si hay esfuerzo existe la contradicción de la parte que quiere y la que no quiere. Cuando el conflicto y la contradicción desaparecen, sólo existe la acción total, sin nada que intervenga ni la obstaculice.
La resistencia, genera conflicto donde eso a lo que resistimos lo retroalimentamos en un juego que no tiene fin. Eso pasa porque tenemos miedo, que no se puede ni huir ni vencer, sólo comprender.
Si hay venganza, sutil o no, va a generar la respuesta del otro que también querrá vengarse, entrando en esa dinámica macabra de agresividad, de hacernos daño.
La vida es destrucción, amor y construcción. Siempre habrá que acabar y volver a empezar.
Aunque no pueda ser una obra de caridad con los que no tienen dinero para poder pagar la entrada. Ahora la caridad, va a ser el actuar correctamente ante los que sí que han pagado y te van a ver. Pues, esa actuación adecuada o no, va a repercutir en esos que no pueden pagar la entrada pera tú actuación. Pues, todo está unido: si estamos divididos y en conflicto, eso llega a todos, pero si vamos más allá de la circunstancias y del conflicto eso también llega a todos, lo sepan o no, lo quieran o no.
Mirar hacia atrás para observar y ver, para investigar, no es inadecuado ni causa problemas. El problema surge cuando nos agarramos al pasado –que está muerto-, porque no podemos atender al presente y se convierte en un obstáculo para la acción. Y la acción para que sea ordenada y plena, ha de tener en ella toda la energía sin estar fragmentada ni dividida.
Los cobardes no pueden tener amor. Porque el amor es sin miedo.
Todo lo que existe tiene su belleza, tiene su importancia y valor. Nosotros con nuestros afanes, vanidades y miedo, hemos inventado lo que tiene que ser la belleza: solamente algo que nos satisface a nuestra manera de vivir insensible, triunfadora, que sólo quiere vencer en todo. Y para vencer en todo, hemos de ser brutales y crueles. Por lo que la belleza, siempre es acosta de los demás. La belleza es ver lo que es, la realidad, nos guste o no, es la no división ni el conflicto.
El deseo de ganancias y beneficios económicos, juega con los sentimientos, debilidades y miserias de las personas. Y para ello, presenta la realidad que más les gusta a sus posibles compradores. Estableciendo así, lo que es perfecto, lo que tiene belleza, lo que hay que adorar e imitar.
Ese juego, es el juego del poder, del dinero, de la insensibilidad, de la imitación, de la crueldad, donde el que no se ajusta es considerado un perdedor.
Cuando le damos más importancia a lo externo que a lo que hacemos, entonces es cuando somos superficiales y vulgares. Lo más importante es lo que somos internamente, pues eso al salir y exteriorizarse en cada acto de la vida, va a marcar y caracterizar eso que somos en realidad. Por eso, la imagen externa, el look, ha adquirido tanto relieve, porque dentro nos vemos feos, sin importancia, vulgares, faltos de alegría y sensibilidad.
¿Podemos ir contra nuestra naturaleza, contra lo físico, que va a condicionar y determinar nuestro condicionamiento, y por tanto nuestra manera de actuar? Si decimos que sí, tanto como si decimos que no, eso no tiene ningún valor porque no es nuestro. Así que hemos de entrar dentro de la vida, total y completamente, para ver y comprender lo que somos en realidad y ver qué podemos hacer.
La venganza por creerse engañado, defraudado, menoscabado, no querido, tiene muchas sutilizas para que no se note. Pero igual que el amor no se puede ocultar, el deseo y la sed de venganza tampoco se puede.
Si no vivimos en primera persona eso que decimos a los otros para que se resuelvan los problemas, eso es charlatanería, superficialidad y vanidad. Eso es lo mismo que decir: Haz lo que yo digo, pero no hagas lo que yo hago.
Las palabras fueron inventadas por el sentimiento interno divisivo. Por tanto, las palabras no son adecuadas para describir la verdad, lo negativo del devenir, de las posibilidades infinitas que siempre están ahí.
El esfuerzo llega a su fin cuando vemos claramente algo. Si vemos la absoluta necesidad de levantarnos de la cama por la mañana, no habrá esfuerzo con su contradicción y conflicto. Por tanto, en el ámbito psicológico, todo esfuerzo es una disipación de energía. Cuando para responder totalmente a un reto se necesita toda la energía, sin fragmentación alguna, para que esa respuesta genere orden y liberación.
¿La fe tanto en las ideas, los dioses y sus intérpretes, en uno mismo, es adecuada cuando nos divide de los demás? La fe es una creencia a la que nos agarramos, que no nos deja que muramos, a cada instante, a todo lo que está pasando. Por lo que la vida se hace vieja, repetitiva, donde quedamos eslavizados a eso en lo que creemos. Cuando la libertad es no estar anclado a nada, vivir en esa nada, que nos hace totales e íntegros, holísticos.
Los perros, y los animales que viven con las personas, nos siguen y obedecen porque se han acostumbrado a que les demos de comer, refugio, etc. Porque, se han convertido en un miembro más de la manada en la que el dueño es el macho alfa. Por lo que, ellos nos necesitan como necesitarían al jefe de su manada si vivieran en su ámbito natural. Por lo que todas esas muestras de cariño, ese apego a nosotros, está motivado por el miedo que toda dependencia genera.