El problema de las drogas, de la drogadicción, es ¿por qué es que hay personas que se drogan? Hay que decir, que todo aquel que está aferrado a una idea o teoría, a un hábito, tiene un comportamiento como el de los drogadictos. Es decir, estar adicto a algo que lo necesita para estar bien, para sentirse a gusto. Ya sea ir al templo, a la iglesia, a rezar y juntarse con los suyos, como el que va al estadio a ver a su equipo preferido, o ser adicto a la comida y la bebida, a los viajes, etc.
El problema del drogadicto, de las sustancias alucinógenas, estupefacientes, es que lo puede alterar mentalmente y socialmente de manera que no puede vivir adecuadamente como lo hacen los demás. Los alucinógenos, todos llevan a estar más allá del bien y del mal. De ahí todas las barbaridades que hacen a la hora de vivir su vidas cotidianas. Además, y eso lo complica todo aún más, las drogas que toman la mayoría son ilegales, por lo que se hacen delincuentes, siempre huyendo del trato social, huyendo de la policía.
¿Puede haber alma sin conciencia? El alma es la parte sensible que nos hace actuar en una determinada manera y dirección. Un niño antes de nacer, no tiene alma. O, la tiene micro, lo más micro. Pero esa alma ya está recibiendo la información de los padres: cómo se comportan, si discuten, si son avariciosos, lascivos, etc. Y al salir del cuerpo de la madre, esa información es más directa e impactante. Pues, desde el momento de nacer todos los centros neurológicos y sensibles, se activan para enfrentarse a los retos de la vida, que le llegan al salir fuera de su madre, donde se encuentra más vulnerable y desprotegido.
Y solamente el niño lo que hace, es revivir, cada vez a un nivel más evidente, todo lo que ya ha vivido dentro del cuerpo de la madre. Es decir el paradigma básico de la manera de comportarse los padres, etc., el niño ya lo tiene asumido y solamente lo tiene que adaptar a todas las circunstancias, cada vez más impactantes por su intensidad y engrandecidas.
¿Puede el tiempo psicológico, como el llegar a ser, darnos la percepción de la inteligencia? Cuando decimos: ‘Dentro de un año seré bueno, compasivo, respetuoso con los animales, las personas, todo lo que existe’. ¿Tiene eso realmente algún valor espiritual, liberador?
Luego, cuando llega el plazo previsto, aún necesito más tiempo. Y el tiempo -psicológico- se convierte en una trampa. Porque, siempre faltará tiempo para llegar a una meta que no existe. Así que, ¿puedo ver ahora, no luego o dentro de dos horas, la falsedad del tiempo? ¿Ver que para amarle no hace falta tiempo? Pues el amor es ahora, siempre ahora. Y el amor, es lo que libera, es la liberación.
A la vida le es indiferente lo que les ocurra a las criaturas. Pero, todas las criaturas quieren vivir en la plenitud. Y, la vida como conoce cómo funcionan las criaturas, no les hace ningún caso. Sólo es la criatura que se excede de sus límites, la que se auto castiga, se confunde, enferma.
Por eso, el exceso es el egoísmo que no respeta nada: a las criaturas -personas, animales, plantas, los árboles, todo lo creado-. Una criatura, todo lo que tiene vida, siempre es una criatura completa, total, digna, llena de la potencialidad del amor.
El problema no es el pensamiento, si no lo qué hacemos con ese pensamiento. Es como tener un vecino o compañero de trabajo, que nos desagradan. Ellos no son el problema. El problema es nuestra incapacidad para poder convivir con ellos.
Así puedes pasarte el resto de tu vida pensando para saber quién eres: si eres verdad o una ilusión. Pero, te advierto que no lo sabremos.
Alfredo, no te escapes ni huyas de la realidad: el pensamiento eres tú. Y tú eres por tanto el problema.
Si el problema eres tú, lo soy yo y todos también. ¿Lo captas? ¿Puede solamente una mente estar completamente liberada?
No te lo digo por ti, lo digo para los que hablan de la liberación total, del nirvana, del samadhi, la realización, etc.
Todo es un cuento con su aire bonachón. Lleno de autoritarismo, de lo que dice el jefe incuestionable. Por eso, es que creen en esas historias, que necesitan de la fe, que no deja que la verdad florezca y llegue.
La oración, ¿no es un diálogo entre dos entidades: uno y el ‘yo’? Pues, si uno va más allá del ‘yo’ ese diálogo imposible de la oración no puede ser. Orar, es una alucinación, un viaje sin moverse de casa.
El problema del juzgar, que siempre es el pasado, es que nunca sabremos realmente lo que ocurrió. Por eso, los vencedores, los que mandan, lo cuentan de una manera que es diferente de lo perdedores, que no tienen el poder para divulgar e informar de su verdad.
Lo que importan son los hechos. Y los hechos solamente suceden ahora. Si uno quiere la justicia, ha de ser justo. Si quiere el respeto, ha de ser respetuoso. Si no quiere que le roben, no ha de ser ladrón. Si no quiere ni la crueldad ni la violencia ni la guerra, lo tiene que demostrar en cada acto de su vida, para no provocarla ni generarla ni llamarla. Otra cosa, es que todo eso pueda ser. Porque decir que sí que puede ser, también forma parte de la mentira eterna. Uno tiene que intentar vivirlo, vivir de esa manera, y ver qué pasa. Y luego, ya podemos hablar, divulgar, informar al respecto. Todo lo demás son las mentiras, el decir una cosa y hacer otra. Porque no podemos vivir como queremos, como nos gustaría. La realidad es otra, que es lo que verdaderamente tiene importancia. Porque ya nos damos cuenta y sabemos realmente cómo somos y no como me gustaría ser, que fuera.
Todo eso que está muy bien, es muy viejo. Ahora, falta saber si se puede cambiar el pensamiento y todo lo que él desencadena.
¿Por qué hemos de hacer caso a lo que digan los demás, por sagrado que digan que es? Lo sagrado es el ahora, lo que se dice y hace ahora? Todo lo demás es el negocio del negociante que siempre es el hombre.