Torni Segarra

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Disculpa el atrevimiento, María, si no te informo de un hoyo que hay por dónde vas a pasar, puedes caer. ¿Es eso lo que querernos? Cuando nuestros antepasados les tocaban siempre hacer caminatas, porque no tenían más remedio que hacerlo, ¿por qué si ya tenemos las facilidades (bicicletas, motos, coches, trenes, aviones) para no tener que hacer esas caminatas agotadoras, habríamos de seguir haciéndolas?
Lo importante, no es lo que hacemos, sino cómo lo hacemos. Uno ha de estar libre de todo lo que usamos, nos llega, lo que se dice, morir a cada instante a todo.
 
Solamente somos libres, cuando nos damos cuenta que no lo podemos ser. Pues entonces, no vivimos en el conflicto de que no soy libre y quiero serlo. Así que, ver la absoluta imposibilidad de ser libre, me hace libre.
Es lo mismo que nos sucede cuando siempre andamos corriendo, deseando algo. Pues eso que queremos, derrotar a la vida, conseguir ser siempre jóvenes, encontrar la felicidad en algo o alguien, no lo vamos a conseguir. Entonces, si lo vemos y comprendemos, toda esa manera de vivir con ansiedad, de prisas y deseos, llega a su fin.
 
Claro que sentimos como seres humanos, Silvia, porque no podemos dejar de serlo: mujer, hombre, negro, blanco, pobre o rico, americano o europeo, etc. Pero, sí que podemos ir más allá de eso que nos condiciona. Un viejo, no es un viejo, es un ser humano. Un joven y su impetuosa energía, acción, etc., es un ser humano. Y en la medida de que somos capaces de ir más allá de eso que somos, somos seres humanos completos, totales.
 
Sí, Norman, las diferencias que vemos no se pueden negar, pues eso es un hecho. Y ya está. Pero, ¿dónde queremos ir a parar cuando ponemos el énfasis en esas desigualdades? Uno es culto, sabe pensar adecuadamente, es rápido, es limpio y aseado, pero otro no lo es. Pero, ese otro que no lo es culto, etc., no lo podemos echar a la basura. Y para no echarlo a la basura, hemos de ir más allá de nuestra diferencia entre él y el culto, etc. Y es ahí, en ese acto de amor, de morir a todo lo que somos, que exista la igualdad de todos los seres humanos.
 
Leer da sueño, si estamos cansados y si lo que leemos nos aburre.
 
Ser uno mismo para qué, para vencer y triunfar sobre los demás. O, ser uno mismo para ser más humano, con compasión y amor, ser libre.
 
Además de todo eso que has dicho, Mariana, que es cierto, lo realmente difícil, es vivir como un ser humano completo, total, holístico.
 
Si seguimos con esa dualidad de que las mujeres y los hombres no son iguales, seguimos en el ámbito de superficialidad, de la jarana y contienda. Que tal vez, es lo que queremos y necesitamos, para no aburrirnos. Y es que hemos hecho del feminismo, un negocio, una manera de vivir, con toda la parafernalia de los libros, etc., y de las ideas y teorías absurdas, como todas. Pero, los resultados están ahí con su guerra que no cesa, las muertes, los celos y las traiciones, los malos tratos. Y todo eso va a proseguir a menos que cada uno no vea en el otro a alguien igual que él, que necesita ayuda, comprensión, afecto, cariño, compasión y amor.
 
Que les parece que en vez de decir que ‘soy esa mujer’ -para disculparse, etc.-, alguien dijera ‘soy ese hombre’. ¿Verdad qué parece algo ridículo, superficial, banal? Pues, eso mismo pasa con las mujeres. Porque los mujeres y los hombres son iguales.
 
O, no. Porque el acompañante se puede convertir en una impedimenta.
 
Elena. Para que alguien que nos acompaña no sea una impedimenta, hay que tener libertad total y absoluta en ambas direcciones. ¿Estamos dispuestos a vivir de esa manera, con total libertad de hacer y deshacer, de entrar y de salir?
 
Por eso, uno ha de ir más allá de las palabras, de nuestras ilusiones y fantasías. Y atenerse a lo que es, a la realidad, nos guste o no.
 
Tanto si decimos que dios existe como que no, eso no es el problema, porque nunca lo sabremos. Pues todo es infinito. Y hay infinitas posibilidades de que exista o que no. Por eso, ya te he dicho que hablar y especular sobre si dios existe o no es una pérdida de tiempo. Además, toda creencia nos divide del otro que tiene otra creencia. Y todos los problemas llegan porque estamos divididos internamente, con esas ideas y teorías que son las creencias. Así que si hay división, el amor no puede ser Y ahí se acaba todo. Por tanto, María, el verdadero y real problema es ver cómo nos liberamos de esa división interna. Ese es todo el trabajo a que nos tenemos que encarar, si es que somos serios, sensibles, afortunados.
 
Por eso, las palabras no son los hechos. Los hechos son la vida en directo, son el ahora operando. Todo lo demás son ideas románticas, infantiles.
 
Angelica. Si todo en la vida fuera tan sencillo como controlarse el pelo, no tendríamos problemas ni de envidia ni de celos ni nos estiraríamos de los cabellos. Todo sería paz interna que se manifestaría en todo lo que hacemos.
 
¿Y si tienes que representar el papel de matona, pues pongamos que ya has matado a dos hombres, y pare ser que el que se acerque a ti lo vas a liquidar? Vas decir: ‘EL (ser) que represente. MI identidad, mi individualismo, mi YO, con mis aciertos o con mis errores’. Pues eso mismo dicen todos los corruptos ladrones de guante blanco: ‘Yo como soy así, más listo que vosotros, pues acumulo más dinero -pero no dice que es robando-. ¿A ver, María, si a ti con esa coartada, de tú ser de tu YO, vas bajando por esa pendiente sin darte cuenta?
 
¿Qué importancia tiene que la comida sea de un bar, de un restaurante, de un hotel, o de la abuela, si tenemos hambre? La necesidad todo lo trasciende. Si tú, Norman, tienes compasión y amor por las personas, por ti, por la vida, ¿qué importa cómo se presenten la situaciones, las personas, ya sean negras, amarillas, miserables o aristócratas, qué importa cómo se presente la vida? Yo quiero vivir adecuadamente. Ese es el principio y el fin. Y para eso tengo que ir más allá de toda división, racial, política, nacionalista, religiosa, de género, de lo que sea.