Torni Segarra

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Mientras recordamos a alguien permanece en nosotros, pero esa persona no está ni estará presente si ella no quiere. Y entonces, María, para qué queremos vivir de las cenizas y el humo.
 
¿Por qué queremos lo imposible, y además que lo hagan los otros? ¿Eso que pedimos a los otros, lo podemos hacer nosotros? Si nos conociéramos, si viéramos cómo funcionamos, de qué manera opera nuestro pensamiento, nos daríamos cuenta dónde está lo falso, la ilusión, lo irreal, los no hechos, y lo descartaríamos.
 
¿Para qué queremos saber lo que están haciendo los demás, si a ellos no les importamos? Todos esos pensamientos rememorando una relación que ya no es, han de acabar, ser desechados. Pues, María, hay que limpiar la casa para estar adecuadamente limpia para la próxima visita.
 
Karhy. Una persona segura, si tiene amor, transmite esa seguridad a los otros. Al igual que una persona con miedo, transmite ese miedo en los otros.
 
Leticia. Esa definición tan superficial de ‘usados’ para referirse a las ex parejas, tanto vale para las de los hombres, como para las de las mujeres.
 
Rebeca. ¿Hacer deporte puede estar de moda, si el practicarlo es para tonificar nuestro cuerpo? Es como si de una necesidad -el dormir, el comer, el relacionarse, et.-, alguien dijera que eso se ha puesto de moda.
Eso demuestra lo superficiales que son los que se dedican a la moda: diseñadores, fabricantes, industriales y comerciales que se dedican a la logística de su venta. Que todo lo usan para sacar dinero y grandes beneficios, sin importarles la lógica, lo falso y lo verdadero.
 Y todo eso contribuye al desorden, que genera la confusión y el caos que está por doquier.
 
Aunque creemos que nosotros somos los artífices de todo, es la vida –tanto en lo físico, como en lo psicológico y espiritual-, la que nos obliga a que hagamos las cosas, que por pereza, indolencia e indiferencia no las haríamos.
Los bebés, Arelì, si no lloraran y reclamaran la atención para comer, o por cualquier otra necesidad, enfermarían y perecerían.
 
¿Nos damos cuenta del ego, del ‘yo’, que nos domina y hace que digamos y hagamos toda clase de tonterías? Decir que el país de uno es el mejor, decir que sin los hombres o las mujeres, los otros no serían nada, decir que uno es lo más importante ya sea un abogado o un alto ejecutivo, son todas superficialidades. Pues todo está unido, como nosotros también, de manera que el portero le tiene que abrir la puerta y entregar la correspondencia al abogado, al ejecutivo, los encargados de la limpieza han de limpiar sus despachos sino no podrán trabajar, todo se colapsaría.
Así que, Julieta, todos somos importantes, las mujeres y los hombres, los de los pueblos y los de una gran ciudad, los que se dice de ellos que son muy importantes y los que se dice que lo son menos.
 
Pedrito. Las pretensiones, los sentimientos, las esperas, el resguardarse para alguna ocasión propicia y favorable, eso es todo el resultado de la acción del ego, del ‘yo’. Pero el ‘yo’, que se identifica con una idea, con un plan, con una persona, con una teoría, siempre es divisivo, causante de conflicto entre ‘tú’ y ‘yo’, entre ‘nosotros’ y ‘ellos’. Por lo que todo eso se ha de descartar. Para que así llegue lo nuevo, lo sagrado, lo que no ha sido tocado por nadie ni por nada.
 
Para que llegue el amor, hemos de estar vacíos de los deseos mundanos de lo que queremos, lo que nos favorece, lo que anhelamos. El amor no se puede describir positivamente, cuando alguien dice que eso es el amor, eso no es. Porque el amor, es lo que está más allá de las palabras, que son pensamientos. Y los pensamientos son divisivos, generan conflicto, desorden, confusión, entre mi pensamiento y el tuyo que se quieren imponer, por lo que llegan los enfrentamientos, la violencia y la guerra. ¿Si hay crueldad, violencia y guerra, puede haber amor? No digas que sí ni que no, tómate todo el tiempo, examínalo, encárate con ello directamente para ver lo que sucede y descubres.
Y eso que descubras y veas, Liliana, será tuyo y nadie te lo podrá arrebatar.
 
¿Qué problema hay en que una persona –ya sea hombre o mujer- haga la cena? El problema no es lo que hace cada uno, el problema es cómo vivimos nuestras vidas de cada día. ¿Alguien que esté aferrado a una idea política de centro, de derecha o de izquierda, aferrado a una creencia religiosa, aferrado a una sola persona, o a un equipo de fútbol, a sus propiedades y su dinero, ¿puede tener sensibilidad, que es la excelencia en el respeto y el trato en las relaciones con las personas?
Si hay excelencia en nuestras relaciones, nadie saldrá ofendido, saldrá perdiendo, saldrá agraviado, será explotado.
 
El estrés, es no entender cómo funciona la naturaleza, la vida. Cuando queremos que nos entren los pantalones, una camisa o zapatos, y no entran lo rápido que queremos, es cuando no entendemos a la física, y llega el estrés. La física tiene su ley: para que pueda entrar algo, ha de tener el vacío o lugar para poder entrar. Y si algo lo impide no es por capricho o mala suerte, sino porque las cosas no están dispuestas de manera para que puedan entrar. Si cuando escribimos corremos y nos lanzamos porque queremos terminarlo lo antes posible, provocamos errores que impedirán que los que lo lean lo puedan comprender fácilmente. Y la culpa no es del teclado, o del ordenador, o del bolígrafo, de los ruidos que hay por la casa, que hacen los que conviven con nosotros.
Psicológicamente sucede lo mismo, cada cosa que sucede o hacemos tiene un impacto en la mente, que afecta a su actividad operativa. De manera que la estimula favorablemente o lo hace negativamente. Si yo te robo a ti, te hago algún daño, eso me estará afectando, y cuando te vea o hable contigo, puede que llegue el estrés.
De manera que, OfferKids, si nuestra actitud ante la vida, si nuestra manera de vivir tiene orden, no habrá lugar para el desorden. Y si no hay desorden y sus problemas, la armonía está ahí. Es decir, el estrés es una falta de compasión y de amor tanto por nosotros como por los demás.