Torni Segarra

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He leído tu entrevista en el diario… de ayer. Gracias por las informaciones y comentarios.
Hay algo que nos tiene atrapados y que no podemos hacer nada al respecto: el paradigma psicológico por el que nos regimos las personas para poder sobrevivir. Sobrevivir significa ser, ya sea tanto en lo físico -el cuerpo-, como en lo psicológico. Y mientras no vayamos más allá de ese paradigma de seguridad, en lo físico y psicológico, que es el miedo a no ser, a morir, siempre seremos manejables como si fuéramos un rebaño de animales.
Es decir, ahora tú dices que las redes sociales -Google, Facebook, Twitter, Amazon, etc.-, están acaparando demasiado poder y nos pueden manipular -como de hecho ya lo hacen- la información que les damos. Pues, eso mismo es lo que siempre el hombre ha estado haciendo cuando se hicieron los primeros comerciantes, que manejaban las mercancías manufacturadas y de los agricultores -como también lo hacen ahora- que manipulaban para subir o bajar los precios.
Y también se ve ahora, con el protagonismo tan evidente de las empresas mercantiles, bancos, corporaciones empresariales, que tienen más poder incluso que los gobiernos soberanos, a la hora de generar turbulencias económicas en las acciones en la bolsa de valores. Lo que hace que los gobiernos estén sometidos a ellas y sus necesidades financieras, desplazando y deslocalizando los polos comerciales y las fábricas de un país a otro. Para obtener más beneficios por las ventajas fiscales y laborales, en detrimento de los asalariados que ven mermados sus derechos laborables, de asistencia sociales y en el ámbito económico -sueldo, pensiones, prestaciones-.
¿Qué podemos hacer tú y yo como personas que nos ha tocado vivir en esta época donde el poder de siempre se ha encarnado en las redes y medios de comunicación sociales? Como siempre, una persona sólo puede utilizar lo que necesita para poder sobrevivir de manera que sea lo menos perjudicial para él en todos los ámbitos. Es decir, haciendo un uso adecuado y no compulsivo para su personalidad y manera de vivir. De la misma manera como lo hacemos con los coches, aviones, los libros, los diarios, la televisión, los alimentos, la bebida.
 
¿Qué es el nirvana, Nixon? ¿Hay alguien que te pueda decir que tú estás o no en el nirvana? ¿O es todo literatura orientaloide, esnobista? ¿Puede haber un jurado que diga que alguien está liberado, iluminado, en nirvana? Y, ¿ese jurado quién habría dicho que sabe lo que es el nirvana, si él no lo sabe tampoco?
 
Todo eso está muy bien descrito, Enghelbert, pero si no hay una causa -el momento y los acontecimientos históricos, dramáticos- que pueda hacer de fermento, no habrá posibilidad para el líder. ¿Puede haber un solo líder carismático? No. Los líderes carismáticos salen todos a la vez. Y los vulgares, también salen juntos. Porque los acontecimientos, generan hombres bravos y desafiantes, viven a toda velocidad, aunque sea la mental. Sin la revolución y su triunfo tan importante como la rusa, todo hubiera sido una balsa de aceite en Europa y el mundo.
 
¿Puede alguien que viva en conflicto ser lo que es la verdad, vivirla? ¿Puede uno que vive en conflicto, sentir compasión y amor? ¿La verdad no es el amor?
 
La cuestión está en que uno se hace adicto al estado de no odio, de vivir sin odiar. Pero, cuando llega una secuencia de odio, es como un veneno que ensucia y enferma nuestra sangre. Por tanto, uno no tiene que huir de ese odio ni querer transformarlo. Sino vivir con él. Y esa vivencia tan completa con el odio, hará que llegue el orden. Porque será tanta la amargura que experimentaremos, que sabremos lo que hay que hacer cuando vuelva a llegar el odio.
Desafortunadamente sin dolor, no podemos aprender.
 
Pues, si no estamos seguros que el universo existe, entonces ¿para qué ser un científico de lo material? Eso sería absurdo, como un juego de niños haciendo castillos de arena en la playa, que nos atrapan la vida y cuesta un dineral.
 
Enghelbertb. La revolución rusa, de los bolcheviques, eliminó a la mayor monarquía del país más grande del mundo e instauró un gobierno de no monárquicos y no capitalista. Ese es el triunfo de la revolución. Lo que vino después es otra cosa. Pero, recordemos que nadie triunfa al cien por cien, como sí que sucede en un partido de fútbol. Aunque esa revolución, como todas las violentas y sanguinarias, no resuelven los problemas realmente. Porque el mismo paradigma que derrocan es el que se vuelve a instaurar: el ‘yo’ y el ‘tú’, el ‘nosotros’ y ‘ellos’. Cuando la revolución, ha de ir más allá de todos esos inventos del ego, del ‘yo’.
 
El problema, Annick, no es que a uno le corten un brazo. El problema es, ¿qué haces tú con eso, con la sangre que se derrama, con que tienes que ir al hospital, que te has de tomar medicamentos, antibióticos para que no haya una infección? El problema es cuando serás medio inútil y te tendrán que cuidarte totalmente en los primeros días.
Ahora, tú dices que no te identificas con tu cuerpo. Pero eso es en el ámbito psicológico. Porque, si no cuidas tu cuerpo, se deteriorará de tal manera que te arrastrará en lo psicológico a la confusión y al desorden. Porque llevas una vida de división con el cuerpo, cuando esa división es el origen de todos nuestros problemas.
 
Sí, eso está claro. Pero pregunto a Patricia, como una persona sensible, bastante profunda, etc., ¿si tú tienes algún conflicto dentro de ti puedes sentir amor, ser feliz para darlo a quien sea, aunque sea mirando una flor?
 
Patricia, cuando uno repite y repite aceleradamente algo, pierde el control, la lucidez y la razón. Entonces, es el momento de detenerse o cuestionar eso que nos altera de manera que nos confunde.
 
Luego, ahí no hay conflicto. O, sea que el hecho es que donde hay conflicto el amor, la compasión, la felicidad para ayudar a los otros, no pueden ser. Y por eso, donde hay miedo el amor no es. Y el miedo es el conflicto en acción, pues no queremos ver ni estar con eso que nos da miedo.
 
Creo que eso de que hablamos como un hecho, y es verdad, tiene el problema de ponerlo en práctica y vivirlo. Eso es lo mismo que pasa con el amor, que se habla y se habla de él y de sus mil maravillas, pero no se vive en la vida cotidiana de cada uno de los que hablan y proclaman esas maravillas.
Por lo que todo, puede que se quede en palabras, en un entretenimiento más.