Torni Segarra

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Susana, les he enviado una copia de todo el proceso a Alejandra y a Marcial, que son los otros dos administradores. Y no te preocupes, pues ha dado para mucho lo que entre tú y yo, como actores principales -sin contar lo que alguno habrá podido hacer sin que nosotros los podamos observar-, de todo el desenlace. Por una parte me hubiera gustado quedarme más tiempo para que me hubieran conocido de verdad, pues al principio ya sabes que los nuevos si son como yo, generan celos y envidias. Aunque lo de tomar o promocionar las drogas, eso es algo que yo no puedo tolerar a ese nivel de ser partícipe del mismo grupo. Pero, les hemos dado una lección a todos por lo bien que ha acabado. Tú has hecho tu papel como la de gestionar el parto. Y los otros, han hecho todo lo posible para que eso que acababa de nacer acabara cuanto antes. Pero, ellos saben ahora algo más que antes: que están en un sitio extraño e inadecuado. No lo digo por el grupo, sino por la manera como se comportan; y se han visto en el espejo tan cual son.
En cuanto al administrador, me ha parecido infantil, superficial, al decir que los hongos no son lo que se conoce como droga -alucinógenos-. Alejandra es muy buena, pero va desenfrenada. Con una buena persona cerca haría maravillas.
Si tú puedes y quieres, cuando tengas la ocasión, escribe lo que quieras, con total libertad. Pues tú ya me conoces. Allí en el grupo, también te encontraba infantil, un poco perdida, contagiada con esas risas un tanto rituales. Que te vaya bien, Susana. Si necesitas algo, házmelo saber a ver qué podemos hacer.
Por cierto, he visto una intervención tuya en el chat que organizó la Fundación Krishnamurti Latinoamericana, ayer, cuando les decías que estabas en Madrid, por si era adecuado ir allí, a la sede. Si quieres me puedes contar algo de eso, que ya sabes que me interesa. Esos chats de multitudes no los puedo seguir. Ya hace dos años, estuve casi un año con ellos. Pero hicieron algo que creo que era inadecuado: organizaban todos los años unos retiros en un monasterio católico. Y yo les dije que en tantos sitios que hay para reunirse, cómo se meten en un sitio que los que mandan no aceptan la paridad con las mujeres, discriminándolas, y otras cosas más gordas como tú ya sabes. Y aún más con las que no coincidíamos. Con afecto y con cariño.
 
El ser es la consciencia -la vida, el darse cuenta-. Y la consciencia no es desconocida ni conocida. La conciencia o la tenemos o no.
 
El auto indagación llegado un momento y nivel no sirve, pues nos empantanamos con palabras, pensamientos, las réplicas y contra réplicas.
 
La pregunta es: ¿Si no tuviéramos miedo, habría aparecido el ‘yo? El miedo es inherente a la conciencia de que soy algo y de que el otro es también algo: un competidor –para la caza, para el sexo, para tomar mis decisiones-. Por lo que, se genera el miedo.
Ese proceso, como todos los procesos de la vida, nosotros no podemos rechazarlos porque es la vida misma. Si uno se despierta por la, mañana, porque no se ha muerto por la noche, uno no puede elegir, vive, se levanta, se viste y sigue con la vida.
 
La ilusión es muy seductora, porque nos da la medicina que necesitamos para poder soportar el miedo a la inseguridad: más ilusión de que haciendo algo premeditado, planificado, venceré al miedo. Y ese es el motor que ha generado la energía que nos ha llevado hasta aquí, desde la invención de la rueda, hasta los viajes espaciales, con todo el caos, el desorden y la confusión que lo acompaña. Pero, aún estamos inseguros, viviendo para encontrar la seguridad. Sin darnos cuenta que sólo existe la absoluta inseguridad.
 
Cuando alguien se muestra tal cual es, en realidad lo que hace es de espejo para los otros, para que se vean ellos -si no lo sabían o se les había olvidado- tal cual son. Porque, uno es el otro y el otro es uno, el observador y lo que observa son lo mismo, la misma historia.
 
La ilusión aparece cuando verbalizamos, conceptualizamos. El percibir a secas, directamente, no es ilusorio, solamente es la percepción. Luego, esa percepción se fragmenta cuando el pensamiento se desarrolla de manera que recuerda, tiene un añadido de más conciencia. Y es entonces, al recordar cuando aparece la división. Pero, eso es un hecho con el que tenemos que vivir, ver todo ese proceso. Y entonces, todo encaja: cada pieza tiene su utilidad: la percepción alerta, los recuerdos para saber dónde vivo y como me llamo.
El problema está en la mala gestión, cuando el pensamiento es el que domina la acción, que es como vivimos ahora. Y entonces cuando el pensamiento que es recuerdo, el pasado, se impone genera un manera de vivir divisiva, enfrentada, en conflicto. Porque quiere imponer eso que recuerda, que conoce, porque cree que le va a dar seguridad.
 
Siempre se ha sabido que no hay separación, que el observador es lo observado. Lo que falta es vivirlo. Todo es muy viejo, antiquísimo, pero comprenderlo de manera que lo vivamos, ese es el reto al que siempre estamos respondiendo inadecuadamente. Porque, seguimos viviendo en la ilusión, sin comprender la realidad, con miedo, fragmentados.
Pero, el miedo es una proyección, que es del pasado o del futuro. Pero, en el hecho en sí de tener miedo –en el ahora- no hay miedo ni nada para describirlo, recordarlo. Sólo se está viviendo, lo que llamamos miedo como otra situación cualquiera.
 
Hay un momento en que todo es lo mismo: la libertad, la atención, la compasión, la devoción, la gratitud, el amor. No hay manera de que una palabra que lo describe sea más importante que otra. Pues tanto la esencia, como la parte que se manifiesta en palabras siguen siendo una unidad.
 
Gracias por el aporte, Amilcar. El amor, no sufre. Porque, es sin división. Eso quiere decir que lo acepta y absorbe todo: tanto el sí como el no, la contradicción -que no lo es- como lo que llamamos sentido común. Y ahí está lo perturbable que es el amor. Una perturbación necesaria. Que cuando se vive no hay perturbación, ni nada, solamente la percepción.
 
Gracias Luis, por tu información. Tuve la ocasión de leer el ‘Libro del amigo y amado’, de Ramon Llull. Y es realmente, como si lo escribiera un loco del amor. Como cuando uno se enamora de su pareja, pero que en realidad en ese amor no hay pareja, usa recurrentemente esa metáfora pero enseguida salta de lo uno a lo todo. Que es lo que es el amor: a lo pequeño y lo grande, a lo concreto y a lo diverso y vago, a lo uno y a la inmensidad, la totalidad. Es como un torrente, sin ningún freno verbal ni sentimental, de amor.