Con todo mi respeto, se puede decir lo mismo de ti. Y ya estamos con lo que más os gusta: los líos, la contienda, nosotras somos mejores y vosotros peores. El feminismo, es una moda decadente que tiene millones de años. Decadente porque hace lo mismo que los hombres: yo, yo y yo.
Todo lo básico para poder vivir viene impuesto, es sin elección: una ha de comer, dormir, relacionarse con el entorno, ha de vivir con el sexo para reproducirse, etc. Todo lo demás lo aprendemos, es una manera de cultura, que se ha adherido a lo necesario. Entonces las actitudes homosexuales, tanto en mujer como en hombre, no se nacen con ellas, sino que se hacen y desarrollan con el tiempo. Todos tenemos el deseo sexual, pero el ser humano al desarrollarse tanto mentalmente, por necesidad de satisfacción –como hace con la zoofilia- ha optado por transgredir la naturaleza y vivir la homosexualidad.
El estar aferrado a alguien, nos provoca dolor. Si uno se libera de esas dependencias, es cuando sabe lo que es la libertad y el verdadero amor.
El maquillaje, nos solamente es ponerse cremas y resaltar los rasgos. Si no que es también, toda la mentalización, autosugestión, erótica para ser más atractiva y atraer a los hombres.
El amor se mira, se huele, se escucha, se siente cerca y lejos, con o sin la presencia de alguien. Porque el amor, lo abarca todo, es la totalidad, donde nada queda excluido.
Quien ama no piensa en el futuro, porque el amor es el ahora. Ya que, el tiempo psicológico, como ayer, hoy o mañana, imposibilita el amor.
El gusto o el disgusto, las opiniones, no son hechos. Es más importante encararse a un hecho, que hablar de ello interminablemente. Pues, hasta que no nos enfrentamos a los hechos, nunca sabremos eso que es. Y los hechos sólo pueden suceder en el ahora, son en el presente, el ahora.
Los celos nos confunden, nos alteran de manera, que podemos decir cualquier cosa con tal de vengarnos. Pero lo que está claro es que los celos son una pérdida de algo que creemos que es nuestro, cuando no lo es. Pues, nada es de nosotros.
Liberarse es el único trabajo verdadero, ya sea de alguien o de algo. Porque la liberación es lo que marca la diferencia entre el amor o no.
El amor lástima, porque forma parte de la vida. Pero lo hará de la manera menos dolorosa y destructiva posible.
Eso sólo se consigue con amor. Si hay amor, todo lo que hagamos, digamos, o no digamos, será lo correcto, lo que está más allá de las convenciones sociales, de lo viejo y conocido, de lo que se dice que es adecuado, bien visto.
La eternidad no se acaba, sino no sería la eternidad. Lo que se acaba es el aburrimiento de esperar algo de alguien que no puede llegar. Pues, nadie nos va a dar lo que nosotros hemos de encontrar: eso que está dentro de cada cual, que es la paz, la libertad, la felicidad.
Uno ha de ser escéptico ante todo lo que se dice, nos llega. Pues todos somos falsos –corruptos- y podemos cambiar, alterar, mentir, lo que es la realidad, por salir con la nuestra. Por ganar, vencer, triunfar, hombres que se autoproclaman pacíficos, se vuelven asesinos en masa.
En esta sociedad corrupta e inmoral, las personas quieren pero no pueden. Quieren ser perfectas, en el sentido de eficiencia en el trabajo, los logros sociales, etc. Pero, esa perfección que cada uno persigue no existe. La perfección que buscamos siempre está en relación con algo o alguien, es un invento, una ilusión.
Por eso, uno habiendo visto que vivimos en un mundo corrupto y cruel, ha de apartarse de él, para no participar de esas maneras inmorales. A partir de ahí, se dará cuenta de la ilusión de lo que llamamos perfección: una carrera enloquecida para vencer y superar a los demás. Cuando la perfección es ver y comprender la realidad de lo que soy, vivir con ello sin desesperación ni conflicto. Entonces, esa ausencia de división y conflicto, le contará el secreto de la perfección.
El tiempo es implacable, nadie lo puede detener. Por eso, todo está abocado por el tiempo a degenerarse, transformarse en energía y desaparecer de la forma y manera que era. Hasta que no lo entendamos, no seremos serenos, sin obsesiones, ni felices.
¿Por qué estamos obsesionados buscando la perfección? Lo perfecto es lo que es, la realidad, es el delgado el grueso, el bajo y el alto, los de cabello negro o rubio, el viejo y el joven.
Todos hablamos de todos, de los chismes, de lo que hacemos o no hacemos. Por eso, es preciso que hablen también de nosotros. Pero, si pudiera ello ser posible, el hablar de los demás ha de ser una observación de eso que somos y hacemos. Para con esa información intentar ayudar.
Pero si eso está muy claro: Las personas que nos hacen daño las descartamos y ya está. Tú, Mayra, puedes decir que eso tiene un precio muy caro. Si dices eso, tú, o el que lo diga, es que todavía no ha comprendido cómo funcionamos las personas, cómo funciona la vida. Porque, si hubieras comprendido, no hubieras hecho esa pregunta ni expuesto esa cuestión del posible daño que pueden recibir las mujeres.
La vida es vivir como si tuviéramos una serpiente debajo de la cama, a la que hay que estar atento.