Torni Segarra

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¿Nos damos cuenta que cuando decimos que estamos hablando con los dioses, en realidad estamos hablando con nosotros mismos? Nosotros inventamos a los dioses, por miedo y temor a todo lo que es la vida. Ese diálogo se trata de un desdoblamiento de nuestra mente que ha dado cabida a los dioses, los santos o a otras personas, que existen o no.
Lo realmente importante son los hechos, nuestra manera de vivir: ¿qué hacemos con el dinero, con las propiedades, con las personas que nos sirven y ayudan a sobrevivir?
 
Aunque nos cueste de entender, todo en la vida está interrelacionado. Por eso, según nuestras actitudes ante la vida, nosotros estamos llamando o rechazando, sin darnos cuenta, a las personas.
 
Los ensueños y las fantasías, sólo son ilusiones. Lo real y verdadero, es darse cuenta cómo actúo con los demás, cuál es la relación con los que convivo, si soy egoísta y cruel con ellos, insensible a sus necesidades. Y si a los que tenemos cerca no los amamos, tampoco amamos a los que viven lejos en otras partes del mundo.
                                     
Llorar no es ningún error. Vivir poseída y aferrada a una persona, un hombre, etc., es un error. Por eso, liberémonos de todo lo que nos esclaviza, y fin de los problemas, de todo eso de las opresiones, lloros, dependencias, etc. que nos provoca.
 
El pensamiento y la mente pueden actuar sin parar. Pero si uno va más allá de la mente y su actividad, del ‘yo’, que siempre es el miedo. Éste, el miedo, desaparecerá con la mente y su invento: el ‘yo’, el pensamiento, la memoria, etc.
 
La vulgaridad y la superficialidad, siempre será el arma del establishment para distraer y entretener, como un narcótico, a las personas. Los intelectuales, periodistas, personas que les conviene el establishment -religiosos, políticos, etc.- se encargan gustosamente de ello.
 
¿Pero quiénes ponen a esas personas que no sirven para resolver los problemas, para que los resuelvan? Son los que les votan para que ganen el poder, ¿no? Por tanto, todos los que les votan también son nerds.
El problema es mucho más profundo y grave, pues mientras una mayoría viva razonablemente bien, esa otra mayoría pobre va a seguir siéndolo. Porque, los que tienen empleo, dinero, etc., quieren gastárselo disfrutando, comprando una segunda residencia para el verano -dos meses-, para hacer largos viajes, quieren vivir socialmente como todos los de su estatus lo hacen: comiendo en restaurantes, yendo a divertirse al cine u otro entretenimiento. Por lo que, para los pobres nada más queda unas palabras de consuelo, el olvido, la indiferencia, cuando no la molestia por nombrarlos o verlos.
Siempre ha sido así y siempre lo será. Porque el problema está en despertar la sensibilidad, la compasión, el amor. Pues, los políticos, las religiones organizadas no lo van a solucionar. Por lo que solamente cabe, que cada uno haga lo que quisiera que hicieran los demás, los que mandan y dirigen la sociedad y el mundo.
 
Pero, esos que figuran en los gobiernos, aunque no tienen todo el poder, son colaboradores del poder que está fuera del foco, que no son visibles a las personas, a la prensa, televisión, etc. Es decir, sin los gobiernos, y los funcionarios colaboradores, esos que no se muestran no podrían tener ese poder.
El poder para que sea, ha de tener un engranaje donde forma un equipo coordinado y compacto, compuesto  por los ricos, los políticos, los militares y policías, los jueces, la jerarquía religiosa, etc., y todos los que los obedecen. Y los que obedecen son aquellos que hacen lo mismo que ellos, aunque sea a un nivel muy bajo. Un pobre puede tener la misma actitud que un rico, ser egoísta y cruel para intentar progresar, salir de su miseria.
 
El tiempo en el ámbito cronológico, tiene su utilidad y sentido, pues hemos de saber la hora que abren las oficinas, cuando vamos al cine, o a una cita. Pero, cuando el tiempo, como pasado, presente y futuro, opera es un impedimento. Porque, nos divide del ahora y el  reto que lleva consigo. Para responder adecuadamente a lo que nos llega –desafíos, acontecimientos sorprendentes, cualquier situación cotidiana-, necesitamos toda la energía, que solamente puede llegar cuando la división y el conflicto interno han cesado.
 
¿Si no sintiéramos dolor, podría ser la vida tal y como es ahora? El dolor es el maestro, el instructor, el que nos lleva al orden. Sin dolor, lo arrasaríamos todo, empezando por nuestro cuerpo y nuestra vida. El dolor cesa cuando comprendemos cómo funciona la vida, como funciona la mente, el pensamiento, el cerebro que responde a las llamadas del cuerpo.
El dolor sigue siempre estando ahí, pues el cuerpo time sus limitaciones, se ha de deteriorar, pero tiene otra dimensión al no haber un conflicto con la parte que no quiere el dolor.
 
Para estar libre de la angustia, de la depresión, hay que comprenderlas. Y para comprender algo, lo que sea, hay que tener un contacto directo con ello, vivir y amar eso. Nosotros somos muy rápidos y queremos la pastilla, el medicamento, y quedar libres de eso que nos molesta. Pero, si no hay comprensión no puede haber curación, habrá un retención para volver otra vez.
Pero si estoy con eso que me aísla, me deja sin la energía necesaria para vivir adecuadamente, si no hago un problema ni una batalla, un conflicto, una lucha, entonces todo ese problema se manifiesta de manera que desaparece. La curación es un acto de amor, de unión, de comprensión. La enfermedad es división, conflicto, maldad, confusión.
 
Si nos aceptamos tal y como somos, quiere decir que no hacemos un conflicto para ser diferentes. Aunque hemos de ser conscientes, estar atentos a todo le negativo que somos, y hacemos. Si eso es así, es cuando uno tiene esa fragancia, ese magnetismo, de la vida vivida sin conflicto. Y lo que nos llegue, estará en armonía y en orden con nosotros,
 
Nuestra atención ha de ser en el presente, en el ahora. Si nos atenemos al presente, al ahora, mirar hacia delante o hacia atrás, el pasado y el futuro no podrán operar.