1. La mente tiene que diluirse al darse cuenta que no puede alcanzar la perfección. Porque la perfección es un invento del ‘yo’, al comparar y cotejar lo que ve con lo que ya conoce por haberlo visto en el pasado. Quiere librarse de eso que no le gusta. Y entonces en un momento dramático se da cuenta de su desesperación por lo perfecto. Por lo que abandona la búsqueda y todo lo que ve es bello, perfecto, lo que es, toda la realidad.
2. Saber lo que tenemos que hacer es saber mucho. Y por eso nos peleamos con los demás, porque ya tenemos el programa planificado, premeditado.
3. ¿Se puede vivir sin saber lo que tenemos que hacer dentro de un instante? Corporalmente hay reclamaciones que atender. En lo psicológico no.
4. Lo material tiene sus consecuencias implacables. En lo psicológico siempre hay la posibilidad de ir más allá. Más allá quiere decir libertad.
5. Sin libertad uno no sabe nada, sólo lo que le dicen. Libertad es ser uno su maestro, ver todos los misterios, lo falso. Y ese ver es amor.
6. Amor es libertad, sea donde sea y cómo sea. Porque la libertad se vive dentro de uno. Donde nada la puede perturbar. Libre es ser vulnerable.
7. Libertad es sin miedo, por eso uno es completamente vulnerable. La libertad tiene su orden indescifrable. Y en ese orden florece el amor.
8. Alfredo. Todo es importante, porque todo forma parte de una unidad. Y cada cosa se acopla a las otras en un orden insondable. Por eso el orden es, porque también lo tiene el universo. Todo es orden hasta que aparece el ‘yo’, que es divisivo, desorden.
9. Pues por eso, Enghelbert, estamos tratando de ver la manera de no caer en esas maneras de cambiar las cosas, la situación. La historia se puede amañar y arreglar para que las cosas que se hicieron con violencia, asesinatos, etc., fueran precisas hacerlas para disfrutar del ‘bienestar’ que tenemos. Pero todo, está corrompido: los amigos de mis amigos, son mis amigos. Y los enemigos de mis amigos son mis enemigos. Por lo que todo eso, ha de ser descartado. Y entonces, solo quedamos los que no queremos participar de ese juego sucio, detestable, generador de pobreza y miseria, de hambre, de violencia y de guerra. Y es incuestionable que cada uno ha de hacer lo que los otros no hacen, encarar la vida de la manera que queremos que lo hagan tanto los que mandan como los que no.
10. Gracias, Enghelbertb,. Tal cual sucede ahora con los proyectiles teledirigidos, los drones, las intrigas, las traiciones, las oportunidades de desencadenar una guerra por beneficios políticos y económicos. La misma barbarie de la matanza, cueste lo que cueste en vidas, con tal de imponerse y salvaguardar la manera de vivir de privilegios, que otros no tienen.
Nosotros también podemos caer en esa situación de no querer compartir los privilegios que de una manera o de otra –por herencia, por esfuerzo, por el interés y el deseo de algo mejor- hemos conseguido.
11. Cuando no nos identificamos con nada -el cuerpo, el país, la familia, la religión, la política, la cultura, etc.- es cuando llega el orden, ¿no? Porque entonces, uno no se divide con el que cree que es su enemigo por estar también identificado con algo. Esa manera de vivir está en nuestra sangre: uno es seguidor y se identifica con un equipo de fútbol y otro también, y como los dos siempre quieren ganar, han de generar conflicto. Y más profundamente, mi idea contra la idea de otro que los dos quieren imponer. Y así funcionamos durante un millón de años.
Por eso, es tan importante, preciso, atenerse a la realidad, a lo que es, y no inventar otra realidad que me gusta más y apetece.
12. Gracias, Humberto. Aunque eso que se describe del duelo de los animales, los chimpancés, pueda que sea cierto. La exhibición de la hembra muerta tumbada en una carretilla, cubierta con una sábana azul y vistoso, con los dos cuidadores principales e influyentes dándole una gran importancia a ese momento inútil de hacer una especie de entierro ceremonia -pues cuando uno muere se acabó todo y ya está-, con todos los chimpancés mirando y observando las maniobras de los humanos con la chimpancé muerta, es lo que nos condiciona a hacer de algo natural y bello -la muerte- un problema extraño por las añoranzas románticas del pasado, por la pérdida de alguien que le necesitábamos de una manera de otra, por esa pomposidad en el silencio por algo tan natural como es la muerte de sea quien sea.
Y así de esa manera, en la repetición de algo que es tan natural como el nacer, el vivir, el morir lo convertimos en un problema, algo morboso. Pero los seres humanos tan manipuladores y ávidos de sensaciones, y para poder proseguir con nuestra actividad que se ha convertido en una especie de adicción, todo lo complicamos y desnaturalizamos. Y eso es lo que hemos hecho con nuestras muertes de cada día, que ni comprendemos ni queremos ver. Y cuando las vemos, y participamos en ella, por la muerte de alguien cercano, hacemos de ella una tragedia, un espectáculo exhibicionista ya sea conscientemente o no.
13. Por eso, Humberto, decía que de la misma manera condicionamos a nuestros hijos a que tengan un comportamiento determinado. Pues, los chimpancés también pueden adoptar las maneras humanas. Ahora, imaginemos que se muere la hembra chimpancé, qué por mucha personalidad que tuviera, por relevante que fuera su lugar, en el grupo, los cuidadores directos, los más importantes -la importancia se nota y tiene su influencia en los demás, porque es poder, proporciona alimento, seguridad, o represión y castigo-, no le hubieran dado la resonancia que le dieron. Si no que hubieran tratado el cadáver del chimpancé, como si fuera el de un gato, un pájaro, un animal cualquiera. Y de esa manera tan antinatural, tan artificial, es de donde nacen los oficiantes, los sacerdotes que interceden entre el difunto y el más allá. Y de ahí, es desde donde nace gran parte de la religión en su aspecto pagano, de miedo y temor, profano y superficial.
Nosotros somos animales de costumbres, que se repiten a lo largo de miles y miles de años, por diversión y entretenimiento, por miedo e ignorancia, por inercia y pereza, por sacar algún beneficio. Pero todo eso, es el juego de lo viejo y repetitivo que nos ha traído esta manera de vivir tan estúpida, confusa y desordenada. Donde unos pasan hambre, y mueren por ello a millones, y otros echan y destruyen en la basura millones de toneladas de alimentos, de artículos para poder vivir. Que como consecuencia, siempre hay un estado de antagonismo, de indolencia e insensibilidad, de conflicto, de agresividad, de violencia y guerra.