Cuando tenemos amor, no hay guerra. El problema está en, ¿por qué esos momentos de amor no pueden abarcar todo el tiempo, todo lo que hacemos?
Es porque no hemos visto realmente lo que significa vivir haciendo la guerra, que ella está siempre con nosotros. La guerra es el conflicto en su máxima expresión. Pero hasta llegar ahí, hay que haber empezado a vivir con el conflicto en todo lo que hacemos: al levantarnos de la cama, en el ir al trabajo, en las relaciones que tenemos con el dinero y las propiedades, con la autoridad, con el ‘yo’. Y mientras no solucionemos ese conflicto interno que todos tenemos, los preparativos para las guerras continuaran para que ellas estallen en toda su horrorosa expresión.
He leído tu entrevista en el diario…, de ayer. Gracias por las informaciones y comentarios.
¿Puede alguien que ama a los animales, prepararse meses y meses para matar a otras personas en la guerra, en un combate? ¿Puede alguien ser sensible en un fragmento de la vida y en los otros no? ¿Puede uno decir que ama a su cuerpo y maltratarlo hasta cortarse un dedo o un brazo?
Todos los que matan tienen sus escusas: los cazadores dicen que lo hacen por deporte, los que torturan y matan a los toros dicen que lo hacen por el arte, los que hacen la guerra dicen que lo hacen por defender a su país, a su civilización, a su orden, o por venganza. Y los que condenan a otros a la pena de muerte dicen que lo hacen para que cunda el ejemplo y sepan a qué se exponen los que también matan, o por venganza y para que pague por lo que ha hecho.
Todos para hacer algo tenemos los motivos y si no los tenemos los inventamos, los buscamos o los encontramos. Matar a alguien ya es una manera de hacer la guerra, porque en la guerra aunque se matan a millares, se empieza por uno.
Pero cuando alguien no quiere, ni mata a nadie ni hace la guerra. Porque hay otra posibilidad de solucionar los problemas sin tener que matar a nadie. En realidad el que mata a otro es un fracasado de la vida, como alguien que no sabe escribir ni leer habiendo nacido y crecido en un lugar donde todos saben porque han ido a la escuela. Porque no sabe vivir de manera sin tener que matar a otro. Y eso mismo se les puede decir a todos los gobiernos que aprueban y participan en las guerras para solucionar sus problemas económicos, estratégicos, o de otra índole.
Ahora la pregunta: ¿Tú, Scott, por qué matas, tan valiente que eres y de qué tienes miedo? Si tú no haces ningún daño a nadie, ¿por qué tienes miedo, hasta el extremo de prepararte con entrenamientos para defenderte para hacer la guerra y matar a esos que tú crees que son tus enemigos? ¿No sería mejor que descubrieras si realmente esos que son tus enemigos son una ilusión tuya y que el único enemigo realmente eres tú mismo y la manera cómo vives, egoístamente, sin importarte los problemas de los demás, pues sólo te preocupas de tu bienestar, de tus parientes de tu país, de tu sistema con el que vives?
Por eso, los ejércitos son una inmensa maquinaria de represión de los que no quieren vivir como yo vivo, de los que no aceptan mi manera de vivir, ya sea que vivan derrochando y destruyéndolo todo, ya sea que vivan como un monje y su austeridad.
Janet, no solamente de los religiosos se puede esperar cualquier chasco, sino de toda persona. Pues, las personas no somos de fiar, ya que según el reto que nos llega puede variar nuestro comportamiento de una manera radical y contradictoria. Y los religiosos, ante todo son personas como todas, que fallan, que somos: quiero pero no puedo
Teresa de Calcuta dijo una frase aterradora, que la desautorizaba y demostraba que era igual que cualquier otra persona. Ante una mujer, que estaba en uno de sus centros con ella, como colaboradora o de visita, ante el estado tan grave de un niño de unos quince años que tenía una infección, le dijo que con tan solo llamar a un taxi y llevarlo a un hospital ese joven se salvaría. A lo que Teresa de Calcuta le contestó: ‘No lo haré, porque si lo hago con él lo tendré que hacen con todos’.
Y precisamente, esa es la misma opinión que esgrimen los hindúes, las autoridades de India, cuando se les echa en cara que no hacen nada por las personas que viven y mueren en la calle: ‘Si lo hacemos con unos, nos vemos obligados a hacerlo con todos y eso no lo podemos asumir’.
La pregunta es: ¿Si Martin Lutero King, era un político o un verdadero hombre religioso? Si era un político todo lo que dijo tenía sentido. Pero, si era religioso, entonces era alguien que sólo hablaba, un charlatán.
Ese es el punto, cuando vemos cualquier situación, hemos de verla como si fuera un fotograma de una película que pasan unos detrás de otros sin detenerse. El problema está cuando una imagen se instala y no pasa. Es entonces cuando llegan los agobios, las paranoias, la neurosis.
Cada religión está hecha de la misma hechura del hombre superficial y vulgar. Por eso, el hombre que es libre, se siente libre, la religión la encuentra un impedimento.
Amigo Jose, uno que entiende la religión -que no es la religión organizada-, sabe que si se junte con otro para practicar esa religión dejará de serlo. Porque la esencia de la religión de la que hablamos, es la libertad total, sin compromiso alguno con nadie ni con nada. Pues de lo contrario, nos dividimos y fragmentamos. Siendo que la religión es unión total con todo lo que existe.
Ese tema lo hemos tratado esta mañana en el grupo, sobre lo que hacía Teresa de Calcuta: que tanto ella, como los hindúes, decían que si se ayuda a uno, hay que ayudar también a todos los otros.
Todo lo que hacemos ha de ser un reflejo de lo que somos internamente. Por tanto, en todos los sitios y en todas partes allí se manifestará realmente eso que somos.
Hubo un monje muy desarrollado mentalmente, que tenía cierta fama de santidad, que le dijo a otro: ‘Mañana temprano iremos a la ciudad a predicar’ -ellos vivían en el campo-. Al día siguiente cuando ya estaban un tiempo en la ciudad, el monje que fue invitado para acompañar en la predicación preguntó: ¿No decías que habíamos venido a predicar, ¿cuándo empezaremos? A lo que contestó el otro fraile: ‘Te parece poco lo que estamos haciendo: siendo amables, cediendo el paso, tener afecto, dar algo a los pobres, tratar a todos con amor. Eso es el verdadero predicar’.
Hola Marthy. He leído tu aporte en el grupo…, en el que hablas de tu situación. Como quiera, que no puedo publicar por incompatibilidad con la línea del grupo, lo hago por aquí.
Por tu oficio de modelaje, estás acostumbrada a exhibirte, a que te halaguen, a estar rodeada siempre de personas. Y cuando no estás en esa situación, cuando te falta eso, es cuando te encuentras tan mal. La depresión es el síntoma de una causa, que puede ser física –cansancio, agotamiento- o psicológica.
Muchas veces la depresión, es el aviso de que hay que cambiar algo, o va a cambiar algo lo queramos o no. Entonces, si no acertamos lo que ha de ser ese cambio, se convierte como un parto complicado y difícil, donde no sabemos qué hacer.
Si uno no puede soportar la soledad, ¿por qué no buscas compañía? Eso es lo mismo que cuando uno está con excesiva energía, que tiene que hacer algo para consumirla. Pues, mientras uno necesita la relación de las personas, que vaya a buscarlas. Y entonces, de una manera directa verás realmente si necesitas la compañía de las personas o no.