Las fronteras externas son una consecuencia de nuestra división interna. Al estar dividido internamente, por la fuerza de los hechos, todo nuestro mundo particular ha de estar también dividido. Y por eso, la consecuencia de la división que es el miedo, es lo que nos hace que construyamos toda clase de fronteras, físicas y psicológicas.
Así que el problema es la división y la fragmentación interna.
El amor ni se compra ni se vende, ni se puede solicitar, es caprichoso e incomprensible. El amor no se puede manejar ni atrapar, pues es como querer coger el aire en la mano, él siempre está ahí pero sin poderlo gestionar.
Las cosas además de decirlas, hemos de hacerlas realidad. Si no, no tienen ningún sentido ni valor.
El engañar, castigar, es una opción de cada cual. Si hay comprensión de la realidad, ¿por qué habríamos de mentir, hacer daño a los hijos? Si nuestras vidas tuvieran orden, comprenderíamos la realidad de lo que es la vida y las personas, y no tendríamos esos problemas.
¿Se pueden acomodar los pensamientos, sentimientos y las personas en el lugar que les corresponde? Eso sería tanto como pretender dominar la mente, la misma vida. Y eso es ingobernable. Solamente podemos hacer las cosas, de manera, para que no haya más desorden y confusión. ¿Podemos dirigir y manipular a nuestro gusto al compañero de trabajo, al vecino, o solamente los hemos de aceptar tal y como son?
El que sea posible algo o no está en lo que queramos conseguir. Uno ha de crecer, ser en su esplendor y plenitud, decaer, envejecer y morir. Uno ha de aceptar la manera particular como es cada cual, si lleva el pelo largo o corto, la manera peculiar como viste.
Algunas cosas parecen gratis pero no lo son. Para que los otros nos acepten hemos de hacer algo a cambio. que los satisfaga. La vida es como un negocio donde hay un intercambio. El problema está en querer ganar siempre en ese negocio-intercambio. O tener siempre que perder, porque los otros siempre quieren ganar.
Los sueños, hemos de ver la posibilidad que se puedan realizar, de lo contrario generamos desorden, confusión, crueldad, en nuestras vidas. Todo no se puede conseguir, aunque eso no quiere decir que hemos de dejarnos ir a la deriva.
Los sonados, los perturbados por algún deseo absurdo, hacen de todo lo que quieren conseguir un negocio para hacer ganancias, dinero. Entrar en su dinámica, es darles un poco de razón. Descartarlos, es hacerles un favor, un acto de amor y compasión, donde salimos ganando tanto ellos como nosotros.
Mentalmente tenemos la capacidad de inventar, de ver lo que queramos. Pero eso no es real ni verdadero. Por lo que hemos de saber lo que llevamos entre manos para no perturbar y alterar a esa mente que es tan capaz. Porque, si se altera y confunde, puede ver lo falso e irreal, como lo real y verdadero, con todo el desorden, las malas consecuencias y el peligro que todo eso conlleva.
Del corazón, del alma, del espíritu, no sabemos nada. Salvo que es un producto de la mente, de la conciencia que ve lo que está sucediendo. Y esa misma imaginación, puede decir una vez establecido como real, cualquier cosa que quiera, por absurda que sea, aunque no se han hechos eso que decimos y experimentamos.
La vida es destrucción, amor y construcción. Hagamos lo que hagamos, digamos lo que queramos decir, ese paradigma que todo lo rige estará ahí operando en todos los ámbitos de la vida.
Para que lo nuevo llegue hemos de morir a lo viejo. Pues lo nuevo siempre es el amor. Es nuevo porque no ha sido tocado por nada, ni la mente ni los deseos, ni los miedos ni las alegrías.
El fin, el final de algo, es cuando llega su ciclo que hace que termine. Pero luego, uno ha de aniquilarlo, descartarlo radicalmente, comprendiendo definitivamente que eso ha llegado a su fin. Es como el que ha comido mucho y aún le incitan para que coma más, pero él no puede. O el que está completamente exhausto y agotado, que no puede hacer nada más. El fin es tan radical como la muerte, que nadie la va a alterar, ni cambiar sus hechos.
El amor puede que esté ahí cuando miramos a otra parte sin ninguna intencionalidad ni deseo.
La realidad es tanto lo que ocurre en lo físico como en lo psíquico. Por tanto, lo físico tiene su repercusión y condiciona a lo psíquico. Eso es así y no se puede cambiar. Pero, sí que podemos ir más allá de todo eso.
Hay algo que ni el sexo, ni las sensaciones y experiencias de la clase que sean, nos pueden colmar de belleza, de plenitud y felicidad, Pues, nosotros necesitamos amor para sentir la dicha de la vida. Y el amor, no es la rutina de la búsqueda de placer. Porque esa búsqueda de placer que no tiene fin, nos hace insensibles, brutales y crueles.
Santo que respira no vale nada, no lo es. Alguien ha dicho que hay santos para sacar un beneficio de eso.