Todo lo que es, puede dejar de ser. Esa es la ley de la vida físicamente, y en lo psicológico también sucede lo mismo. Por tanto, ¿nos damos cuenta de todo el peligro que tiene para nuestras vidas el agarrarse, el dejarnos atrapar por los otros? ¿Podemos convivir con otra persona, sin perder el horizonte de la realidad, viendo el vasto panorama de todo lo que sucede, que es que la vida está operando con sus maneras en su totalidad?
Esas expresiones: ‘Yo estaba donde no tenía que estar’. ‘No te busqué, ni me viniste a buscar’. ¿Tiene algún sentido cuando uno quiere o no quiere algo? ¿O son excusas? Pues si uno dice que estaba donde no tenía que estar, que es el lugar donde me encuentro con alguien, eso quiere decir que fue un ‘error’. Y por tanto, todo se termina ahí.
Ninguna persona, sea quien y como sea, no puede ser atrapada por nadie. Ni ella se debe dejar atrapar por nadie.
La elegancia, para que sea ha de ocultar la miseria humana. Porque la elegancia es vanidosa y festiva. Y las miserias humanas no tienen nada de vanidad, ni exhibicionismo, ni de festividad.
En las relaciones sexuales, todo no son finezas, suavidad, respeto. Hay veces que algunos se han acostumbrado y necesitan la rudeza, los malos tratos y la indignidad más sucia y cruel.
El amor no se acaba por nada, se nos acaba a nosotros. Porque queremos manejarlo a nuestra manera, diciendo que eso que nos sucede ese amor, cuando no lo es en absoluto, Por lo que, cuando eso que decimos amor, no puede ser, cuando se termina, hacemos un drama.
Lo que nos sucede en las relaciones entre las personas –la ausencia de un relación verdadera-, ¿puede eso solucionarse, que se conviertan en relaciones verdaderas, o estamos condenados a vivir en el disimulo, en la mentira y la falsedad de decir lo que no es?
Lo que fue, el pasado, ya sea agradable o no, ya no sirve, pues está muerto. Ya que se convierte en un obstáculo, para poder relacionarnos completamente en el presente, en el ahora.
El amor verdadero, es sin tiempo. Pues cuando hay amor, el pasado, el presente, el futuro no pueden funcionar. Sólo hay el ahora.
Cuando todo deja de tener sentido, es el momento en que vemos la realidad tal cual es. Entonces es cuando sabemos lo que tenemos que hacer, porque no podemos de dejar de mirar esa realidad que está ahí, nos guste o no.
Cuando hacemos algo para que no haya desorden, ¿si lo hacemos esperando una recompensa es eso verdadero? ¿O el amor desaparece, no puede ser, cuando el deseo personal de un beneficio se pone en acción?
¿Es adecuado pintar, ensuciar las paredes y las puertas de las casas de los demás con spray –sin el permiso de los dueños, sino contra ellos, contra su voluntad-, pintar y ensuciar el mobiliario urbano, que es de todos? ¿Les gustarían esos que pintan con spray, que les pintaran sus fachadas y las puertas de sus casas, con escritos y rayas que no les gustan, ya que van contra su manera de vivir?
Las palabras, lo que se dice, ¿son hechos, son la realidad de lo que hacemos en nuestras vidas cotidianas, o son fantasías bobaliconas y superficiales, como un cuento de niños?
¿Es posible ser sensible, sin ser vulnerable? Cuando somos vulnerables es cuando estamos en orden, porque tenemos la actitud mental de ‘no sé’. Y como en realidad no sabemos nada de lo que va a suceder, es cuando estamos libres de lo conocido, del pasado, de la certidumbre, del ‘yo sé’, divisivo y conflictivo. Y es en ese terreno, donde el amor puede germinar, ser.
Las buenas palabras, por bonitas que sean, no son lo que queremos, no son la realidad. El silencio, no puede ser ‘mi’ silencio que se impone a los demás que no lo quieren. El amor llega cuando todo está hecho para que llegue. Y se va también cuando todo está de manera para que se vaya de nosotros.
Las personas siempre seremos extraños para los otros, y para nosotros también, pues nadie sabe cómo va a responder al próximo reto que nos llegue.
Las huellas que dejamos, puede que en parte sean el resultado de los pasos que hemos dado, y los zapatos que hemos usado.
Pero ni el sueño ni la esperanza, que son lo mismo, son reales. Lo real, es la realidad de nuestras vidas de todos los días, la tuya, la mías, la de cada cual. Y esa vida es lo que somos internamente. Es decir, lo que son nuestras mentes, lo que son el pensamiento y la manera cómo funcionan.
Aunque cambiemos el mundo al revés, porque el que hay no lo queremos ni nos gusta. El próximo mundo que venga si no lo comprendemos, será igual que el viejo que hemos cambiado. El problema no es el mundo, el problema somos nosotros que no sabemos vivir con él, y para ello, hemos de comprendernos. Y así comprendiéndonos, comprenderemos también al mundo.