Torni Segarra

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1. ‘La mayor rebeldía es el silencio.’ Si lo decimos ya no es. La verdad, no se puede afirmar ni negar, se tiene que vivir.
 
2. Las consecuencias de la guerra son tan trágicas que teóricamente no se comprende cómo no podemos ver todo lo que es, para no entrar en esa dinámica de la división, confrontación, crueldad y violencia, que lleva a la matanza de la guerra.
 
3. Ayer vi un reportaje por televisión, ‘The world at war’ –El mundo en guerra-, cuando entraron los aliados en el París, y sus alrededores, ocupado por los nazis. Había una carretera donde había hombres muertos por los lados, también caballos. Había camiones, jeeps, etc., todos convertidos en chatarra por las explosiones.
David Eisenhower, general norteamericano, dijo que en cien metros la carretera estaba cubierta por la carne putrefacta de los muertos.
También se vieron imágenes cuando los parisinos de la resistencia se vengaban de los nazis. Pero no quiero describirlo por lo horrible que es.
 
4. Algunos hombres se empeñan en ir contra la fuerza de los hechos. Y la sexualidad que es común a todas las personas, eso es un hecho. Querer dominarla, negándola, es un pecado contra el flujo sagrado de la vida, que tiene la misma fuerza que el viento que provoca una tempestad en el océano.
Si la sexualidad no fuera tan poderosa, como el hambre o el dormir, la vida no podría seguir reproduciéndose infinitamente, como lo hace. Pues la consecuencia del sexo genera muchos problemas y complicaciones, al llegar los compromisos, las obligaciones, las dependencias, los hijos.
El diseño está hecho de manera para que la sexualidad no pueda desparecer, ni domarla ni dominarla. Todo lo demás, las abstinencias, los controles, el renunciamiento, todo son mentiras.
 
5. ¿No tenías problemas morales al trabajar como traductor para un dictador sanguinario, asesino, que no salió en cuarenta años al extranjero por el miedo que tenía de que lo detuvieran, amigo de Hitler y Mussolini, ambos también dictadores, con los que colaboraba?
Nunca entenderé como las personas cultas, que parecen educadas al menos en sus maneras externas y convencionales, se prestaban para colaborar y adorar a esas personas tan asesinas, que le daban tan poco valor a la vida de los hombres. Cierta vez una persona que vivió aquel régimen, tan cruel y macabro, contó que cuando estaba haciendo la mili, en un cuartel, un mando les dijo que para él era más importante un fusil que una persona. Pues, según contó, el mando decía que las personas siempre las tiene a mano y los fusiles no, ya que los tenían que fabricar y comprar.
 
6. El verdugo y la víctima, la víctima y el verdugo, ¿no juegan a un mismo juego, que es el de vencer y derrotar al otro? ¿Puede haber una víctima absoluta y por tanto un verdugo absoluto? Solamente podría ser si los dos papeles del drama fueran vividos sin huir de ellos, sin tener miedo ni odio ni venganza, sin miedo a perder, a morir aunque sea injusta, atrozmente. ¿Es eso posible? Si hay una queja, si hay un deseo vengativo, eso no es posible. Pues el deseo es el que da vida, hace que se reencarnen los papeles de verdugo o de víctima.
Y lo mismo sucede con cualquier otra circunstancia, ya sea de esclavo o de amo, de jefe o del que está a su servicio, de mujer o de hombre, de pobre o de rico, de guapo o feo. Para que haya dualidad, uno ha de ser consciente de ella, aceptarla y entrar en ese juego de imágenes, estereotipos, de clases, de conceptos e ideas.
Es decir, todo lo que somos sin nuestro consentimiento, nuestra aceptación y aprobación, no podría ser. Por eso, la liberación es descartar todo el condicionamiento, vaciarse de todo él, de manera que uno no es nada. Sólo el que es consciente y percibe lo que sucede, sin reacción del ego, del ‘yo’, porque ahí ya no pueden operar, ya no son.
 
7. En ese vacío está el amor. Ya que el amor no tiene una relación exclusiva solamente con una persona, sino que abarca a toda la humanidad. El amor es lo total, lo absoluto, lo que todo lo abarca, y participa de ello. Y eso solamente puede ser, cuando no se es nada, es el vacío que se mueve con la vida.
 
8. ¿No sabes hablar en español? Si lo sabes ¿por qué nos obligas a leerlo en inglés, para complicarnos las cosas?
 
9. El problema de las personas como Jiddu Krishnamurti, es que cuando hablan entran en trance y los que lo escuchan o leen participan de ese trance. Pero cuando ya no está presente JK, el trance desaparece y con él la inteligencia.