1. Todo lo que queremos ser los seremos. Pero eso que queremos ser, eso que conseguimos, será lo viejo y repetido, será el pasado que ya sabemos lo que es. ¿Se puede desear lo nuevo y no conocido, lo desconocido? No podemos, Esther, ¿verdad? Sólo podemos desear algo que ya es nuestro por pensarlo, desearlo.
Y, ¿qué es lo nuestro, lo de siempre, eso que deseamos y queremos, sino el deseo de vencer, conseguir, ganar, eso que ya conocemos? Pero para vencer, ganar, triunfar, he de estar dividido de los que venzo, de los que pierden. Y ese triunfo y victoria, que es conseguir lo que quiero y deseo, nos va a dejar en la intranquilidad. Porque los vencidos también quieren ganar y van a venir a por nosotros, para la revancha.
Por tanto, cuando veo todo lo que hay implicado en el hecho de querer ser, de lo que quiero convertir mi vida, de mis maquinaciones, es cuando cesa el deseo. Y entonces llega lo que realmente somos: un ser humano que ha de vivir la vida que le toca, ya sea blanco o negro, pobre o rico, agraciado o desgraciado físicamente, africano, asiático o europeo, capaz o incapaz de manejar toda la complejidad de la vida.
2. Si yo estoy seguro de algo, de mi vida, de mi manera de vivir, si lo tengo todo controlado, eso quiere decir que no soy vulnerable, y es cuando estoy inseguro. Porque, Nina, la seguridad no existe, aunque nosotros por el peso de la tradición a través de miles de años, creemos que sí.
Pero como en realidad no existe la seguridad, es un hecho que no existe ni puede existir, al querer estar seguros, nos dividimos de esa realidad y seguimos estando inseguros.
Pero si me doy cuenta, si comprendo, que haga lo que haga, voy a estar inseguro, no haga nada, ni huyo ni quiero cambiar esa situación. Por tanto, no me divido y es cuando estoy realmente seguro. Es decir, tengo la máxima seguridad posible. No la que yo quiero, sino la que el orden trae. Ese orden que está más allá de lo que queramos o no.
3. La realidad no es lo que nosotros queremos, deseamos. La realidad es lo que está pasando, lo que es. Pero nosotros necesitamos seguridad, no nos gusta vivir inseguros. Por eso, es que ese deseo de seguridad –que el pensamiento necesita para operar-, es el que va configurando, inventando la realidad. Pero claro, como el deseo va a imponer lo que él quiere –que es su seguridad- , que no es la realidad, es cuando entra en conflicto con lo que sucede, con la realidad, que es la manera cómo funciona la vida.
Y por eso, es que vivimos en confusión, en desorden, viendo las puertas cerradas cuando están abiertas, y al revés ver las puertas abiertas cuando están cerradas. Pero cuando nos atenemos a la realidad de lo que está sucediendo, sin dividirnos de ello, es cuando llega el orden, el fin de la confusión.
4. ¿Cómo podemos saber si lo que nos encanta es lo correcto y adecuado? Pues el ego, el ‘yo’, es insaciable para conseguir con sus argumentos todo lo que queremos. El ego, es el invento que la mente ha creado para perpetuarse, para proseguir, para devenir, por lo que es tiempo psicológico, como el llegar a ser buena persona, llegar a conquistar a ciertas personas, llegar a ser rico, poderoso.
Pero, al proyectar lo que queremos hacia el futuro, es cuando nos dividimos del presente, del ahora, que es desatender al reto que está ahí ante nosotros. Y es así, que generamos el desorden y la confusión, cuando abrimos la puerta a todas nuestras amarguras.
5. ¿Por qué confiamos ciegamente en las demás personas, ya sea el novio, la pareja, el compañero de trabajo, el vecino, los parientes? Lo hacemos porque necesitamos la afectividad, el afecto, que nos provoca la soledad, el vivir aislados, ¿no es cierto, Lily?
Y como no nos damos cuenta de quiénes somos, cómo actuamos, cómo opera nuestra mente, es que vivimos confusos, sin saber qué hacer ante la soledad ante un hecho que nos parece dramático.
Por eso, si nos conociéramos realmente cómo somos y actuamos, conoceríamos a los demás; y de esa manera, ya sabríamos cómo y de qué manera pueden responder los otros a un reto cualquiera. Ya que uno es el resto de la humanidad, conociendo a uno conocemos a todos.
6. La mente puede inventar todo lo que cree que le interesa y necesita. Por eso, ella no es de fiar, ya que para conseguirlo puede alucinar, falsear la realidad, inventando otra. Solamente negando su invento que es el ego, es como la mente queda desnuda, tal y como es, nos guste o no. De lo contrario nos puede llevar al más espantoso desastre. Y eso es lo que hacen algunas parejas, que no quieren atenerse a la realidad de que la relación es inviable, ya no existe, pero no lo aceptan ni lo ven, de manera que se maltratan y asesinan.
7. Esta foto de Jiddu Krishnamurtri, y otras antiguas, o parecidas a ella –como montando a un caballo-, donde se muestra su parte más mundana, la parte en la que hacía vida de rico, apartado de las personas pobres, etc. Son lo que él mismo, y las Fundaciones, ocultaban y no publicaban en la segunda mitad del siglo pasado. En todos los libros que se publicaban siempre aparecía JK, como un hombre sencillo –nunca con traje ni ostentación-, progre, solitario, que no tenía relación con los ricos. Ya que si las portadas de sus libros y las fotos hubieran sido como esa que ha sido publicada, muchos no hubieran comprado sus libros.
Como eso ya lo sabían –editores, las Fundaciones, etc.- se cuidaban mucho de evitar esa imagen glamurosa y mundana de JK.
8. Solamente lo decía, Vcky, para que no nos creamos que JK era una alma inmaculada, libre de hipocresía. Sufría y necesitaba lo mismo que todos, era como todos lo somos,
9. Una de las cosas más extraordinarias de la vida es darse cuenta que todos somos iguales, darse cuenta que todos estamos unidos por un mismo problema, que es vivir la vida de manera en que el dolor no nos destroce. No verlo como una declaración, sino porque lo vivimos como algo natural e ineludible.
10. Eso es un cuento un tanto alucinante. Es decir es una realidad de diseño. Y cuando alguien diseña algo, lo hace a su favor. ¿Podemos distinguir lo que queremos y lo real?
Y eso que sentimos y experimentamos, ¿tiene algún sentido verdadero para liberarnos de nuestras ataduras, posesiones, dependencias?