Jase. ¿Sin dolor, sin sentirlo, dónde estaríamos? Tal vez nos habríamos extinguido, tanto los hombres como los animales. La vida sin dolor no puede ser. Cuando alguien es más sensible, más dolor percibe. Los indolentes, son crueles, porque no sienten el dolor que les hacen a los demás.
Por tanto la solución al problema es responder a ese dolo, ver de qué manera iremos más allá de él. Para eso, has de inquirir, indagar, ver la manera cómo funciona la vida. Y ver cómo funciona el pensamiento, de qué manera opera y genera toda la confusión y el desorden. Que son los que hacen de detonantes para que llegue el dolor. Y eso es un hecho: si tú insultas a otro porque sientes placer en ello, eso a su vez, te va a generar dolor de una manera o de otra, lo veas o no, seas consciente o no. Eso es tan evidente, porque si tu das un puñetazo por rabia contra la pared, tú mano va a hacerse daño, y por supuesto tú también.
El infinito es lo que nos hace silenciosos. Porque cada cosa que digamos, puede que sea cierto o puede que no lo sea. Pues ambas posibilidades se pueden desarrollar dentro del infinito. Por lo que cabe estar en silencio, sin afirmar rotundamente, sin posibilidad de contestación. Generando conflicto, división, etc., donde el desorden y la ausencia de amor están ahí.
Es muy fácil saber cuál es el motivo de lo que todos han dicho o dicen. Pues, solamente uno tiene que conocerse realmente cómo es. Y si uno se conoce verdaderamente, entonces conoce el resto de la humanidad, Así que no hay secreto, el hombre se mueve porque tiene miedo al dolor –al presente-, miedo al futuro y también al pasado. Y todo lo que haya hecho y haga,, va en la dirección de deshacerse de eso que le hace sufrir.
Así que, todo lo que ha hecho cada cultura o religión, toda idea política o psicológica, etc., todo es lo mismo: huir de ese miedo y dolor, que sentimos. Pero en la huida no hay solución a los problemas.
Hay algo que es maravilloso, esclarecedor: si uno se comprende así mismo, comprende a todos los demás. Y si uno soluciona su problema, de la misma manera está solucionando el problema de todos los demás.
El problema del individuo, es que uno no puede obligar a nadie a que haga lo que uno dice. Porque, en esa obligación hay esfuerzo, no hay amor, sino crueldad y violencia. De ahí que lo colectivo, lo universal, ha de ser una consecuencia que nazca y se genere en uno mismo.
No, Martín, atente a lo que hemos dicho: que solamente es importante lo que tú descubras. Porque lo que descubras, será lo mismo que puedo descubrir yo o cualquiera. Por tanto, ¿qué importa lo que hayan dicho los otros, ya sean los antiguos o lo que dijeran ayer?
Porque todo el problema de los hombres es individual. Mientras uno no vea que su manera de vivir, con su derroche y la estupidez de las distracciones y entretenimientos, está destruyendo la naturaleza, por mucho que le digan no se va inmutar. Porque es un adicto a esa manera de vivir despilfarradora. Y, si no vive así de esa manera, se siente mal -tiene mono, como los drogadictos-, siente dolor, se enloquece. Así que, el problema es tremendo.
El destino es el destino y a veces no se puede cambiar. Solamente cabe hacer, que cada uno que lo ve, que haga lo que los otros tendrían que hacer.
Gracias, Humberto. Si pudiéramos ver, nos daríamos cuenta que todo lo que se ha dicho y se dice, está dentro de nosotros. Porque, la mente humana es una y todas a la vez. Y todas participan del mismo paradigma: huir del dolor, rechazarlo, desprenderse de él. Y ese ha sido y es el deseo eterno para todos. Por tanto, lo que hay ahora, es lo que había hace un millón de años: el dolor y cómo me liberaré de él. Por lo que todas las posibilidades confluyen en lo mismo: comprender ese dolor de dónde procede, cuál es su causa. Y eso, solamente lo tiene que descubrir cada cual, comprendiendo la vida cómo funciona, la naturaleza, etc., Y ver cómo funcionan nuestros pensamientos y nuestras mentes.
Es decir, si algo nos causa dolor, ¿qué hemos de hacer? En la huida de ese dolor, no hay solución a eso que nos destroza y nos confunde. ¿Qué haremos para conocer ese dolor que siempre está ahí? Si huyo, no lo voy a conocer. Por tanto, me acerco a él, estoy con él, para que me cuente su historia y así poder proceder.
Pero no ves que lo que tú digas, la gente no le va a hacer caso. Por eso, lo realmente importante es despertar la sensibilidad, la inteligencia, para que cada cual pueda ver él de primera mano lo que han visto los otros. Porque si no es así, las personas no tienen esa vivencia íntima y no sienten la motivación de poner orden es sus vidas. Que es lo mismo que decir, poner orden en el mundo, en la naturaleza, en su casa, en lugar de trabajo, en todo lo que hace. Y es entonces, cuando podríamos decir que ese orden, sería el que respetaría toda la vida, y regeneraría a la tierra de toda la basura y su destrucción, a la que la hemos abocado, en que se encuentra.
Es evidente que todo lo que nos divida, no es amor. Los celos, son la reacción hacia algo que creemos que nos hace perder algo que creemos que es nuestro, ya sea la imagen que tengo con respecto a otros -creyendo que soy elegante, guapo, inteligente, bueno-, ya sea un objeto, o una persona. Así que, mientras no comprenda el funcionamiento del pensamiento que genera esa actitud de miedo y de pérdida que son los celos, seguiré maltratado por esa situación, creyéndome la víctima de otro.
Por eso, el pensamiento que es el que elabora y crea los problemas, es al que hemos de comprender para poder ir más allá de los celos y sus consecuencias. De lo contrario, seguiremos siendo nacionalistas temerosos, seguiremos siendo la esposa o el marido exclusivo, de mi propiedad. Seguiremos debatiéndonos por ideas y teorías, ya sean políticas o religiosas, llenos de odio que nos harán violentos y dispuestos a hacer la guerra.
Una cosa es enseñar a construir y entender algo material, como una silla, uno ordenador o un coche. Pero, ¿lo espiritual, lo psicológico, se puede transmitir mediante la enseñanza y la repetición, mediante otro condicionamiento? De lo que se trata, es que veamos nuestro condicionamiento, que hemos heredado de nuestros antepasados, ya sean los de hace cien años, como los de hace un cien mil. Por eso, qué importancia tiene todo lo que digamos mientras los otros no estén dispuestos para recibirlo por su falta de sensibilidad e inteligencia. Que se manifiesta en miedo, en egoísmo, en indolencia e indiferencia ante los problemas de la vida.
Por tanto, el problema es hacer que aparezca la inteligencia. ¿Cómo lo haremos?