Torni Segarra

Seleccionar página
Las cosas no son tan sencillas a la hora de describir y comprender la realidad. Si algo no nos sale como teníamos previsto, no poder coger el tren, habrá infinitas explicaciones, pero nunca podremos saber el por qué no he podido coger el tren. Y así con todo: ¿por qué no saludé y hablé con esa persona que parecía interesante, si me atraía, y ella sí que quería?
El pasado ya no cuenta, pues está muerto y no sirve, sino que nos molesta y perturba para poder afrontar los retos que siempre son en el presente, el ahora.
 
¿Por qué esa creencia de que las mujeres a la hora de vivir tienen diferentes estrategias que los hombres? Es como si en una guerra, quisiéramos decir que uno de los dos bandos hace algo extraordinario fuera de lo común, Cuando eso es una ilusión, porque en toda guerra el fin último es vencer y triunfar sobre los otros, y para ello se mata, y antes hacemos todas las barbaridades y tonterías que podemos y nos dejan.
 
La seguridad no existe, solamente existe la absoluta y total inseguridad. Así que, todo intento de buscar la seguridad, nos deja en la misma inseguridad de siempre.
 
El querer a alguien es humano. El amar es sobrehumano, es decir está más allá de toda lógica y razonamiento, convención o norma. El amor es como el aire, la luz o la oscuridad, sin explicación alguna.
 
En la vida en realidad nadie pierde o gana. Eso es cosa de la subjetividad de cada uno, de todos nosotros. Es decir, todos a la vez perdemos y ganamos algo. Es muy difícil de comprender porque la pérdida puede que sea muy valiosa. Pero, en cada pérdida, sea la que sea, siempre también hay un beneficio, aunque puede que no lo podamos ver, ya que puede que no sea personal.
Cuando un pájaro coge en el pico un gusano y lo mata, lo hace para alimentar a sus crías que aún no pueden volar ni alimentarse. Ese drama de la vida, es el que hay que comprender, pues a nosotros aunque sea a nivel humano hacemos lo mismo.
 
Cuando alguien nos deja -un amigo, la pareja, la esposa, los hijos, el socio de negocios o correrías-, no podemos echárselo en cara. Por que, nosotros haríamos lo mismo si estuviéramos en la misma situación. Es como si estuviéramos en una habitación donde nos empezamos a ahogar y necesitamos salir para respirar. Cuando llega esa situación, nadie ni nada nos puede detener. Y si nos quedamos dentro, puede pasar lo peor: que nos matemos unos a otros.
 
Y, también tiene la posibilidad de soportar la dependencia y la esclavitud, que toda relación genera.
 
Para que llegue lo nuevo hay que morir a lo viejo, a eso a lo que estamos atrapados, aferrados.
 
¿Eso es amor o es posesión por una persona que te gusta? Y como toda posesión, eso te va llevar al dolor, a la tristeza, a la frustración, cuando te des cuenta que ese fuego se ha apagado y nada queda. Ni tan siquiera el sexo ni la dependencia.
 
La trampa del sexo, y la importancia que le damos, es que él no nos va a resolver los problemas. El sexo no nos puede dar eso que necesitamos, que es lo que está más allá de él. El sexo intenta vanamente alimentarnos psicológica y espiritualmente, pero sus resultados nos debilitan, nos fragmentan, al estar siempre trabajando para él. Por lo que, se transforma en una obsesión y una dependencia, una esclavitud, donde no hay libertad, sino sumisión y miseria.
 
¿No parece una imprudencia suicida ponerse al borde del abismo, jugando con él? Todo lo que decimos, publicamos, tiene su resonancia y transcendencia, por lo que banalizar la importancia de la vida exponiéndola como si pudiéramos volar al caer por un acantilado al abismo, es insano, insensato, patético, absurdo. Eso es el juego infantil de querer inventar otra realidad, que más me gusta, cuando eso no es posible.
 
Para estar en forma, hay que tener lucidez, lógica, para que haya paz dentro de nosotros. Pues, si tenemos un asunto pendiente por resolver, eso va a obstaculizar, al dividirnos, toda la energía que necesitamos para ser enteros y completos, sanos.
 
El problema de hablar en público, es el mismo que el hablar a una o varias personas en privado. La diferencia está en todo lo que envuelve esa situación que se genera al hablar en público, que se convierte en una especie de espectáculo y exhibición. Por eso, las personas exhibicionistas y vanidosas, son las que tienen más posibilidades. Ya que en realidad es una interpretación, como lo hacen los actores de teatro o de cine.
 
Sonreír es la consecuencia de la paz interna, del sentirse en orden y sin miedo.
 
¿Por qué nos creemos especiales, es por vanidad, insuficiencia, por amargura, por no aceptarnos en realidad quiénes somos? Si sabemos ver, observar la realidad, nos daremos cuenta que todos los seres humanos somos lo mismo. No hay un club para los negros, mestizos o blancos, para las mujeres o los hombres, no hay ningún club para cada raza o grupo. Todos esos inventos para diferenciarnos de los otros, de los demás, es el producto del ego, del ‘yo, insuficiente y miedoso al no comprender la realidad. Y como no sabemos vérnoslas con la realidad, inventamos otra realidad que nos satisface más.
Pero eso es el camino de la perdición, de la división y el conflicto, de los enfrentamientos, de la violencia y la guerra. Que es lo que está sucediendo, ya sea a nivel personal o colectivo.
 
La amabilidad es la llave que nos abre la puerta al amor. No importan los resultados, pues los que sean serán el orden, que es la máxima seguridad posible.