Torni Segarra

Seleccionar página
La familia, Vanessa, como un grupo de personas que son, está sometida a las maneras de cómo funcionan las personas. Nos pueden hacer bien, pero también nos pueden hacer mal, daño. Así que no cofias plenamente ni en la familia ni en las personas. Pues las personas todas fallamos, nos hacemos daño unas a otras, ya que tenemos miedo a todo este entramado misterioso que es la vida, por lo que nos hacemos egoístas.
No hay manera de salir de este drama que es la vida –con algunos momentos de felicidad-. Solamente podemos verlo, comprenderlo, de manera que le perdamos el miedo, yendo más allá de él. Y así, descubrir cómo somos, cómo opera el pensamiento, ver todo el condicionamiento, que es el ego, el ‘yo’, y ver si podemos una vez comprendido ir más allá de toda esa trama que es la vida.  
 
¿Es el amor algo real, puede ser, o es un invento? Cuando hablamos de amor, también lo hacemos de la muerte. Porque el amor y la muerte van juntos, son la misma cosa. Todo lo que existe está unido y relacionado con todo lo demás, por lo que todo participa de toda la realidad lo que es: la vida, la muerte, el gozo, el sufrimiento. Por eso, al amor como algo que forma parte de esta realidad que llamamos vida, es también muerte.
Cuando cedemos, nos entregamos a los demás, renunciamos a algo porque vemos que no nos conviene, porque va a causar daño a los otros, hay que morir a eso que hemos renunciado. Y eso es la muerte, acabar, el fin de algo definitivamente. Y, entonces es cuando la palabra amor adquiere sentido y significado. ¿Podemos vivir, Tania, de esa manera, siempre con la radicalidad de la muerte, con el fin del acabar, renunciar, ceder, sin ningún problema ni conflicto ni contradicción entre lo que quiero y lo que está pasando, lo real y veredero?
 
La vida es para todos sin excepción alguna. Nos creemos que somos especiales, pero en realidad somos como todos: tenemos miedo, y el deseo de deshacernos del miedo, somos egoístas de lo contario no podríamos sobrevivir, somos vanidosos y exhibicionistas, con ganas de triunfar, vencer. Y eso mismo., cada cual a su manera y posibilidades, pasa por los mismo. ¿Dónde, está, Novaly, la diferencia entre las personas?
 
Para que haya comunicación, relación, hemos de mirar en la misma dirección. Si tú, Denise, hablas de algo y yo estoy pensando en otra cosa diferente, ¿puede haber verdadera relación alguna?
 
¿Ser romántico es tener un verdadero sentido de la realidad? ¿El romanticismo no es una huida de esa realidad, que no nos gusta y la queremos cambiar por otra que sí que nos gusta? Pero, ¿eso puede ser? Si uno es negro, ¿cómo va a cambiarse la piel para hacerla blanca? Y al igual con el blanco que quiera tener una piel negra. 
Ada, atenerse a lo que es, a la realidad, es más importante que la proyección de algo en el futuro. Pues el futuro psicológico nos existe, es un invento del pensamiento, que es tiempo como llegaré a ser esto o aquello, desatendiendo al presente, al hora, a lo que está ocurriendo.
 
Tan claro como ha quedado lo que se ha explicado, dentro de los límites que lleva consigo la información verbal, ahora queda el ¿cómo puedo dejar de ser un mínimo deshonesto si tenemos que vivir en esta tierra, para no morir de hambre o para que no nos maten? Pues el vivir implica hacer algún daño. Por el mero hecho de escribir esto puede que alguien no esté de acuerdo y le cause algún daño; si tengo que comer me he de comer a un animal y eso es hacer algún daño, o a alguna lechuga, tomate, etc.
Así que, todos hemos de ser, ya sea conscientes o no, deshonestos. Creo que la diferencia está en ser el mínimo deshonesto. Si voy a cazar un pato para comer, no matar a veinte, cincuenta. Y si elegimos a una pareja, seguramente alguien que también la quería sentirá algún daño.
Por eso, la vida hay que vivirla con austeridad –no la de los conventos o la de los que viven en una cueva sin apenas nada para subsistir-. Austeridad que llega de la comprensión de lo que es el amor. Que es comprender la vida, comprender la manera cómo funciona el pensamiento, y sus inventos del ‘yo’, del paradigma de división y conflicto.
 
Amar una cosa, como un cuadro de un santo, a dios, a los dioses, a la pareja, al prójimo, sí que puede ser. Pero amar verdaderamente la verdad –que no es una cosa-, no se puede. Porque, Salvador, la verdad es lo que no se puede describir con palabras, ya que es la nada. Y si es la nada, no hay nada a qué amar. Y entonces, uno ama a todo.
 
Nosotros vivimos en esta tierra como seres humanos y por tanto estamos sujetos a unas leyes predeterminadas Y esas leyes dicen que todo lo que es, ha de nacer y crecer, desarrollarse, llegar a su esplendor, decaer y degenerarse, morir. Por tanto, Ali, toda la vida es un cambio continuo, donde todo acaba y vuelve empezar. O lo que es lo mismo, la vida es destrucción, amor y construcción, sin parar. Por lo que todo es un eterno empezar, acabar, y volver a empezar.
 
Yesina, todo eso que dices, que es lo que ocurre, también les ocurre a todas las personas. Da igual que sean cultas o no, pobres o ricas, jóvenes o viejas, salvajes o civilizados, mujeres u hombres.
 
Es un error –producto del ego, del ‘yo’-, creer que alguien es diferente psicológicamente de los demás. Y es un error peligroso, porque nos divide, nos enfrenta, nos genera desorden, confusión, conflicto, violencia y guerra.
 
Marcos. Si algo lo conseguimos astutamente, ¿eso es amor? ¿El amor, la astucia, el engaño, el forzar las situaciones con su brutalidad y crueldad –seamos conscientes o no-, pueden ir juntos? ¿O el amor es lo que está más allá de nuestros deseos mundanos, estrategias y contubernios, ideas, teorías por buenas y nobles que nos parezcan?
 
El mejor detalle, Lupizz, es el que no se hace porque el amor, el respeto, nos sale por todo el cuerpo y se nota y se sabe. Y cuando hay esa calidad de amor, nada falta, todo está de más, sobra.