¿Lo que llamamos el alma no es acaso la conciencia que ve, que se da cuenta? Pues, si esa conciencia desparece todo se acaba. Por tanto, primero es la conciencia. Luego el pensamiento que recuerda, y tiene la posibilidad de generar el ‘yo’. Y este ‘yo’ es el que genera la división y todos los problemas. Porque, el ‘yo’ dice: ‘He visto que puedo perder lo que tengo, que puedo desaparecer, y no quiero nada de eso. Así que, ahora voy a trabajar para que eso no sea’. Y ahí es desde donde nacen todos los inventos, ya sean en el ámbito científico, técnico, material, como en el religioso, espiritual o psicológico.
La experiencia esa una ilusión, pues toda experiencia ha de ser reconocida, forma parte de lo conocido, que es el pasado. O sea, que todo es una experiencia. Lo que sucede es que no lo nombramos, sino que vivimos sin catalogar si eso es una experiencia o no.
La experiencia es la acción del ‘yo’, que cataloga porque tiene miedo y quiere ir de lo conocido a lo conocido. Y por eso, ese deseo de experimentar se convierte en una obsesión infinita. Creyendo que en la próxima experiencia sucederá algo extraordinario, tendré unas visiones que sólo puedo ver yo, que me alejarán de mi triste y aburrida rutina, que es mi vida.
Hablar mal de alguien es una parte del problema, la otra parte es el que responde a esa habladuría. Si yo voy a tu casa, pues somos vecinos, y te digo alguien, un ladrón, me ha robado, ¿por qué si tú estás limpio porque no has sido, te tendrías que poner nervioso, alterar, discutir, enfadar, etc.? Sólo la persona, cuerda, limpia no le afecta lo que se dice, las palabras, pues las entiende sin dividirse del que las dice. Pues, sólo observa lo que se está diciendo, observa todo lo que está pasando, sin juicio, sin recibir ningún daño.
¿Por qué queremos complicarnos la vida mencionando esa palabra dios?
Pero eso es muy superficial, poco inteligente. Cuando adoramos a dios, hablamos con él, le imploramos, en realidad el que está pidiendo es el ‘yo’. Y el ‘yo’, haga lo que haga, va a traer más ignorancia y confusión.
Dudo que una persona despierta pueda creer en la idea de dios. No deben de creer, pero seguir esa creencia con su parafernalia santurrona les genera beneficios sociales. Pues, el que dice que cree en dios, tiene más posibilidades de aceptación en la sociedad convencional, superficial. Si uno va a buscar trabajo, decir que es creyente nunca es negativo, a no ser que el que te va a contratar odie a las religiones, a dios.
Sí, Greg, cuando uno tiene una rareza -como es no creer en dios- empieza las sospechas. Porque eso quiere decir que hay un rebelde en ti. Pues desafiar a las religiones, y al mismo dios, para los que creen en él, les debe de dar espanto.
Pero, reconocer que no hay tal cosa como el amor y la bondad, es la llave que nos abre la puerta para que llegue el amor. Pues, el reconocer algo tan completamente, nos libera de la división y el conflicto. Y dónde no hay conflicto, el amor está ahí.
Decir que no existe el amor o la bondad, también denota que el que dice eso es peligroso. Pero, el que se mete con dios, lo rechaza, es el más desafiante y peligroso.
No lo compliquemos. El ver lo negativo es descartarlo. Y para ver algo que es realmente negativo, no porque lo dice la gente o el gurú renombrado, sino porque lo ves tú, has de pasar por ello. Y pasar por ello es negarlo. Pero en esa negación está la bondad y está el amor.
Un momento, Greg, yo te necesito a ti para que me atiendas y me ayudes a vivir. Pero claro, eso es muy pesado para ti. ¿Qué vas a hacer te callarás y lo cumplirás sin tenerlo claro? ¿O, dirás esto es muy fuerte para mí, porque Toni me das mucho trabajo? Y eso es quiere decir que lo estás viviendo conmigo, estás yendo más allá de todo eso que se interpone al amor.
Si tú estás atrapado por otro, ¿puedes ser feliz? ¿Por qué, no liberarse de ese estado de esclavitud? Ahora, la persona a la que estás esclavizado te dice: ‘Greg, no tienes amor, no tienes bondad, no te dedicas exclusivamente a mí’. ¿Entiendes eso lo que significa? Pero tú necesitas libertad para tener amor. Ese es el drama de la vida, por el que todos pasamos.
Si tú estás atrapado por otro, ¿puedes ser feliz? ¿Por qué, no liberarse de ese estado de esclavitud? Ahora, la persona a la que estás esclavizado te dice: ‘Greg, no tienes amor, no tienes bondad, no te dedicas exclusivamente a mí’. ¿Entiendes eso lo que significa? Pero tú necesitas libertad para tener amor. Ese es el drama de la vida, por el que todos pasamos.
He leído tu escrito, ‘Un gravísimo problema humano’, que se publicó ayer en el diario… Gracias, por las informaciones y comentarios.
Todos los problemas están unidos entre sí. Hace cien años, también tenían sus problemas nuestros antepasados, y todos los que vivían entonces. No era posible tener los problemas de ahora, pues la manera de vivir era diferente a la de ahora, donde todavía la mayoría de las personas vivían en pequeños pueblos y en el campo. Pero ahora, todo eso de entonces ha cambiado, propiciado por el desarrollo industrial, técnico y científico.
Hace cien años sobraba de todo lo que ahora empieza a faltar: el agua, los bosques vírgenes, los peces; falta el respeto por la naturaleza, por todo lo que tenía algún valor, como los alimentos, la ropa; falta la calidad y la salubridad alimenticia. Por tanto, eso es un hecho que no se puede ocultar ni cambiar. También, han llegado las ventajas y comodidades, como tener alimentos y ropa para todos, vivir en casas más confortables con agua corriente, caliente, cocinar con facilidad, y todos los avances médicos. Por tanto, habiendo visto como es la realidad ahora, que aunque no nos guste está ahí. ¿Qué podemos hacer realmente para que no prosiga el deterioro -pues atrás no parece posible, ni viable, volver-?
El deterioro es ineludible, pues la vida es destrucción, que luego, mediante lo que llamamos amor, se vuelve a construir. Pero, uno tiene que darle tiempo a lo que se destruye para que se pueda restablecer, al igual como sucede con nuestros cuerpos. Por lo que, hemos de investigar cuál es esa causa, ese factor del deterioro. Y, sin lugar a dudas, lo que más deteriora es el estar dividido y fragmentado internamente. Ya que al estar dividido, perdemos la sensibilidad, el afecto, la atención por todo lo que existe, por todo lo que necesitamos, haciéndonos indolentes, agresivos. Capaces de provocar un estallido de destrucción, por la rabia generada por lo que nos molesta y que no comprendemos el porqué de tanto sufrimiento.
Por tanto, es preciso que nos conozcamos, que nos demos cuenta cómo vivimos y nos comportamos. Y que nos demos cuenta de las consecuencias que esas maneras generan, van a provocar. Uno tiene que estar al margen de esa corriente de destrucción, de despilfarro, ya que la mayoría no van a hacer nada por cambiar el actual rumbo que llevamos.
Así que, si uno ve todo lo que sucede, como un peligro que es, si no huye de ello, sin querer cambiarlo, sino que está con ello, entonces la inteligencia que llega por estar completamente unido a ese hecho, nos dirá lo que tenemos que hacer.
Es decir, al haberme deshecho de la fragmentación interna, de la división, es cuando vuelvo a tener sensibilidad, que se manifiesta en compasión y amor por todo lo que existe.