Torni Segarra

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Uno ha de ir más allá de todo, lo que nos gusta y lo que no. Porque la vida es tan complicada, que racionalmente no la podemos comprender.
 
Aunque estoy de acuerdo con lo que has escrito. Hay que decir, que la raíz de la palabra asertivo es afirmar, tener ya una opinión de algo. Por lo que a la hora de investigar esa opinión ya mediatiza los resultados. Si no afirmamos nada .no somos asertivos- tenemos todo el vasto panorama para indagar. Por lo que, al encarar asertivamente un reto, ya sabemos los resultados, pues el ‘yo’, que es el pasado, es el que está operando. Y el ‘yo’, es la causa de todos los problemas y conflictos.
 
El engaño es el ‘yo’. Y sin comprender la manera cómo se genera y desarrolla, no habrá liberación posible. Todo será una ilusión. Y ese ‘yo’, es el invento del pensamiento. Es decir, son lo mismo.
 
Si hacemos eso, seguir una razón sin olvidarla nunca, entonces estaremos atrapados y esclavizados por esa razón. La razón siempre es del pasado, porque ya está concebida, estatificada, cuando la vida es lo nuevo y cambiante, lo que la astutas y miedosa mente no ha tocado.
 
Un altar, es siempre un altar, un instrumento para hacer unos ritos supersticiosos. Y todo rito y superstición están muertos, pues son el pasado, un invento para sugestionar a las personas.
 
¿Los tatuajes son obras de arte, o una agresión al cuerpo, una pérdida de tiempo, un exhibicionismo? El arte está en la realdad, en todas partes, no hace falta crearlo, porque es una imitación, una copia, un negocio. ¿Se puede comparar el arte y la plenitud que sentimos al ver un pájaro volar, una persona desconocida, ver a una persona tal cual es, sin pinturas ni abalorios, sin torturarse y afearse su cuerpo? Todo lo que inventamos, no es arte ni nada importante ni sagrado, siempre es un negocio para el que vende y el que compra.
 
¿Por qué es que somos tan estúpidos que en pleno verano nos exponemos al sol en los momentos más calientes del día, ya sea en la playa, en las piscinas, etc.? ¿No sería lógico que en verano fuéramos a lugares más suaves de temperatura, para así no tener problemas de maltrato de la piel y provocar posibles enfermedades? Seguimos siendo absurdos, siempre huyendo de nuestra realidad, que es la de todos. Y para ello, queremos cambiar esta realidad que no me gusta, por otra que sí que me gusta. Y como eso no puede ser, vivimos en conflicto, divididos, feos y superficiales ignorantes.
 
El alma, el atman hindú, el ser, etc., son un invento a causa del miedo que tenemos al no saber nada de lo nuevo, de la muerte. Por tanto, todo plan del alma, del ser, o de lo que sea, es un obstáculo para encararse con la realidad. Y es a esta realidad a la que hay que atender, sin huir de ella, inventando otra realidad que nos consuela, nos gusta más.
 
Sí, la mente es como el agua de un lago, si está tranquila, puedes bañarte y nadar, mirar en el fondo lo que hay. Pero si el agua está agitada, nos puede destruir.
 
Eso es como una dictadura. Precisamente igual, como de la dictadura que os queréis liberar.
 
Eso en la fruta sucede naturalmente, aunque la intervención del hombre lo puede alterar. Pero, donde es más difícil de que sea cierto, es en lo que queremos, deseamos, que no podemos esperar, y nos lanzamos a la consecución, cueste lo que cueste. Ahí tenemos a los deportistas, que luchan, se dan golpes, batallan por ganar, vencer, triunfar. Y en todos los ámbitos hacemos lo mismo.
 Podemos, esperar a que el deseo que tenemos madure y llegué de por sí, sin nuestra intervención. No es posible, porque de una u otra manera, cuando ya hemos determinado lo que queremos, el pensamiento siempre va en pos de eso. Aunque, de la manera que el pensamiento, y su invento que es el ‘yo’, no pueden operar es no teniendo ningún deseo ni proyecto, es decir sin proyectar hacia el futuro, sin que opere el devenir.
 
Si nos conociéramos verdaderamente, ¿nos decepcionarían las personas? Si nos conociéramos sabríamos que todos somos básicamente iguales en lo psicológico. Es decir, María, es igual que Toni, o que otro, pasamos por los mismos dramas y amarguras, por los buenos momentos de dicha y alegría, etc. Entonces, conociéndome yo, conozco también el resto de la humanidad, sean quienes sean Porque, el ‘yo’, mientras no vayamos más allá de él, después de haberlo comprendido, es el que hace que actuemos todos de la misma manera: vanidad, codicia, celos, avaricia, egoísmo, envidia, disputas de vencer, triunfar, ganar.
 
El que dice que sabe, ¿puede saberlo todo? No lo podemos saber, porque nosotros somos la parte. Y la parte no puede abarcar al todo.
 
Siempre creemos que el mal que tenemos es lo peor que nos puede pasar, y a toda prisa queremos deshacernos de él. Pero, ese mal es como si fuera la estación de tren, a la que hemos llegado, y cuando pase esa estación, vendrá otra y otra, hasta que muramos. Es decir, la vida es destrucción, amor y construcción. El mal nos destruye, nos aplasta, nos deprime, pero mediante el amor volvemos a vivir con toda la pasión, con gozo y alegría.
 
Creo que los que se dedican a solucionar los problemas de la violencia en las parejas, hay algo que no se dice nunca: que la mujer de siempre necesita una cierta violencia cuando hace el acto sexual con los hombres. No una violencia de golpes, sino de fuerza bruta. Pues, el acto sexual generalmente es un acto animal. Y las mujeres, quieren ver y sentir la parte animal en el acto sexual, tanto de ellas como de la pareja. Ellas se quejan y gimen, casi lloran de dolor, pero dicen quiero más, sigue, sigue, y de ahí pueden aparecer golpes y violencia. Pues, el placer que proporciona el sexo, nos domina y nos arrastra a la miseria humana, el sufrimiento y el dolor.
Y como el camino de la violencia, ya está establecido, pues solo hay dejarse caer por la pendiente de los malos tratos fuera del sexo, del coito. Es un drama terrible que no se menciona, al menos en publicaciones de cara al público, en la prensa, etc. ¿Por qué es eso así,  es una realidad? A demás, la violencia está por todas partes, en todos los ámbitos. Porque, somos nosotros los que tenemos la violencia dentro.
La división, el miedo, la inseguridad, etc., todo lleva a la insensibilidad, a la indiferencia, y mientras no comprendamos el origen de esa división y fragmentación interna, la violencia seguirá dentro y fuera de nosotros.
Hay otro sexo, que no necesita ni esfuerzo ni fuerza bruta ni violencia. Nada más precisa, estar unidos totalmente, y con eso ya tienen suficiente los que lo hacen de esa manera. Sin embargo, estas personas que tienen este sexo tan suave y silencioso, sin contorsiones ni gritos ni golpes, ni exigencias, son una minoría, que ven la vida y el mundo de otra manera.